1. El Leicester de todos los días
Cuando parece que el Leicester ha encontrado su camino a la estabilidad, después de obrar el milagro, el desconcierto les invade, otra vez. El daño colateral de una marea revuelta, aparentemente incontrolable, podría ser Claude Puel. Como otros lo fueron antes que él y otros lo serán después. El equipo es nuevo y de algún modo no termina de serlo. Dejó buenas sensaciones contra Manchester United y Liverpool. Pero perdió ambos partidos. Y luego fue triturado por el Bournemouth. Y ya no son campeones. Mientras intentan descubrir qué Leicester son estos días, siguen siendo el Leicester de todos los días.
2. Por primera vez desde el siglo XIX
Liverpool y Chelsea han empezado la temporada, cada uno, con cinco victorias en cinco partidos. Por primera vez desde el siglo XIX, dos equipos han empezado tan bien la temporada y al mismo tiempo. Y cuando se hace “historia”, muchas veces uno no se da ni cuenta, pues es necesario el propio paso del tiempo para poder apreciar la magnitud de ello. Aunque esto no deja de ser un dato curioso. Al final, lo que más importa es cómo se acaba, no cómo se empieza. Sin embargo, tanto Reds como Blues han logrado quince de quince; puntos que sin duda serán valiosos de cara a su meta final. Pocos esparaban tan buen comienzo de los de Maurizio Sarri, quizás sí de los de Klopp. Los primeros reavivados por la refrescante llegada del excelente estretega italiano, los segundos buscando maximizar su trabajo de los últimos años, mover todas las fichas al centro de la mesa para ganar, ganar de una vez por todas. Puede que ni el Chelsea ni el Liverpool sean el equipo que marque a todo un siglo pese a sus esfuerzos. Pero ambos están marcando su presente, de momento.
3. Hazard, la cúspide y Giroud
Cuando Maurizio Sarri entró por la puerta en el Chelsea, vislumbrábamos un forcejeo con el “periodo de adaptación”. Sin embargo, en cuanto miró a Sarri a los ojos, el “periodo de adaptación” tuvo que saltar por la ventana. Gran parte del mérito se debe a Eden Hazard. Alguien que, si bien quizás nunca pueda sacudir por completo su olvidable curso 2015-2016, va camino de cimentarse como un jugador generacional. Desde el comienzo fue una estrella, en el Lille y después en el Chelsea. Creció, mejoró. Y quitando esa temporada antes mencionada, no ha parado de hacerlo. Fue al Mundial y brilló cuando necesitó hacerlo. Y no ha parado, ahora en un Chelsea aun más preparado para acompañarle a la cúspide de su propia carrera. Hazard destrozó al Cardiff con su descomunal habilidad y, también, con el que quizás es el mejor acompañante en ataque que tienen para ofrecerle: Olivier Giroud.
4. No te creas Beckenbauer
Hace unas semanas, Sol Bamba, central del Cardiff City, concedió una entrevista en la que explicaba cómo Neil Warnock le dice antes de cada partido: “No te creas Beckenbauer”. Para Warnock, la labor de un central consiste en despejar el balón lo más lejos y con la mayor fuerza posible. “Con una patada o de cabeza, despéjala”, añadía. Warnock es lo que es, la vieja escuela hecha entrenador y con ya 69 años de edad sacar el balón raso desde atrás no radica entre sus prioridades vitales. Pero Bamba le enamora. Es uno de sus jugadores favoritos de todos los tiempos y mira que ha entrenado a centenares de ellos. Cuando al fin consiguió ficharle, recién llegado Warnock a Cardiff en otoño de 2016, cumplía una meta que llevaba varios años persiguiendo. Esto son los sueños de Warnock: defensas grandotes y con personalidad. ¿Que no desbordas técnica con el esférico? A Neil no le importa. Voló por el aire en Stamford Bridge, Bamba, hasta conectar un certero remate de cabeza para poner al Cardiff 0-1 arriba. Sin los tres puntos al final, pero una especie de pequeña victoria.
5. El Wilfred Palace
La vida es eso que pasa mientras Wilfried Zaha lidera al Crystal Palace. Vale, dejémonos de eufemismos como “liderar”. Zaha es el oxígeno que necesita el Palace para vivir. Interesantes nuevos fichajes, un entrenador que le tiene tomado el pulso al equipo y al club, pero Zaha es la clave inequívoca y absoluta. Vinieron equipos a por él, más de uno y más de una vez, pero lograron retenerle en el sur de Londres. Hubo una vez que no lo consiguieron y el que peor parado salió fue el propio Zaha. Pero volvió de Mánchester y salvó su carrera hasta el punto de que vuelve a apuntar a la cima. Lo primero, lo de volver, suele ser común; lo de relanzarte a pulso no tanto. Pero ahí está. En Huddersfield, otros también lo hicieron bien, como el prometedor lateral derecho Aaron Wan-Bissaka o el centro del campo formado por Luka Milivojevic, Cheikhou Kouyate y James McArthur. Ateniéndonos a esta medular, más que el palacio de cristal, deberíamos hablar del “palacio de hormigón”, el “Concrete Palace”. Aunque antes que eso es, sobre todo, el palacio de Zaha.
6. Fuera de la zona de confort
Para que el Liverpool pudiese vencer al Tottenham tuvo que suceder un acontecimiento único: un gol de Georginio Wijnaldum fuera de casa en la Premier League. No había ocurrido nunca. Un jugador que creció como la espuma en sus primeros años en Holanda hasta que un ligero freno en su ascensión le acabó mandando a Newcastle. Sin embargo, él iba a dar el siguiente paso, fuese con o sin el Newcastle. El equipo descendió, pero él marcó once goles, todos como local. Consiguió fichar por el Liverpool y marcó siete goles en sus dos primeras temporadas. Obviamente, todos como local. Como en casa en ningún sitio para un Wijnaldum que en Wembley, en la casa transitoria del Tottenham, al fin marcó como visitante. Logró salir de su zona de confort, como Jürgen Klopp ya le había hecho hacer con su (de momento existoso) paso al medio centro tras toda una trayectoria entre el puesto interior y el de media punta.
7. El descanso de Özil
Mesut Özil anotó en Newcastle un gol y parece que podemos descansar, aunque sea sólo un rato, de la vorágine que le rodea. Que si esto, que si lo otro, que si aquello de allá… Con Özil siempre parece haber algo y algo que no corresponde con su brillante talento. Aquel que nos ha mostrado y al que ha quedado esclavizado de alguna manera, pues su regularidad a la hora de sacarlo a la luz es una de las grandes frustaciones del último lustro. Cuando más se le exige, cuando más se enturbia el ambiente a su alrededor, no termina de responder con furia; pasa un poco el tiempo, la gente se calma, pasan a otra cosa, y Özil puede reaparecer. Porque debajo del radar siempre acaba haciéndolo: se luce y mantiene una esperanza que -con su calidad- probablemente nunca desista de que lo haga también al siguiente nivel. De momento, un gol y un descanso pequeño de la vorágine.
8. Alivio, aunque por los pelos (de Fellaini)
Más que cualquier otra cosa, lo que el Manchester United necesita hoy en día son victorias. Afortunadamente para ellos, tras el terror que supuso sucumbir consecutivamente ante Brighton y Tottenham, han conseguido sumar dos triunfos en las últimas dos jornadas. José Mourinho había explotado, todo era anarquía en un terreno que ya no ofrecía clemencia. Sin embargo, tras vencer al Burnley de Sean Dyche, se disponían a hacer lo mismo contra el exequipo de Sean Dyche: el Watford. Invictos ellos, el United debía andarse con cautela. No obstante, salieron y más o menos jugaron como al United se le espera y se le exige, aunque sólo fuese un rato. Dejaron buenas sensaciones y dos balones en el fondo de la red: cada uno en polos opuestos de la estética, marcando Chris Smalling el gol de su carrera. Pero ante un Watford combativo y perseverante, necesitaron, además de otra buena actuación de Merouane Fellaini y una mano decisiva de De Gea en el minuto 95. Alivio, al final.
9. Otro paso
Siempre divierte ver al Bournemouth. Es una actividad siempre entreñable. Un equipo que, en teoría, fácilmente podría descender y nadie se sorprendería. No sólo se ha asentando en la máxima división (si es que existe realmente tal concepto entre los 14 «no grandes» de la Premier League) sino que lo ha hecho con la idea de buscar al rival con pases, más pases y velocidad a través de los mismos como primer instinto colectivo del equipo. Eddie Howe continúa maravillando y a diferencia de otros muchos prometedores entrenadores ingleses, él está a la cabeza porque la mencionada característica del equipo atraerá a equipos más poderosos donde esa vía de juego es la primera por defecto. Como defectos, los del Leicester, pudo exponer el Bournemouth. Si bien su defensa nunca será la más férrea de la liga, como demuestran sus evitables dos goles en contra finales, arrasaron a los Foxes con brillantes aportaciones de todos y en especial de un cada vez más estimulante Ryan Fraser. Otro paso que da él y otro paso que da el Bournemouth.
10. En el cumpleaños de Pellegrini
Quinta jornada pero al West Ham se le acababa el tiempo. Si hay algo que no le gusta a dueños rácanos es gastar dinero para que encima éste no dé sus frutos. Eso es lo que estaba pasando en el este de Londres a lo largo de las primeras cuatro fechas de competición. Y aunque nunca sabremos hasta qué punto Manuel Pellegrini estaba en peligro llegando a este partido en Goodison Park -durante la semana había sido ratificado por el club, lo cual muchas veces no es más que el preludio del despido-, tenían que reaccionar y, por lo menos, evitar una quinta derrota. Entonces, cuando lo necesitaban se dio ese clic y todo comenzó carburar. Pese a unos primeros minutos de entrar en calor, el West Ham marcó y logró imprimir de determinación, compostura e intensidad su actuación. Andriy Yarmolenko, como tanto se deseaba, demostró por fin de lo que es capaz en sus dos goles, el primero al contraataque y el segundo con un hermoso disparo con la zurda. Se repusieron a la réplica del Everton y Marko Arnautovic selló la victoria. En su 65 cumpleaños, Pellegrini recibió el regalo que quería.