Federico Esteve

Apuntes de Lionesses: el adiós de Nick Cushing

Punto y final a la etapa en el Manchester City del hombre que cambió la mentalidad sobre el fútbol femenino dentro del club.

Llegó el 2 de febrero, una fecha marcada en rojo en el calendario de los aficionados Citizens, y no porque se disputase de madrugada la Super Bowl LIV entre Chiefs y 49ers, si no porque significó el adiós definitivo a una era: la de Nick Cushing, el hombre que creció y aprendió de la mano de las chicas del Manchester City. Bajo su tutela, el club se ha convertido rápidamente en uno de los mejores clubes de Inglaterra y, poco a poco, empieza a imponer respeto en el resto de Europa.

El entrenador inglés abandona el club –aunque no la empresa– para trabajar como segundo entrenador del New York City FC masculino junto a Ronny Deila, quien, al parecer, pidió expresamente su contratación. Deila y Cushing se conocieron años atrás cuando el noruego pasó un tiempo en el centro de entrenamiento del Manchester City para prepararse como entrenador. «Tiene una reputación increíble dentro de los círculos futbolísticos y lo que ha logrado en Manchester ha sido increíble», dijo Deila en un comunicado emitido por el club.

La historia del equipo femenino del Manchester City está indudablemente ligada a la de Cushing, y su legado permanecerá en el alma del club por muchos años que pasen. Más allá de las victorias y derrotas, del desarrollo de jóvenes talentos y de las relaciones personales que ha logrado con sus jugadoras, el gran éxito de Cushing comenzó mucho antes de eso. Desde el principio, buscó elevar y equiparar internamente a su equipo, y consiguió que fuesen tratadas de la misma manera, sin distinciones por ser mujeres, como un equipo de fútbol. Y fue en ese momento donde comenzó a forjarse su leyenda.

Su aventura en Manchester, sin embargo, comenzó unos años antes de tomar las riendas del equipo femenino. Su pasión por el fútbol fue, al principio, un amorío inocente por el Everton, el club del que su padre le había hecho aficionado a los tres años y al que seguía tanto en casa como en sus desplazamientos. Siendo un adolescente entendió, como él mismo reconoce, que no había otra profesión para él, y comenzó a aprender el oficio de entrenador.

En 2006, mientras aún estudiaba Ciencias del Deporte en la universidad, Cushing se ofreció voluntario para entrenar un club local, el Vauxhall Motors. Su pasión y entrega por el fútbol formativo lo llevaron a ingresar en la academia del Manchester City, en enero de 2007. Empezó haciéndose cargo de equipos inferiores dentro del club y fue progresando poco a poco. Analizaba, en sus ratos libres, las sesiones de entrenamiento de los equipos mayores en las que fue, en muchas ocasiones, un utillero improvisado.


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Cushing comenzó su carrera como técnico en el Manchester City en 2007, cuando ingresó en la academia del club. / Getty Images


Con el tiempo, se convirtió en un hombre de club que recorrió prácticamente todo el camino formativo en su empeño por convertirse en un entrenador de élite y al que le llegó, en 2013, y un poco por sorpresa, la oportunidad de dirigir el primer equipo femenino, como él mismo reconoce: «Estaba relativamente inconsciente del equipo de mujeres hasta 2012. Eso no es algo de lo que me escondí».

Antes de la profesionalización de la sección femenina, las cosas eran bien distintas y la brecha entre hombres y mujeres dentro del club era un abismo. Entrenaban de una manera y en un lugar distintos y, al margen de la equipación y de unas ayudas mínimas, parecían olvidadas por parte del club. Sin embargo, eso cambió con la llegada de Cushing, ya que desde el principio se involucró por la igualdad y logró, no solo el uso de las instalaciones del club, si no la implementación de la metodología de trabajo de la que se había estado nutriendo con anterioridad en el fútbol formativo del club, de manera que todas las secciones entrenarían y jugarían del mismo modo. Eso catapultó de inmediato el nivel del equipo y comenzó a labrar su reputación.

Pese a esos avances, sus inicios no fueron sencillos y tuvo algunos momentos duros. En su primer partido contra el Liverpool, sintió realmente qué era entrenar al primer equipo femenino: «había entrenado muchos equipos de 11 jugadores en el club, así que me sentí cómodo con los sistemas. También, hice mi tarea en Liverpool. Pero, tan pronto como entré en el estadio Halton y vi las cámaras, me di cuenta de que esto era diferente. El juego se mostraba en vivo por televisión. Pero antes de que comenzara, estaba mirando directamente por el lente de una cámara para mi primera entrevista previa al partido. Me sentía incómodo».


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El Manchester City se despedía de su entrenador con el siguiente mensaje: «Game Changer». / Getty Images


Hoy, con tiempo y perspectiva, considera que esas situaciones le ayudaron a ser lo que es ahora. «Sin ese día, no sería el entrenador que soy ahora. Porque son esos momentos, esos momentos incómodos, los que ayudan a desarrollarte como entrenador. Necesitas esas experiencias que te empujan fuera de tu zona de confort. Las que te obligan a cavar realmente profundo para sacar lo mejor de ti mismo. Eso es los que te pone en el camino hacia el éxito».

Terminaría perdiendo ese enfrentamiento contra el Liverpool y acumulando cuatro derrotas seguidas en sus primeros pasos en el máximo nivel. Tras la última de ellas, frente a las Doncaster Belles precisamente, él mismo recuerda que sintió que quizá no estaba preparado para ello, pero el apoyo y la confianza, tanto del club como de sus jugadoras, nunca desapareció: «estaba aprendiendo a medida que avanzaba. Cuando miro hacia atrás, las jugadoras de alto nivel –Karen Bardsley, Jill Scott, Steph Houghton– me ayudaron increíblemente. No directamente, sino simplemente asumiendo más responsabilidad y roles más grandes. Sin juzgarme por mi capacidad como entrenador joven, sin entrar mentalmente en lugares donde sentían que se vendían cosas que no estaban sucediendo. [Ellas] nunca me hicieron sentir sin confianza en esos primeros cuatro partidos”.

Estaba claro que el éxito no se conseguiría de la noche a la mañana; aunque lograron ganar su primer título frente al Arsenal en la Continental Cup, esa temporada terminarían quintas. Sin embargo, las bases para el éxito futuro estaban siendo construidas. Habían invertido en buenas jugadoras –internacionales, muchas de ellas–, disponían de buenas instalaciones y de una metodología de trabajo homónima para todo el club, y todo ello estaba a cargo de un hombre cuya dedicación y entrega sobrepasaba su no limitado talento para entrenar. Desde el principio adoptó a su equipo y a sus jugadoras como si de un hijo más se tratase, y es esta relación la que él mismo considera su mayor logro.

«Gente como Jill (Scott), Steph (Houghton), las llamo amigas ahora. Hay un millón de cosas que me encantaron de este trabajo, pero probablemente lo más orgulloso es ganarse el respeto de las jugadoras y escucharlas decir cosas buenas sobre mí ahora, es un testimonio del arduo trabajo que hemos realizado», reconoció en The Guardian hace unas semanas, cuando comunicó su adiós al club.


«Por lo que más orgulloso me siento es por haberme ganado el respeto de las jugadoras y escucharlas decir cosas buenas sobre mí ahora»


El domingo, más de 6 años y medio después, se despidió del club de su vida y entregó las riendas a Alan Mahon –su segundo al mando–. Lo hizo entre aplausos y ovacionado por sus jugadoras y el público, que quisieron rendirle tributo tras el pitido final.

Tras más de 193 partidos, deja un palmarés envidiable: un título de WSL, dos copas FA femeninas y tres copas de liga, incontables triunfos y la satisfacción de haber logrado desarrollar el potencial de un sinfín de jugadoras que ahora son talentos internacionales para sus países, como Steph Houghton, Jill Scott, Abbie McManus, Tessa Wullaert, Karen Bardsley, Caroline Weir, Nikita Parris, Georgia Stanway, Ellie Roebuck, Lauren Hemp y Keira Walsh, entre muchas otras.

Nick Cushing deja una huella imperecedera dentro del club y en sus jugadoras, y su adiós, sin duda, dejará un hueco difícil de llenar. El Rey ha muerto, larga vida al Rey.

Despedida con una victoria que podría valer un campeonato

El Manchester City se llevó la victoria frente al Arsenal por 2-1. En un partido cargado en exceso de emoción por parte del combinado local, el Arsenal dominó y el City ganó. Los goles de Pauline Bremer y Lauren Hemp hicieron inútiles los esfuerzos de un Arsenal que solo pudo batir a Ellie Roebuck gracias al gol de Daniëlle van de Donk, la mejor del conjunto Gunner. Las bajas de Lia Wälti y Kim Little, por exceso de carga de partidos, hicieron que van de Donk tuviera que hacer un trabajo en el medio campo al más puro estilo Box to Box: apareciendo en defensa y conduciendo, con peligro, el ataque desde atrás.

El partido dejó, para la retina del espectador, unos duelos espectaculares entre Leonie Maier y Lauren Hemp, y entre Georgia Stanway y Beth Mead, con la que Nick Cushing tuvo un bonito detalle en la primera parte, cuando las cámaras captaron cómo el entrenador mancuniano le susurraba, entre risas, algo así como que aflojase un poco el ritmo, pues, hasta entonces, la extremo Lioness había sido un quebradero de cabeza para la dura defensa Citizen.

Más allá de buscar responsabilidades, errores de planificación o falta de fondo de armario para explicar la derrota del conjunto de Montemurro, hay veces en las que el balón simplemente no entra. El destino parecía tener reservado este partido para escribir un final redondo para la era Nick Cushing.

Por su parte, el Chelsea goleó al West Ham por 8-0 y se coloca a un punto del City, que es líder, contando con un partido todavía por jugar. Victoria contundente de las Blues gracias a los dobletes de Maren Mjelde y Beth England, en una goleada a la que se sumaron Sophie Ingle, Erin Cuthbert, Ramona Bachmann y Emily Murphy.  A día de hoy, no es descabellado imaginar que el equipo de Emma Hayes pueda llevarse el campeonato, ya que cuenta con una proyección ofensiva excepcional y es capaz de ser letal con casi cualquier jugadora.


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La internacional inglesa Beth England marcó un doblete en la victoria arrolladora de las Blues. / Chelsea FC-Twitter


En Adams Park, un tanto de penalti de la incombustible Fara Williams igualó el gol inicial de Lauren James y repartió los puntos entre Reading y Manchester United. Por su parte, el Brighton se impuso al Everton por 1 a 0 gracias al tanto de Aileen Whelan. De poco sirvió la visita de Carlo Ancelotti en un entrenamiento, a mitad de semana, para darles ánimos para este encuentro y el siguiente frente al Liverpool. Las Seagulls escalan posiciones para alejarse más aún de la zona baja de la tabla, mientras Red Devils y Toffees continúan liderando la liga de «los otros» en cuarta y quinta posición.

La jugadora de la jornada ha sido Ellie Roebuck. La portera Citizen es, a día de hoy, la mejor portera de la Superliga femenina y, debido a la lesión de Karen Bardsley, parece destinada a adueñarse de la portería de la selección los próximos años. Abandonó el centro de excelencia del Sheffield United a los 15 años, poniendo rumbo hacia Manchester. Desde pequeña, se vieron en ella unas cualidades tan prodigiosas que hasta su escuela le permitió librar todos los miércoles para que pudiera entrenar con el primer equipo. Roebuck, además, contó con un entrenador de porteros especializado desde que tenía 7 años. Un entrenamiento y un cuidado excepcional para una jugadora que se presume excepcional.

Su aclimatación al fútbol profesional resultó una transición bastante sencilla, pese a que pasó a compartir vestuario con jugadoras a las que admiraba y había seguido durante el mundial femenino de 2015. «Entrar y ver a todas las chicas que había estado viendo el mes anterior fue bastante surrealista, pero surrealista en el sentido de que son personas normales. Era realmente tímida, ahora no lo soy en absoluto, y traté de mantenerme sola. Steph y Jill se aseguraron de que estuviera bien, me dieron confianza», recuerda. Bardsley también contribuyó en su desarrollo dentro y fuera del campo y en que ahora, irónicamente, se haya afianzado en su portería.

Los Juegos Olímpicos y la Eurocopa de 2021 están presentes, a largo plazo, en la mente de Roebuck: «Mi objetivo, desde que era más joven, siempre fue ser el número uno de Inglaterra. […] Mi objetivo es tratar de asegurarme ese lugar, ya sea ahora, para los Juegos Olímpicos, o más tarde, para la Euro». Parece muy difícil que la joven arquera de Sheffield no logré cumplir su objetivo. Sin embargo, hay un nombre que me gustaría citar aquí por primera vez. El de Fran Stenson.

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