Ante todo, quiero pedir perdón por el tiempo que he pasado alejado del teclado y de las colaboraciones en La Media Inglesa, pero la vida me ha pasado por encima y el trabajo ha absorbido mi tiempo como el lateral izquierdo del Liverpool absorbe jugadas de peligro del equipo rival, a capazos. Pero bueno, ahora tengo un poco más de tiempo (o más bien me he obligado a escribir) y creo que no hay mejor manera de hacerlo que hablando del único equipo inglés que siento como propio, aunque sienta cariño por equipos de divisiones menores, derivados de muchas temporadas de Football Manager deambulando por las divisiones inferiores inglesas al frente de equipos semiprofesionales.
Como valencianista de nacimiento, estoy hecho a sufrir, a quedarme a las puertas y a que solo me quede al final la honrilla de haber hecho una buena temporada pero sin un título que llevarme a la boca. Pero claro, el Liverpool no es el Valencia y lo de tocar metal está mucho más marcado en la idiosincrasia Red que en la blanquinegra. Es por ello que, estas últimas temporadas, donde solo la Copa de la Liga ganada en 2012 ha llegado a las vitrinas de Anfield, se están haciendo más duras que de costumbre, con demasiados resbalones, disculpen el chiste, excesivamente cerca de la meta.
Y es que ya no es solo la Premier League de 2013, es que desde principios de la década hasta la actualidad el Liverpool se ha quedado a las puertas de ganar una FA Cup (2012), una Copa de la Liga (2016) y una Europa League (2016). Si, sé que no son grandes títulos y que sabrían a poco para un equipo que con cinco Copas de Europa, pero ha llovido mucho desde 2006 y cualquier cosa sabría a gloria en estos momentos.
¿Pero saben qué es lo peor? Que estoy ilusionado. Tras dos años fuera de la Champions League, incluso de la Europa League, el haber vuelto a entrar entre los cuatro primeros, algo que no es tan sencillo como hace años con tanto equipo involucrado, me hace albergar esperanzas de cara a la temporada que viene. Vale que seguimos sin un portero de nivel (fichar a Loris Karius a bombo y platillo para acabar volviendo a Simon Mignolet es como ir a un tres estrellas Michelin y pasar por el Automac en el camino de vuelta a casa) y nuestro lateral izquierdo provoca más carcajadas (y es más lento) que Benny Hill, pero desde que ha llegado Jürgen Klopp el equipo, el Liverpool vuelve a jugar como un conjunto y compite en todos los escenarios. Puede sonar raro pero, a mí, me vale.
Eso no quiere decir que me conforme con esto ni que crea que el año que viene vamos a ganar un triplete. Soy consciente de que la Premier League es una competición muy difícil y exigente, lo que además complica en exceso el luchar por otros títulos (baste con observar que los dos últimos campeones de liga, Leicester y Chelsea, no competían en Europa; y los últimos ingleses en jugar finales europeas lo lograron renunciando a la Premier, como el propio Liverpool el año pasado o el Manchester United este), pero si se mantiene el bloque hay margen para seguir creciendo e ilusionarse con reverdecer viejos laureles. Eso sí, hay que empezar a trabajar duro para mejorar una plantilla que necesita un lavado de cara para poder competir en la Champions League sin dejar de lado la competición liguera, algo nada fácil por lo que hemos visto últimamente.
No voy a entrar en nombres, obviamente, solo pido que además de un portero, un lateral izquierdo y Mohamed Salah, llegue a Anfield un jugador capaz de romper un partido, de esos que permiten ganar un duelo a cara de perro en Burnley y no tener que volver a casa mosqueado como una mona por haber batido el récord de posesión en un partido perdido en la historia de la Premier League (como sucedió con el 2-0 del agosto pasado). Si, sé que Salah, Sadio Mané, Philippe Coutinho o Adam Lallana son jugadores de ese perfil, pero quizá la solución haya que buscarla un paso más adelante de ellos. Con una línea de tres cuartos de ese nivel, ningún delantero del equipo ha superado los quince goles en liga (Roberto Firmino fue el delantero más goleador estos dos últimos años, con 11 y 10 goles; en la anterior, fue Daniel Sturridge… con cuatro). Conseguir un nueve resolutivo y capaz de abrir defensas puede ser la llave que abra la puerta de una celebración en cuestión de un año. Y es que quedar el cuarto y por delante del Everton está muy bien, pero empieza a no ser suficiente.
Y que quede claro, tengo unas ganas locas de que el balón vuelva a rodar en agosto porque, al final, y viendo cómo juega el Liverpool contra los grandes, raro será que el año que viene no caiga algún título, aunque sea en una competición por eliminatorias. Madera y entrenador hay para ello.