Ander Iturralde

10 reflexiones tras el fin de semana en la Premier League

La resolución cada vez está más cerca y la intensidad crece al mismo paso cuando son cuatro las jornadas que quedan de la Premier League 2018-2019. El Liverpool volvió a ganar cuando necesitaba hacerlo contra un viejo conocido en el Chelsea; algo que también hizo el Manchester City con el Crystal Palace. Todo ello y todo lo demás de otro gran fin de semana.

1. La pletórica sensación de estar un paso más cerca

Chocaron contra la tierra, de lleno, las esperanzas del Liverpool en una época que parece hace ya una eternidad que se dio lugar. El Chelsea volvía a Anfield, al lugar de ese siniestro crimen perpetrado y que tan vacío dejó a ese Liverpool; derrotados por un equipo no sólo compuesto por Tomas Kalas, también por quien es hoy su estrella: Mohamed Salah. Pero mucho hemos cambiado desde entonces y pocos lo han hecho como el Liverpool, tan decidido a que empujar al más extremo límite al Manchester City. De forma tan imposible y ni así podrán borrar las pruebas de los partidos que no ganaron si la liga no acaba cayendo en sus manos cuando treinta y ocho sean las jornadas que se hayan disputado. Lo que el Liverpool está haciendo no es natural y tampoco debería ser esperado que lo hagan. Al borde de perder el objetivo, pero manteniéndolo fijo una y otra vez, encontrando nuevas respuestas incluso en esta recta final, que ha sido cuando Jürgen Klopp ha tenido que dar otra vuelta de tuerca y encontrar así al medio campo que este momento necesitaba: a las dos estrellas más recientemente fichadas (Fabinho y Keita) y al último en pie de ese otro día contra el Chelsea (Henderson). Junto a ellos, la chispa que se ha avivado en el ataque. Y gracias a ella, representada en Mané y Salah, dos ensordecedores momentos para ganar una vez más.

 

2. Una apisonadora dirigida por Raheem Sterling

Como Salah el domingo frente al Chelsea, es Raheem Sterling quien ahora está en el bando contrario en la lucha por la liga. En un Manchester City que no puede ser intimidado por nadie más que sí mismo, Sterling es un pilar. No el único, pues Agüero, los Silva y compañía son también parte troncal. Sin llegar a tener del todo los números de un delantero de primerísimo nivel mundial o la habilidad técnica propia de un extremo de ese mismo rango, Raheem Sterling ha sido el mejor jugador de la temporada en la Premier League. En un año más de equipos que de futbolistas tras el curso del duopolio Salah-de Bruyne, posiblemente sean Eden Hazard y Virgil van Dijk quienes más firme oposición puedan presentar. No la suficiente, sin embargo. En otra visita de esas en las que abruman al rival hasta que la victoria sea suya, en Selhurst Park el City volvió a ganar. La apisonadora hizo quebrar a un Crystal Palace que giró las tornas en diciembre pero no esta vez. Con dos goles de Sterling, se reafirmó un día más como despampanante atacante híbrido sobre el que City que finaliza el flujo de remates francos que crean. Nadie los crea como ellos y pocos los culminan como Sterling.

 

3. Rodgers y Benítez siguen aquí

La vida cambia, aunque partes de ella no especialmente. El Liverpool no ha ganado la Premier League, pero puede que eso cambie. Los dos últimos entrenadores en liderarles en una lucha por el título fueron Brendan Rodgers y Rafa Benítez. A quienes el fútbol escupió de Merseyside, aplastados por el hecho de no ganar la liga y más todavía por la incomparencencia en las siguientes luchas por el título. Pero aunque el Liverpool tuvo que pasar página sin ellos, no lo ha hecho así el fútbol. Es por ello por lo que ambos dirigen a dos de los equipos con mayor potencial de una liga que un día tan cerca se quedaron de ganar. De formas distintas, y ellas desplegadas el uno contra el otro en el duelo que enfrentaba a Leicester y a Newcastle. Esta vez, uno dominó y otro ganó. La esperada iniciativa no logró terminar de sacar del charco de barro a los locales, pues la habilidad de su imponente línea ofensiva sucumbió ante una defensa insignia de Benítez y una oportunidad de gol convertida en su contra. Como la oportunidad con la que permanece el ex-equipo de ambos de ganar esta vez la liga y, con un Manchester City-Leicester y un Newcastle-Liverpool, ambos todavía tienen reservada al menos una última aparición en la historia que ellos un día no pudieron cambiar.

 

4. Mientras ganen…

En terminos relativos, como todo, pero el Manchester United no es un equipo particularmente brillante. No con Mourinho se fueron todos los males y, sin embargo, las victorias siguen llegando. Con menos brillo a medida que sube el nivel de la oposición, pero triunfos, con sus tres puntos de rigor, al fin y al cabo. El futuro lejano es inicierto, aunque también lo es el más inmediato. El martes, en el Camp Nou, partirá el United caminos con algo: con la posibilidad de avanzar de ronda o con la realidad, aquella que sugiere de forma imperiosa que no pueden seguir derrotando a equipos claramente mejores; como ya hicieron con el Tottenham, el PSG o, en caso de producirse otra absurda machada, el Barcelona. Contra el West Ham vimos más de una de las carencias de los Red Devils, si bien gran parte de ello puede atribuirse a las sensibles bajas a las que tuvieron que hacer frente. Al final, el hecho de jugar contra un equipo tan propenso al riesgo como el West Ham (véase, por ejemplo, el hecho de jugar con un medio campo formado tan sólo por Declan Rice y Mark Noble) condujo a dos penaltis convertidos por Paul Pogba que les hicieron prevalecer finalmete. Según FiveThirtyEight, siguen contando con un 21% de probalidades de acabar la temporada entre los cuatro primeros y menos de un 1% de ganar la Champions League. Una temporada perdida en un momento dado, recuperada en otro y actualmente situada en un extraño limbo intermedio. Pero mientras ganen, todo podrá mantener su cauce en Old Trafford.

 

5. Una perfectamente placentera victoria

Placer y Huddersfield Town son dos conceptos que hoy en día solamente van de la mano para los más férreamente ligados al club y para los contrincantes de dicho club, que pueden encontrar placer en la (generalmente casi segura) victoria que supone enfrentarse a ellos. No es una valoración especialmente positiva pero es aún con sus numerosas limitaciones el Huddersfield pudo haber intentado más ante el Tottenham. Unos Spurs lejos de la brillantez que han demostrado ser capaces de alcanzar, y todavía con cuatro goles a favor y ninguno en contra; con Kyle Walker-Peters de carrilero derecho y un centro del campo formado no sólo por Moussa Sissoko, sino por Moussa Sissoko y Víctor Wanyama. Dos jugadores con innegables cualidades pero que, al mismo tiempo, presentan teóricos retos para su propio equipo jugando ambos a la vez y sin nadie junto a ellos. En serio, lo que está haciendo Mauricio Pochettino es muy reseñable. Como también lo fue, en su sentido más jocoso, la indecente cantidad de metros que el Huddersfield permitió a Moussa Sissoko correr completamente solo en la jugada del primero de los tres goles de Lucas Moura, que llegaron después del brillante 1-0 de Wanyama. Abriendo la jornada, en una tarde agradable y soleada tarde en el primer partido en este estadio con luz natural, y aún con notables bajas, el Tottenham sumó tres puntos capitales.

 

6. El beso de la muerte

Un Burnley-Cardiff es una de esas que a veces te preguntar por qué está ocurriendo, particularmente en la Premier League. Quizás no merezca ser visto por puro “entretenimiento” pero sí como tema de estudio. Rudos y rústicos como sólo ellos podrían serlo, la primera ocasión clara fue un centro y un remate de cabeza de Chris Wood al palo. Para que nadie se engañase sobre si esto iba a ser otra cosa, o incluso sobre si el Cardiff es el mejor de los dos. No lo es. Era, eso sí, su “penúltima” oportunidad de revertir el cauce del río que les está llevando a segunda división. La última es el próximo martes en Brighton. Porque Wood falló la primera, pero no la segunda ni tampoco la tercera. El Burnley tuvo las mejores ocasiones y en Dwight McNeil ha encontrando a un extremo que puede hacer más que centrar y/o ir al entrar al área para rematar el centro del otro extremo. Neil Warnock empezó aplicándose cacao a sus labios resecos y terminó quejándose de una decisión arbitral, pero el broche (una especie de broche) a este de encuentro no fue ni suyo ni de Wood con sus dos goles: fue el de Ashley Barnes que, en una acción que no sorprendió a nadie observando quiénes eran los involucrados, se encaró con Joe Bennett. Y a éste acabó dándole un sarcástico beso. Un beso que muy posiblemente marque el principio del fin del Cardiff en Premier League.

 

7. Un pequeño paso adelante

En Brighton, como decíamos, será dónde se decida si es o no ese beso de Ashley Barnes el que simboliza el acto final del Cardiff en la élite. Algo que quizás ya debería ser aún más seguro de lo que es si el Brighton no hubiese dejado comer la tostada de la forma en la que lo ha hecho. En esta vida es efímero hasta el hecho de calificar a una temporada de éxito. La del Brighton lo era, ¿no? Pues la verdad es que igual no. Estaban en Wembley, en una semifinal de Copa, otra temporada relativamente tranquila y de repente ya no lo es. Porque si el Brighton se ha quedado encayado repentinamente, el Bournemouth ha vuelto a arrancar para este tramo final. El Bournemouth necesitaba lo que consiguió en Brighton. Una lucha competida hasta que el volumen y la calidad de los golpes tumbase a los locales, como lo terminó haciendo con un contundente 0-5. Porque hacerlo fuera de casa era algo que tenía que demostrar después de perder en diez de sus últimas once salidas ligueras. Empujar en contra de la corriente que acaba desinflando el ímpetu de sus temporadas, es algo que al Bournemouth quizás le permita subir ese siguiente escalón.

 

8. Eramos más felices

Hay algo extrañamente desconcertante en el hecho de que Shane Long ya no sea el mismo Shane Long al que nos habíamos acostumbrado, el que literalmente sólo mete un gol por cada entrenador que pasa por el Southampton. Marcó uno con Claude Puel, uno con Mauricio Pellegrino, uno con Mark Hughes y uno con Ralph Hasenhüttl… Hasta que la semana pasada, sin la más mínima parsimonia, despedazó tan impoluto promedio goleador marcando su segundo gol bajo la guía de Hasenhüttl. Ya ese momento supuso un golpe. Era un evento tan raro y anómalo que al mismo tiempo era un recordatorio de lo frágil que es la existencia física en el mundo. Cosas que dabas por hecho, por seguras, tales como el hecho de que Shane Long marque un sólo gol por entrenador. Pero en un todavía más inquietante evento, Long volvió a marcar este fin de semana en la victoria por 3-1 de los Saints sobre el otro “hampton” de la liga. Su tercer gol con Hasenhüttl. Si bien el técnico austriaco todavía está intentando salir aflote con una confección de equipo que está lejos de cubrir todo su potencial, sacar tres goles de Long es meritorio. A pesar de que sea, al mismo tiempo y sobre todo, un recordatorio de que éramos más felices cuando sólo metía un gol por entrenador. Cuando no teníamos que preguntarnos a quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos.

 

9. ¡¿Pero qué?!

Aquí iba a ir algo sobre otro ofensivo ridículo del Fulham y cómo el Everton se está posicionándo para poder competir a un nuevo nivel la próxima temporada. Pues no, ni una cosa ni la otra. El segundo concepto quizás todavía vea la luz del día, pero el golpe sufrido es más que notorio, porque… ¡¿Pero qué?! Estamos aquí hablando con total seriedad y el Fulham ha ganado un partido de fútbol y ha dejado la portería a cero. Puede parecer algo relativamente normal si no has estado expuesto de forma regular a esa casa de los horrores que ha pasado a ser sido Craven Cottage esta temporada. De principio a fin ha sido. O quizás no hasta el fin; quizás en este último sprint puedan salvar un poco la cara. Como esa cara tan alterada de Tim Ream, siempre en el epicentro, o justo al lado, del más absoluto desastre. Scott Parker había perdido la totalidad de sus cinco partidos al frente del Fulham. Pero negándose a que viniese el Everton a empujarles de un lado a otro, plantaron sus pies en el suelo y combatieron. Y si ante Liverpool o Chelsea, los buenos momentos, las (si bien ligeras) buenas sensaciones se fueron por el sumidero, esta vez no. Marcó Tom Cairney y marcó Ryan Babel. Y no encajaron. Y aunque apenas tenga valor y todo lo demás, esta vez, ganaron.

 

10. Si alguien parece que va a ganar, es el Aston Villa

Es curioso como entre implosión e implosión muchas veces todo sigue en pie. El Aston Villa no tenía solución, y tampoco la tenía hace cuatro meses. Pero las jornadas, sucediéndose una tras otra, y en una liga como la segunda inglesa donde las tienes por castigo, todo es capaz de cambiar. Pocas veces lo hace como lo ha hecho el Villa este año. Desauciado y con todas las alarmas encendidas de forma permanente. Cuando las alarmas nucan cesan, sin embargo, pierden el efecto deseado y pasan a ser parte habitual de la situación. Cuando las luces nunca se encienden, te acostumbras a la oscuridad. Luego, de repente, entra un rayo de luz y tu vida cambia. Como la de este equipo, apuntando al ascenso después de un verano que fue un torbellino. Se cayeron, cambiaron de entrenador, ganaron un partido o dos de esos que engañan, pero levantarse ya parecía difícil. A pesar de ello, la cohesión fue finalmente lograda y es ahora cuando Dean Smith como entrenador, John Terry como asistente, y los Axel Tuanzebe, Anwar El Ghazi, John McGinn, Jack Grealish, Tammy Abraham o Conor Hourihane han catapultado al equipo a ocho victorias seguidas y a un play-off en el que, con tal inercia, puede que nadie les pueda parar. La vida nunca es cómo la esperamos, pero nadie lo ha hecho todavía.

Sobre el autor

Ander Iturralde