Ilie Oleart

Breve historia de la defensa de tres en el fútbol inglés

Este 2017, el Chelsea se convertirá en el primer equipo inglés en ganar la liga inglesa con una defensa de tres en más de cincuenta años. Historia de un sistema que ha sufrido muchas idas y vueltas a lo largo de los últimos cien años.

Los siete primeros clasificados de la Premier League esta temporada han usado de forma permanente o esporádica un sistema con tres defensas centrales. El campeón Chelsea es el que más lo ha utilizado, en 29 partidos de liga, es decir, en todos desde la derrota por 3-0 ante el Arsenal en septiembre. Tras el equipo de Antonio Conte, el Tottenham ha sido el equipo que más veces ha recurrido a un sistema con tres defensas centrales, en once ocasiones. Arsène Wenger ha sido el último en sumarse a esta tendencia. El Arsenal ha jugado con tres defensas centrales sus últimos cuatro partidos de liga.

Pero hasta esta temporada, estos sistemas estaban en desuso. De hecho, antes de que Roberto Martínez rescatara la defensa de tres para su Wigan después de la Copa del Mundo de 2010, se consideraban una rareza, un anacronismo propio de épocas ya superadas. Y, sin embargo, la defensa de tres tiene una larga historia en el fútbol inglés.

En 1925, la International Board aceptó la propuesta de las federaciones británicas de cambiar la regla del fuera de juego, no modificada desde 1866. Ante la sequía de goles, la FA convenció al resto de federaciones británicas de que la solución era exigir solo dos defensas entre el atacante más avanzado y la portería en lugar de los tres que establecía la regla original. El resultado fue un éxito, los goles volvieron a fluir y el fútbol evolucionó tácticamente.

El que mejor comprendió las implicaciones del cambio de la norma fue Herbert Chapman. Tras su exitoso paso por el Huddersfield, con el que ganó dos ligas y una Copa, fichó por el Arsenal. Como entrenador de los Gunners siguió evolucionando su sistema hasta transformar el 2-3-5 en boga en la época en un 3-2-2-3, más conocido como W-M. Fue el primer sistema con tres defensas que se vio en el mundo y le reportó al Arsenal dos ligas y una Copa.


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Alineación del Arsenal con el W-M de Herbert Chapman en la final de la FA Cup de 1930.


El innovador sistema de Chapman no tardó en convertirse en la norma y así siguió hasta finales de los años 50. Los famosos Wolves de Stan Cullis que vencieron por 3-2 al Honved en 1954 y se autoproclamaron “campeones del mundo” utilizaban todavía el sistema W-M. El sistema cayó en desuso con la irrupción del Ipswich de Sir Alf Ramsey, que aplicó un 4-2-4 aunque con ciertas diferencias respecto al 4-2-4 con el que Brasil ganó la Copa del Mundo de 1958. El éxito de Ramsey con el Ipswich y el posterior con la selección inglesa en la Copa del Mundo de 1966 pusieron el último clavo en la tumba de la defensa de tres.

No fue hasta mediados de los años 80 cuando hizo su reaparición en diferentes partes del mundo con versiones dispares: la Argentina de Carlos Bilardo que ganó la Copa del Mundo de 1986, la Alemania Federal de Franz Beckenbauer que perdió la final ante los argentinos o la Dinamarca de Sepp Piontek de los años 80 (conocida como “la dinamita danesa”).

Aquel resurgimiento esporádico fue una respuesta al 4-4-2 en boga en la época. Al jugar con tres defensas centrales, dos marcadores y un libre, los delanteros centro rivales tenían un marcador asignado mientras que el tercer defensa, el libre, quedaba exento de obligaciones de marcaje y su función principal era hacer la cobertura a sus dos compañeros. Johan Cruyff describió esta estructura defensiva como “la muerte del fútbol”.

La defensa de tres se fue con la misma rapidez con la que había vuelto. En cuanto los equipos comenzaron a utilizar sistemas con un solo delantero centro, la presencia de dos marcadores y un libre en defensa resultó superflua. Sin embargo, algunos entrenadores en Inglaterra siguieron usando el sistema de forma puntual y, en algunos casos, con resultados sonados. Fuera para bien o para mal.

En el primer caso se encuentra George Graham. Aunque él fue el creador de la famosa línea defensiva de cuatro de Highbury cuando llegó en 1986, con el joven Tony Adams, el rocoso Steve Bould y los recién fichados Nigel Winterburn y Lee Dixon, Graham era un entrenador versátil en sus formaciones. Y lo demostró en el partido más importante del club en casi veinte años.

En 1989, el Arsenal viajó a Anfield en la última jornada de liga con la obligación de ganar por dos goles para arrebatarle el título al Liverpool. En lugar de apostar por una formación más ofensiva que el habitual 4-4-2, Graham sorprendió a propios y extraños alineando una línea de cinco, retrasando a David O’Leary junto a los centrales Adams y Bould. El partido siguió coma por coma el guion que había trazado Graham: ambos equipos se retiraron al descanso sin goles y, al poco de comenzar la segunda parte, el Arsenal se adelantó con un gol de Alan Smith. En el descuento, Michael Thomas marcó el 0-2 que le dio la liga al Arsenal por primera vez en 18 años.


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Alineación del Arsenal de George Graham en la última jornada de la temporada 1988-89 en Anfield.


En 1993, Glenn Hoddle fichó por el Chelsea como entrenador-jugador y apostó permanentemente por la defensa de tres con él mismo como líbero. Los resultados, sin embargo, no fueron especialmente brillantes: en la primera temporada, los Blues finalizaron 14º y en las dos siguientes repitieron un 11º lugar. Sin embargo, los cimientos establecidos por Hoddle, que se marchó en 1996 para dirigir a la selección inglesa, permitieron al club no bajar del sexto lugar hasta la debacle de la temporada pasada.

A finales de 1994, Roy Evans adoptó el 3-5-2 en Liverpool. Según el propio entrenador, “acabé jugando con defensa de tres porque siempre sentí que éramos un poco vulnerables por el medio”. El sistema permitió a Evans dotar de libertad a Steve McManaman por detrás de Robbie Fowler y Stan Collymore pero mejorando la solidez defensiva. En las dos primeras temporadas de la Premier League, los Reds encajaron 55 goles. En la primera temporada con el nuevo sistema, esa cifra disminuyó hasta 37 y en 1995-96 se redujo todavía más hasta los 34. Los resultados fueron relativamente exitosos: los Reds fueron cuartos en 1994-95, terceros la temporada siguiente y de nuevo cuartos en 1996-97.

Quizás las reticencias de los entrenadores ingleses hacía la defensa de tres se deba a uno de los fracasos más sonados de la historia de los Three Lions. En octubre de 2006, tras un empate sin goles en casa ante Macedonia en partido de clasificación para la Euro de 2008, la presión pudo con Steve McClaren. El técnico inglés, que había tomado las riendas tras la marcha de Sven-Goran Eriksson, decidió apostar por el 3-5-2 para disputar el partido más complicado del grupo: la visita a Croacia. Aunque los integrantes de la defensa, Rio Ferdinand, John Terry y Jamie Carragher, se encuentran entre los mejores defensas centrales de la historia de la Premier League, ninguno de ellos se había formado en esta formación ni había jugado nunca antes en ella. Inglaterra perdió por 2-0 y acabó fracasando en su intento de clasificar para la Euro tras caer por 2-3 en Wembley en la última jornada, de nuevo ante la Croacia de Slaven Bilic.

El trauma provocado quizás sea el culpable de que el sistema cayera en desuso una vez más. Y el responsable sería un entrenador catalán al frente de un modesto equipo que luchaba por evitar el descenso. Roberto Martínez viajó a la Copa del Mundo de Sudáfrica en 2010 para estudiar, entre otros equipos, a la selección chilena de Marcelo Bielsa, que jugaba con una especie de 3-3-1-3. Un año y medio después, con su equipo hundido en el último lugar de la Premier League a cinco puntos de la salvación y menos de la mitad de la competición por disputar, Martínez tuvo un golpe de inspiración. El catalán apostó por el 3-4-3 y el Wigan ganó siete de sus últimos nueve partidos, incluyendo victorias ante Liverpool, Arsenal y Manchester United. Los Latics finalizaron en 15ª posición y otros equipos modestos siguieron su ejemplo con variaciones, como el Hull City de Steve Bruce, que prefirió colocar a dos delanteros en punta. También Roberto Mancini recurrió a la defensa de tres en el Manchester City aunque el invento no duró mucho tiempo.


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Alineación del Wigan de Roberto Martínez en el Emirates el 16 de abril de 2012 en Premier League que finalizó 1-2 para los Latics.


Desde el Wigan de Martínez, el uso de la defensa de tres ha ido creciendo hasta explotar esta temporada. Brendan Rodgers, un admirador del fútbol brasileño y del Barcelona, utilizó el 3-5-2 esporádicamente durante la temporada 2013-14, en que el Liverpool se quedó a un resbalón del título, y la temporada siguiente probó con el 3-4-3, aun reconvirtiendo en centrales a centrocampistas como Lucas Leiva o Emre Can. También el eterno rival, el Manchester United, utilizó puntualmente la defensa de tres con Louis van Gaal, pero los resultados no fueron los deseados y el holandés acabó por renunciar al invento tras los cánticos de sus propios aficionados exigiendo el regreso al 4-4-2.

Aunque Pep Guardiola, Jürgen Klopp, Ronald Koeman, Arsène Wenger, Mauricio Pochettino y José Mourinho han recurrido con mayor o menor asiduidad a la defensa de tres, la versión más exitosa ha sido la de Antonio Conte en el Chelsea. El italiano se ha convertido en el primer entrenador desde la desaparición del W-M hace más de cincuenta años en ganar la liga inglesa jugando consistentemente con una defensa de tres. Curiosamente, su equipo incluye un jugador, Victor Moses, que también formaba parte del Wigan de Roberto Martínez.

Como ha sucedido siempre en la historia del fútbol, el sistema durará hasta que aparezca otro que desnude sus carencias. Esta temporada, Mauricio Pochettino y José Mourinho han logrado vencer al Chelsea replicando su sistema y apostando por la presión, en el primer caso, y por determinados marcajes individuales, en el segundo. La llegada de los mejores entrenadores del mundo a la Premier League convirtió a la liga en el epicentro de la innovación táctica mundial. De momento, el modelo de Conte con un sistema 3-4-3 ha salido vencedor del primer envite. Es el turno para que sus rivales hallen el antídoto o creen un nuevo modelo que represente una evolución.

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