1. Razones por las que el Liverpool perdió: Messi, Messi, ah, y… Messi
Empezó la velada con un extraña tensión, fruto de las expecativas de lo que había sido denominado como la final. Con extraños tifos, también. “Ready to color Europe”. ¿Preparados para colorear Europa? ¿Qué? Vale, para “pintar Europa”. No es que la segunda traducción lo justifique, pero algo lo mejora, creo. El caso es que la acción acabó comenzando. Y terminando, tras noventa minutos, tres goles a favor de los locales y nadie decepcionado con el espéctaculo como tal pese a las expecativas, quizás desmesuradas, que puede acarrear una semifinal. Una batalla plagada de detalles, de pequeños factores diferenciales, si bien al final sólo hubo uno. La presencia de Georgino Wijnaldum en el sitio de Roberto Firmino no escapó la atención de nadie, y cuando Naby Keïta tuvo que retirarse lesionado, la cuesta parecía inclinarse un poco más en contra el Liverpool. Se mantuvieron cerca los unos de los otros, con ese electrizante riesgo de que la calidad de cualquiera de los dos conjuntos podía asestar un golpe franco a la eliminatoria: fue a través de la marcha de Keïta, del cambio de Milner de la derecha a la izquierda y la presencia de Henderson que acabó desembocando en que Jordi Alba les cazase con un despiadado pase.
Más todavía lo fue la finura, la precisión y el timing con la que Luís Suárez marcó. Pero esto no terminó con el Liverpool, que empezó a absorber la iniciativa, el control del partido en un reto que, sin embargo, necesitó de más que eso. Contra el uno a cero, contra el reseñable plan de Ernesto Valverde y el resto de encomiables piezas que hacen del Barça un conjunto tan elusivo, tan difícil de ser derrotado, estuvo siempre al borde de poder el Liverpool. No contra Leo Messi. Un contrgolpe, un disparo al larguero de Suárez, un Virgil van Dijk congelado brevemente por la situación y un Messi siempre un paso por delante. Era Messi. Contra el dos a cero, en lo que quedaba de encuentro y de eliminatoria se podía combatir. Pero era Messi, que por supuesto, marcó un golazo demencial de falta directa para proclamar su excelencia, su inalcanzable dominio. Siempre se dirá que el Barcelona debió haber ganado más Champions Leagues con Messi, pero esta lo que es, están camino de ganarla. Un equipo que ha madurado en su presente versión y que cuenta con el mejor futbolista de la historia. La interminable historia de la brillantez de Messi; y que algún lo hará, terminará. Pero será fabuloso hasta entonces.
2. Tan agridulce
Si no es el Manchester City, es Leo Messi. Este es posiblemente el mejor Liverpool de la historia; o al menos, sin atisbo de duda, uno de los mejores. Y puede que acabe sin la prueba material que lo demuestre cuando el mundo haya acabado y alguien encuentre, eones más tarde, enterrado en la tierra, un trofeo de la Premier League o de la Champions League que no lleve el nombre del Liverpool. Mientras eso no suceda, a este Liverpool se le recordará. Porque la execelencia que han demostrado no necesitará de títulos para dejar huella. Sin embargo, no habrán ganado esos títulos; aquellos por los que pelearon tan fervientemente, que rozaron; logros que pudieron ser pero que terminarán desvaneciéndose en el vacio, en la oscuridad.
Con tres partidos por jugarse, todavía es perfectamente plasusible que terminen ganando los tres, con la remontada necesaria contra el Barça y una épica victoria del Leicester. O del Brighton, o del Brighton. Pero no esto último no es precisamente probable. A veces vences a las probablidades; no obstante, no lo haces siempre. E incluso cuando las superas, de la más cruel e inesperada forma es en la que terminas siendo tumbado. Será agridulce no ver al Liverpool ganar nada. No porque sea el Liverpool. Podría ser el Tondela o el Sibir Novorsibirsk; es ver semejante esfuerzo quedarse, finalmente, sin nada físico a lo que abrazar. Han hecho casi todo lo que han podido. Podrían haber ganado todos los partidos. Pero no lo hicieron.
3. Ligeros favoritos, ligeros ganadores
Vivimos en una realidad tan extraña que no sólo el Tottenham alcanza las semifinales de la Champions League sino que en ellas acaba emparejado con el Ajax y son los de Ámsterdam los favoritos. Es que es un sin sentido encima de otro. Llegado el partido, no obstante, la lógica empezó a imperar: el equipo sin centro del campo (y sin apenas ataque) fue barrido durante una sólida media hora por el equipo con uno de los mejores y más dinámicos centros del campo del momento. Cuando parecía que las cosas no podían ir a peor, cuando el gran logro era estar manteniendo el tipo con “sólo” un gol de desventaja, Jan Vertonghen fue reventando primero por la cabeza de su propio compañero (tanto en el Ajax en su momento como ahora en el Tottenham) Toby Alderweireld y una fracción de segundo después por el antebrazo del portero rival André Onana. Los resultados, como os podéis imaginar, no fueron bonitos de ver.
Tampoco la aparentemente irresponsable forma de gestionar la lesión y el futuro del jugador respecto a su participación en el partido. Tras una temeraria vuelta al campo, fue finalmente sustituido. De una mala situación, el Tottenham logró encontrar una solución para sobrevivir: Moussa Sissoko. En serio, esta temporada del Tottenham es una absoluta locura. Como ya es normal, Sissoko, Sissoko, cambió de arriba a abajo la complexión del partido para volver a meter en él a los Spurs. En el computo global de la hora final de juego, el Tottenham se puede decir que tuvo ese pequeño plus, el cual, sin embargo, no tuvieron las armas para materializarlo. Ligeramente favoritos los neerlandeses, consiguieron una ligera victoria contra unos Spurs que, por muy inversosímil que sea para ellos también estar en este punto, deberían haberles vencido en condiciones normales. Pero, de nuevo, no hay nada normal en la existencia de esta precisa eliminatoria.
4. Ese as en la manga
No hay nada normal en esta eliminatoria y, a diferencia de los octavos y cuartos de final, la presión de no perder la ventaja obtenida se encuentra esta vez sobre el Ajax. También, a diferencia de en las dos rondas anteriores, el partido de vuelta va a jugarse en el Amsterdam Arena. Las dos grandes historias de la competición este año, frente a frente una segunda y última vez para intentar llegar a la final de Madrid. Un soplo de aire fresco en estos escenarios de la competición continental, a los que gusta ver por la novedad que suponen por sí mismos y porque no habrá que escuchar el típico “es que siempre están los mismos”. Como si no la competición no hubiese sido concevida para que fuese así de normal. El caso es aquí estamos con el Ajax y el Ajax del pasado: Toby Alderweireld, Jan Vertonghen, Davinson Sánchez y Christian Eriksen.
Todos ellos parece que estarán listos para jugar este partido de vuelta, al igual que el as que le queda en la manga al Tottenham, Heung-Min Son. Y Sissoko desde el inicio del partido, probablemente. Viendo cómo el Tottenham, pese a tener a medio equipo lesionado -y habiendo traspasado a Mousa Dembele en enero a China por no dejar de ganar once millones-, fue capaz de contrarrestar al Ajax, de reducirles a la anotación de un sólo gol, la intriga no hace más que acrecentarse para la vuelta, en el máximo feudo del fútbol neerlandés. El Tottenham luchará para que sus lesiones en su ya de por sí corta plantilla no hagan que su improbable recorrido en esta Champions League sólo llegue hasta aquí, para que pueda vivir una parada más. Pero si el Tottenham está ante una oportunidad única en, pongamos, cinco años, el Ajax está ante una en veinte. La gran historia de esta edición de alguien completamente inesperado en la final será continuada, sea quien sea el ganador final entre estos dos.
5. Una digna actuación
Después de años de sequía, los equipos provenientes de Inglaterra vuelven a ser competitivos en la Champions League. Lo peor de los años en los que no lo hicieron, fue escuchar a los de “la Premier League es una mentira”. Y luego a los que les rebatían con razones un poco ya tal para defender que no lo estuviesen haciendo bien. Ambos acabaron siendo muy cansinos de oír. En 2016 el Manchester City llegó a semifinales, pero como si no lo hubiese hecho, particularmente en cuanto al impacto que tuvo. Pero el año pasado, al fin se rompió la barrera y pasaron los cinco equipos ingleses a la fase final, llegando el Liverpool hasta la final de Kiev. Bonitos tiempos aquellos. Y sostenidos en los equipos ingleses una temporada más tarde. El año pasado dos llegaron a cuartos y en esta ocasión tres; como a semifinales entonces uno y esta vez dos. Sin embargo, no ha sido la indestructible apisonadora del Manchester City la que llegó a semifinales en ninguno de los casos.
No ha sido el más brillante equipo, quizás de toda la historia del fútbol inglés, el que rompió la barrera. Fueron Liverpool y Tottenham los que derrotándoles en sendas ediciones se convirtieron en uno de los cuatro mejores equipos del continente. La Premier League no es ahora más sencilla que cuando nadie se estaba ni acercando a estas cotas, pero sí la mayoría de proyectos han logrado al fin encontrar su punto de madurez, de plenitud. Los equipos que han dominado en la Champions League generalmente en los últimos años estaban reforzados por sólidos proyectos y plantillas en su cumbre de rendimiento. Y ese es ahora en de la Premier League con el City, con el Tottenham de Pochettino (y no deja de ser increíble que estén aquí por muy rodado que esté el proyecto), el Liverpool de Klopp… Todo va por fases, por épocas y rachas. Y, aunque este año tampoco la gane un equipo inglés, ha vuelto a ser una digna actuación por su parte. Han vuelto a ser competitivos.