1. La recuperación dentro de la energía del clásico inglés
La espera no era lo suficientemente larga para un momento intimidante, para una ocasión que se preveía que no pasaría con la suficiente rapidez, para un United encaminado a una guerra que no tenía forma de ganar, contra un rival mejor, todavía imbatido. Finalmente, no ganó el United, la forma la encontró pero solamente durante minutos. Muchos más de los que la lógica nos podía sugerir. Pero dentro del constante estruendo, el United no es un equipo totalmente inservible, carente de toda virtud: la defensa frenó al elitista ataque del Liverpool. Aunque una de las razones, uno no puede evitar sospechar, es la reducción del tal élite, de tal poder abrumador, con la ausencia de Mohamed Salah. No obstante, el partido todavía era una autovía despejada, o eso se creía, para que el Liverpool derrumbase con contundencia y sin piedad. Apareció una defensa de tres, de la cual es cierto que era parte Marcos Rojo, pero también Harry Maguire, así como Aaron Wan-Bissaka en el flanco. Los problemas van más allá de lo que estos dos fichajes alcanzan, pero estos dos fichajes han mejorado al United. Con una brillantemente solvente, tampoco de brillantez simple y absoluta, redujeron al Liverpool. Pero ya arrancarían los lideres. O no.
Al final, sí, pero costó. Y no sólo frustración, también un tangible gol en contra. Lleno de polémica porque la pólemica está en cada esquina, así como dentro de nosotros mismos. Inexorable en el fútbol, sobre todo. Pero ello no enmascaró lo mejor que es Marcus Rashford en las grandes ocasiones. Uno arriba, con un Liverpool notablemente inofensivo, sin ser capaz de ser punzante, moviendo el balón y a sí mismos. Pero cuando ellos decidieron desmontar su habitual e inpagable brigada de control, cuando Lallana, Oxlade y Keïta hicieron acto de presencia, finalmente la rueda de la caja fuerte conectó, hizo click, ese click que supuso Marcos Rojo, tras un partido más que decente para lo que es él, atosigando a Lallana sin restricción hasta el momento justo antes del gol. Y gol. Pudo haber más. Pudo finalmente la profecía haber sido cumplida. Pero recordamos en medio de este partido qué partido era este exactamente, el clásico. En el cual United escavó para encontrar una versión ya no tan familiar de sí mismo. Donde pudo recuperarse de todos los golpes inflingidos recientes, a través de una energía que sólo está dentro de este clásico.
2. Los heladeros tecnicistas
Antes de nada, esas equipaciones, a ver. ¿Del fondo de qué congelador de helados los han sacado? Y lo que es más importante, ¿por qué lo han hecho? El Manchester City volvió a ganar y todo eso, pero exhibió por primera vez en la liga su nueva tercera vestimenta, solamente mostrada anteriormente en lugares seguros como presentaciones que a nadie importan o giras asiáticas de las que muchos optan por no enterarse. Con ocho puntos debajo de donde querrías estar, estos riesgos estilísticos, son una forma inecesaria de retar a un público que ya te tiene poco aprecio. Pero da igual, porque ellos son mejores que los retos que, por contra, se les presentan a ellos. Un enjaulamiento del Crystal Palace con unas veloces, fugaces combinaciones ante las que las aguilas sólo podían resistir, y sólo hasta cierto punto.
Con de Bruyne de vuelta, con esa finura, ese poder de aplastamiento refinado nuevamente tras la pequeña catástrofe que fue perder contra el Wolverhampton. Los tecnicistas, ahora convertidos en refrescantes helados visuales, brillaron, con soberbios destellos, Bernardo colocándola ahí, en el sitio celestialmente correcto, donde Gabriel Jesús hizo de la casi-perfección futbolística el «cero a uno» para el Manchester City. Dos minutos después el fregadero, atascado por los Gary Cahills de este mundo, sería derrotado por otro ridículo pase, esta vez de Raheem Sterling, para que David Silva anotase sin la más mínima ausencia de celeridad, de la brillantez que tanto han podido rutinizar, el «cero a dos». Pero a pesar del hecho, tan claro, tan innegable, Guardiola ha querido aclarar; insistiendo en que la normalización de este nivel de destello, de fantasía esférica, no es fácil. Ellos lo habrán elevado al nivel en el que consiguen que lo parezca, pero es un buen recordatorio, aunque no sea por las más pulcras de las razones, de que, en efecto, no lo es.
3. Sitio para respirar
Conciertos musicales son una muy singular experiencia. No hay nada exactamente como ellos. Hace poco estuve en uno. Allí conocí a varias personas con las que entablé conversación y una cierta relación. Uno de ellos, llamémosle D por mantener el anonimato, fue con quien más hablé. Situados ante el escenario, esperando a que diese comienzo, D estaba señalándome el mínimo espacio que había entre él y el chico inmediatamente delante, quien estaba completamente a lo suyo, en su mundo, jugando a Pokémon Go entre grupo telonero y grupo telenoro. D y yo nos percatamos, concluyendo algo así como: “Un hombre tiene que hacer lo que tiene hacer [en este caso cazar Pokémons]”. El despligue y el orden entre quienes estábamos en esa zona del público fue mutando a lo largo de la noche, especialmente con el comienzo de la actuación del grupo a quien todos habíamos venido a ver. Irrumpieron dos chicos desde varias filas más atrás, con vehemencia, con poca, digamos, consideración.
En lo que las primeras canciones se sucedieron, unas detrás de otras, estos sujetos perdieron todavía más las formas, creando un ambiente histéricamente hostil en comparación con el reseñable civismo que todos los demás presentes estaban mostrando. Comenzaron a llevar a cabo un acto que se conoce como “moshing”, chocando intencionadamente con varios, entre ellos D, quien tuvo que acabar respondiendo empujándoles a ellos. La cosa se tensó por unos instantes, aunque no tardó en disiparse cuando otro amigo de D, les separó lo suficiente para que no volviesen a entrar en contacto los unos con los otros. Y esto iba a ir sobre el Everton. Va sobre el Everton. El chico del Pokémon Go viene a ser el Liverpool, un equipo que no hace mucho estaba justo por delante del Everton (y que estos encontraban una gracia en tener justo “ahí») y que ahora está en otro sitio totalmente distinto tras barajarse de nuevo las cartas, mientras que el Everton ha pasado a tener que lidiar con los dos garrulos posteriores. Que, no por lo de garrulo pero sí por la molestia que le crean al Everton, es lo que representan equipos como Leicester, West Ham… Pero, tras una victoria precisamente contra el West Ham que le saca del descenso, vuelven a tener en el Everton sitio para respirar.
4. Para el nuevo documental
La incesante Premier League, así como la vida en sí misma, está en una lucha frontal con un Tottenham que ya no está el paso por delante que solía estar. Pocas pruebas mayores de ello es el hecho de que el Watford estuviese a punto de ganar en el nuevo White Hart Lane y ello hubiera siedo más que consecuente con lo desplegado sobre el campo, siendo ese sutil pero incipiente pánico final lo que contribuyó al gol, al empate, al mínimo botín que obtuvieron los Spurs. Tan apagados, de ritmo tan lento, de energía tan baja. Incluso con el tortazo en la cara que fue encajar con seis minutos del partido transcurridos; todavía intentando averiguarse a sí mismos y si el parón de selecciones había desteñido de forma irreversible sus problemas, para desquitarse de ellos, para pasar página. Todo será más complicado que eso. Goles de Abdoulayé Doucouré, jugador que sonó más de una vez como futurible fichaje precisamente del Tottenham, fue el autor del primer y único gol visitante. Pero fue más que el gol; también fue el puntiagudo recordatorio de un específico problema del equipo: la medular.
Ahora mismo todos los apartados del once lo son, pero el del centro del campo lo es en particular. Como también lo fue la temporada pasada, de forma tan exacerbada como camuflada. Con Tanguy Ndombele en el banquillo, todavía en proceso de alcanzar la velocidad de crucero que Pochettino quiere que alcance, Moussa Sissoko y Harry Winks, una vez al igual que todas las otras, cargaron con el peso, el privilegio y la responsabilidad de hacer la Tottenham sentir, esa chispa, esa sensación de que todo fluye. Pero pese al inestimable esfuerzo de ellos dos, Mousa Dembele está en China, Ndombele en camino, al igual que Giovanni Lo Celso. Es un momento de complicada transición, de códigos por descifrar, donde los problemas se multiplican sobre sí mismos, donde hay ya un montón de pequeños reveses constantes, aparentemente inofensivos, pero a los que habrá que mantener a raya. Lo bueno, según se mire, es que lo podremos observar todo, con detalle, cuando salga a la luz el documental de Amazon que se anunció el otro día sobre esta temporada del Tottenham. Esta, no la anterior o la pasada. Huh. Va a ser… interesante.
5. El momento y el lugar
Una pequeña gran escalada es la que prosigue el Leicester, Brendan liderando a sus muchachos, en una imagen que confecciono en mi cabeza, como si fuese el poster de una película, con Rodgers y varios de sus jugadores (los más fotogénicos tipo Söyüncü), colgados de una montaña con cuerdas, tratando de escalarla. Con Rodgers con una sonrisa de oreja a oreja; una comedia familiar, clasificada para todos los públicos, tipo Jumanji en cuanto a ambientación. En la cual parece que no van a conseguir llegar a la cima, dándose cuenta en el mismo momento de que, en realidad, no importa. Lo que importa es el camino, disfrutar del proceso y la experiencia. Y al final lo consiguen. Y todos felices. Aunque las perdices, como comida práctica, aquí no encajan. Pero donde sí encaja, fuera de esta absurda metafóra, de esta ilustrada realidad alternativa, es Tielemans en el Leicester.
Una gran esperanza, no sólo del fútbol belga, sino de todo el continente, cuando las miradas eran inconscientemente atraídas por él hasta el Anderlecht. Ahora, otra vez, porque parece que es todo, o casi todo, de lo que un día (que fue como hace dos o tres, pero el mundo gira muy deprisa) prometió ser. Tan cómodo bajo la guía de ese entrenador que tantos sospechábamos que sería simplemente el pegamento que uniese al Leicester, que les diese la resistencia para competir a esa nueva altura. Lo está haciendo. Y gracias a todos quienes están sobre el césped ejecutando el plan. Ninguno más que Tielemans, encontrado el sitio, su momento en Leicester. El temor era y no precisamente pequeño de que Mónaco le había arruinado, desenmascarado. Nada más lejos de la realidad, con ese desparpajo, esa presencia, esa finura y contundencia en sus movimientos, en sus pases, en sus remates; en sus goles. Con uno de ellos, el Leicester ganó. Para ser un equipo en Champions, esta semana siguiente al igual que la anterior.
6. Ninguno parece que llegará excesivamente lejos y no pasa nada
El fabuloso derbi que no es un derbi entre los hamptons nos enseñó y al mismo tiempo tampoco demasiado. Una segunda paradoja construida sobre la primera y dos equipos que no descenderán, que tampoco irrumpirán mucho más allá; a los cuales les queda trabajo y mucho, uno de los cuales pudiendo aprender de lo que el último “gran Southampton” no pudo hacer, que es coronarse con un título o, simplemente, con una gran actuación europea. La eterna lucha del prestigio y el desprestigio, encapsulada en la Europa League, tan inconprendida, tan vilipendiada por aspirantes a la burgesía del aficionado al fútbol. Porque despreciar a la segunda competición continental tiene algo de razón y mucho de postureo, en ocasiones criado en el visceral miedo a un descenso en tu propia liga. Pero el Southampton de Koeman, que queda quinto en 2016, que tan bien lo hace, o el Southampton inmediatamente posterior, serían recordados con mayor impacto, con mayor facilidad si hubiesen tenido esa andadura insignia por algún cosmopolita paraje más allá de la Premier.
Ahora, la oportunidad es de un Wolverhampton al que se le vislumbra todavía suficiente para tener una temporada tranquila en la Premier League, sin importar los viajes a Bratislava o Estambul. No es tan rudo y duro el equipo, no tan infranqueable porque entre otras cosas el equipo está sufriendo por algo que Nuno ya ha sufrido antes y es la transición entre la primera versión de uno de sus equipos y la que tiene formar después. No siempre es sencillo, pero el Wolverhampton tiene un equipo con habilidad para mucho de lo que insinuaba. Aunque, a veces, muchas veces, ello sólo pueda ser un empate. Como ante el Southampton, para el que probablemente cualquier indicidio de que ser entreandos por Ralph Hasenhüttl pudiese transformar el agua en vino y a ellos en un equipo clínico y eficaz de cara a puerta, se quede solamente en indicio. Pero no tener que descender, o que tan siquiera que pensar en ello, es un resptable paso adelante.
7. Un brutal tratado de paz
Llega, se va instaurando el frío en la costa sur inglesa; el fútbol ha vuelto del parón de selecciones, viene el Norwich a jugar contra el Bournemouth, “menudo descalzaperros de partidos que vamos a tener”, y… cero a cero. Una brutal actuación. No en el buen sentido. Un choque frontal con nuestras expectativas, con lo que hemos llegado a esperar de ambos equipos. A los que creíamos conocer, a los que tuvismo que redescubrir esta tarde de sábado. Tan fría, tan hueca, por muchas cosas pero esta vez por el Bournemouth y por el Norwich. Porque dos bombarderos por ataques a los que se les olvidó guardar la pólvora antes de quedarse fuera por la noche, llover y quedar inservible por la mañana. También por la tarde. El Norwich tuvo algunas, pareció encontrar chispazos, momentos; pero nunca fueron concretados, rematados. Ni por tu delantero finlandés favorito, ni por el miembro olvidado de One Direction, Todd Cantwell, ni por su más influente jugador ofensivo Emiliano Buendía.
Tras no poder hacerlo en ninguna de sus salidas esta temporada, pudieron asentarse, The Canaries, en la mina de carbón donde iba a haber una pequeña guerra. Y todo lo que hubo, lo que sucedió, fue un inesperado, brutal en ejecución, tratado de paz. Quizás no voluntario. O quizás sí. ¿Qué respuesta representa Dominic Solanke? Algo ve en él Eddie Howe, utilizándole de titular nuevamente aquí, y se puede entender. Uno le ve y observa un más que apto jugador de Premier League. Pero nunca, parece, podrás verlo también en el casillero de los goles. Esta vez ni para asistir a un compañero, para habilitar el gol de alguien que no fuese él. Por contra, en esta ocasión y quizás no por casualidad, el Bournemouth pudo plantar su defensa y nunca dejar acceder al único otro equipo que no había logrado una portería a cero en toda la temporada. Vinieron, chocaron, dos trenes que sólo eran espíritus de lo que se temía, se quería, que fuesen. Una tarde para el olvido, aunque para examinar por su inverosimilitud. Pero sería ingenuo pensar que esto sea el comienzo de nada.
8. Targett, la diana, la victoria del Aston Villa
Así como el Bournemouth vs Norwich fue esa insipida decepción respecto a lo esperado, otra refrescante, novedosa por haberse enfrentado solamente dos veces en liga en los últimos quién sabe cuántos años. Aston Villa y Brighton no se han visto mucho las caras, separados casi siempre por una o más divisiones. Acumulada frescura, también generada por las sendas propuestas estilísticas actuales de ambos, el partido empezó rápido, sucedió rápido, acabó rápido. Con goles, uno anulado, ocasiones llegando, la resistencia del Brighton aflorando cuando más lo necesitaba. Que fue pronto. Una de esas tontas secuencias, que te ocurren por un simple descuido, de peor apariencia que esencia; consecutivas faltas, consecutivas tarjetas amarillas y expulsado Aaron Mooy. Separadas por solamente cinco minutos, ambas evitables. Antes del descanso el Brighton tenía un gol, pero también a un expulsado. Ocasiones generadas también tenía, pero con sólo una convertida, el equipo ahora tan echado hacia adelante, tan proactivo en su despligue, tendría que mostrar lo que tantas veces se va con el entrenador anterior, el especialista defensivo: saber defender.
Marcó Hourihane, pero fue revertido a posteriori. Marcó Grealish, esta vez valiendo. En el descuento de la primera parte, un buen gol, no tan bueno como el Hourihane, pero en su caso, válido. El Brighton, sin embargo, tampoco sería encerrado. Acercándose al “uno a dos”, pero sobre todo repeliendo el “dos a uno”. Repeliendo a la no discreta artillería de los “villanos”, con un resulta que muy buen medio centro defensivo que se llama Marvelous Nakamba y después dos llegadores en los interiores, con Hourihane y McGinn, y Grealish, El Ghazi y Wesley completando el quinteto. Aunque no llegaría ninguno a contectar, para su desdicha. Incipiente ya el final, el Brighton de su completar su modificada misión, no sería ninguno de los mencionados pero en esa diana acabó disparando, marcando, acertando nadie más idóneo por el momento (el último del partido) y, sobre todo por nombre, que Matt Targett.
9. El peor arranque, sin que a nadie le importe
Frank Lampard ha estado firmando el peor arranque de un entrenador del Chelsea desde que ese señor ruso, apuesto, con la sonrisa del millón, entró por las puertas de Stamford Bridge hace más de quince años. A nadie le importa, sin embargo. Nadie probablemente lo sepa, incluso. Incluso el mayor de los ogros, de las agotadoramente exigentes entidades como el Chelsea, perdido tantas veces en la zozobra que causan los extremos en los que tan cómodos, o más o menos, vivía. Abramovich se ha calmado con el tiempo. Porque sí, aquí, esto, es por la sanción de fichajes del club. Si no, para rato estaríamos aguantando a Frankie con sus ideas de bombero de jugar con un sólo centrocampista en Jorginho.
Cinco, en esencia, atacantes además de uno laterales más falsos de la liga en Marcos Alonso. Pero incluso así, y también porque era el Newcastle, la portería local se quedó a cero. Y los puntos del Chelsea ascendieron, a diecisiete. Con ellos hasta los puestos Champions, la tierra tan verde, prometida, de realización y felicidad para Abramovich en un agradable tarde Mayo en 2012, en Munich. Quizás sea ese mismo momento el que, por encima de todos, ya que era su gran objetivo, le haya calmado. Su transmisión desde el palco, las pocas veces que está hoy en día porque sigue viviendo una vida muy geo-políticamente estresada, es diferente. Contiene más contemplación, de lo que ya son tantos años de trabajo; de insistencia, de errores y aciertos. Contiene más templanza. Y, por eso también, es por lo que Lampard está haciendo un gran trabajo cuando no es el caso en comparación con los estándares del Chelsea en su era gas-ruso.
10. Bielsa en chándal
El Leeds ganó este fin de semana al Birmingham City para posicionarse, de nuevo, entre los dos primeros. En el ascenso, en segunda división, de donde tan cerca estuvieron de salir hace unos meses. Lejos de aflojar, de rendirse ante la ventisca de una nueva temporada de Championship, de una temporada de Championship con Bielsa, están frescos como nunca, tan lúcidos como nunca; un pequeña mejora en la puntería, en la resolución de sus oportunidades, y serán una fuerza de la naturaleza imparable. Como lo es Bielsa, de algún modo, en general. Crea, sin quererlo o buscarlo, un fervor tras de sí que conoce pocos semejantes. Pero Bielsa es dicha fuerza de la madra naturaleza porque pasa completamente de los convencionalismos de padre cultura. Es una eterna guerra entre lo que Bielsa cree necesario y entre lo que el resto del mundo cree necesario.
Es así como esta pasada semana, en la gala de celebración de los 100 años del Leeds United existiendo como club de fútbol, había alguien grabando en vídeo cómo la gente llegaba al evento, cómo entraba por la puerta: jugadores, directivos, entrenadores, gente de todo tipo relacionada con la institución y, cuando ha pasado casi un minuto del vídeo, aparece. Allí, al fondo, de repente; Don Marcelo. Todas aquellas personas que habían aparecido previamente con el esperado traje, con sus mejores galas. Como Bielsa, pero con su chándal. Una imagen tan surrealista, tan chocante con la forma en la que hemos llegado a entender la vida y, más concretamente, la vida pública. Porque el código de vestimenta probablemente era de traje, a excepción de la excepción en sí misma. Que opera de forma tan despreocupada, o tan inconsciente, en relación al mundo que le rodea. Por eso su huella es tan marcada, por eso, además de otras muchas cosas, su Leeds es tan bueno.