El fútbol es ese deporte visceral en el que uno es ídolo el lunes y fracaso el jueves. Se desprestigia a sí mismo, se maltrata y luego no le queda otra que, desechados los que fueron iconos, generar revuelo y expectativas alrededor de los siguientes futbolistas que, con el tiempo, también serán guillotinados.
En su último año en el Olympique de Lyon, Maxwel Cornet (Abidjan, 1996) fue víctima de una desproporcionada cantidad de insultos y comentarios vejatorios por parte de los aficionados. Había quien pensaba que, tras un primer año prometedor, su periplo en el club francés debía llegar cuanto antes a su fin. Con esa excusa, se convirtió en el chivo expiatorio de una afición que llegó incluso a dirigirse al perfil de Instagram de su mujer, Melissa, para pedirle que convenciese a su marido de dejar el OL. Ella tuvo que recordarles que “ser la mujer de un futbolista no es un trabajo”.
La basura de un hombre es el tesoro de otro. Y si no, que pregunten en Turf Moor, donde Cornet y su fútbol están reviviendo las esperanzas de la corta y anticuada plantilla de los Clarets. Un costamarfileño en Burnley podría ser el título de una muy mala comedia de Netflix, pero, por ahora, lo único que no es capaz de explicar la ficción son los goles que el extremo ha convertido en obras de arte y en los pocos puntos que hay en el casillero de su equipo. El resto, la vida misma.
Cornet es la definición de versatilidad, de futbolista moldeable y adaptable a varias posiciones. Esa polivalencia fue clave a la hora de convencer a Dyche para su fichaje, el primero que realizaba el nuevo propietario, el grupo estadounidense ALK Capital, y la primera incorporación de fuera del Reino Unido desde Steven Defour en 2016. Refrendan esa condición sus más de 2.500 minutos disputados en Ligue 1 durante la temporada 2020/21, repartidos entre cuatro posiciones. Entre ellas, destaca su rol, primero de emergencia y luego como fijo, en el lateral izquierdo, donde jugó el 74% de sus minutos de su última temporada con el Lyon.
Por ahora no se le ha visto en esa posición en el Burnley y Dyche no parece considerarlo para la misma. Sin embargo, cuando juega como volante izquierdo en el inamovible 1-4-4-2 se reflejan muchos conceptos defensivos adquiridos en su tiempo como defensor.
En su debut contra el Leicester pudimos ver como todavía mantiene la disciplina y la lectura propias de un lateral. Intentando ayudar, baja tanto que se llega a formar una línea de cinco defensas.
Dyche, tras haberlo probado ahí, todavía no se cree a Cornet como un futbolista tan sólido defensivamente como para arriesgarse a situarlo en banda. Eso le ha llevado a encontrar oro en una grieta. En su tercera titularidad, las tres iniciando desde banda, el Southampton comenzó a cuestionar su compromiso defensivo y comenzó a dirigir los ataques hacia la llanura que surgía a espaldas del africano, donde Charlie Taylor se quedaba solo ante Livramento y Walcott.
En el descanso, Dyche respondió a Hasenhüttl. Bajó a Brownhill desde la mediapunta hasta el volante derecho, movió a McNeil al izquierdo y situó a Cornet en la doble punta junto a Chris Wood. Lo que nació desde la emergencia se ha revelado como una jugada maestra. Más allá de que aquel día fuese Cornet el autor de los dos goles del Burnley, se descubrió a un futbolista que solo Dyche tenía en mente.
Atlético y regateador, el marfileño no es el delantero más técnico que existe en Inglaterra, pero su inteligencia posicional es de un valor incalculable. Cornet es creativo desde la visión más pragmática de la creatividad: el movimiento sin balón.
Puede ver antes que nadie hacia dónde se va a dirigir la jugada
Sean Dyche sobre Maxwel Cornet, tras su doblete en St.Mary’s.
El gol ante el Brentford es el abecé del costamarfileño: lectura para atacar el intervalo entre central y lateral, timing para comenzar el sprint en el momento en el que McNeil recibe y calidad técnica para recortar y ajustar el disparo con su pierna “mala”.
Sigue rematando en la misma cantidad que lo hacía en Lyon (2’1 tiros/part.) pero ha afinado su precisión. Siete de cada diez remates van entre los tres palos, mientras que en Lyon sólo un 44’68% cogía portería. Paralelamente, no sólo ha mejorado la calidad de sus remates, sino que también ha aumentado la cantidad de estos que van a puerta. En Lyon encontraba los tres palos en un promedio de 0’9 veces por partido, bajo las órdenes de Dyche lo hace 1’45. Presiona más, sobre todo en el último tercio, y también pasa el balón mucho menos. Que Cornet promedie 23 pases menos por partido tiene mucho que ver con la diferencia en ambos estilos de juego.
El cambio es no haber cambiado. Dyche no ha inventado la pólvora, simplemente ha retocado su posición y ha preferido potenciar las virtudes de Cornet antes que mejorar sus carencias. El marfileño ve menos el balón, pero lo hace en zonas de peligro inminente. Si Chris Wood es Batman, él es Robin. El australiano va al choque, se pelea en el juego aéreo y Cornet busca estirar a la línea defensiva, romper al espacio y aprovechar las peinadas de su compañero.

En la imagen de arriba, vemos como Chris Wood se enfrenta en duelo aéreo ante el defensor y Cornet se queda emparejado, y en duelo individual, contra el otro central y con espacio por delante para aprovechar su velocidad.
En la instantánea de abajo, encontramos una de las jugadas más características del Burnley: el pase a espaldas de los centrales, normalmente ejecutado desde uno de los carriles exteriores y al primer toque, para sorprender. Con Cornet, a diferencia de Wood, Barnes o Vydra, los Clarets ganan velocidad punta y pueden hundir a la línea defensiva.

Dyche apostó por Cornet y dirigió sus recursos a potenciarlo. Del costamarfileño recibió una rápida adaptación y un futbolista que está en plena racha. Entre los jugadores con más de 500 minutos, Cornet cuenta con el segundo mejor promedio de goles por minuto en la Premier League, sólo por detrás de Salah.
La cuestión reside en dilucidar si Cornet, que ha jugado tan sólo el 41% de los minutos (562’), va a poder mantener tan desproporcionado acierto de cara a puerta. Ha marcado 5 goles, pero, según los xG (goles esperados) recogidos en el portal Fbref, debería haber marcado 1’5. Una ratio de casi un gol por partido. Su nivel actual era inimaginable a su llegada y, probablemente, insostenible.
En un año en el que al Burnley le está costando sacar partido del juego en conjunto y se reflejan las primeras grietas de una plantilla necesitada de renovación, Dyche necesita más que nunca aprovechar las aportaciones individuales. Cornet, que nació desde el repudio, se está revelando como la viva imagen de una nueva oportunidad. De su consistencia dependen muchas de las opciones de permanencia del Burnley.