1. Un enfrentamiento descafeinado en el regreso de Mou
Los dos grandes dominadores de la historia reciente del fútbol inglés se verán las caras el próximo domingo. Desde que el torneo de la regularidad recibe la denominación de Premier League, nadie ha ganado más ligas que el Manchester United (trece) y el Chelsea (cuatro). Este fin de semana, los Blues reciben a los Red Devils en un encuentro descafeinado: los londinenses ocupan la quinta posición de la tabla y los mancunianos habitan en la séptima, y en las nueve jornadas disputadas hasta la fecha ambos han tenido tiempo de sobra para demostrar que están totalmente capacitados para fracasar en su intento de reconquistar la Premier League. Uno de los alicientes del partido reside en el regreso de Mourinho a Stamford Bridge. El técnico portugués es como el turrón: vuelve a casa por Navidad, pero lo hace con un par de meses de antelación. Ninguno de los dos clubes está para tirar cohetes, pero la urgencia apremia más al United, que suma cinco puntos de los últimos quince posibles.
2. La primera crisis de Guardiola en el City
A los Sky Blues les va mejor que a su rival conciudadano, pero durante las últimas semanas han surgido ciertas adversidades que han supuesto un notable frenazo al clima de optimismo exacerbado que habitaba en la disciplina celeste tras el fulgurante inicio de temporada. El pasado 20 de septiembre, Pep Guardiola aseguró que en algún momento iban a pasar por una mala racha. Lo que probablemente no sospechaba el técnico catalán era que dicha dinámica llegaría de forma inminente. El City acumula cuatro partidos sin ganar: dos en liga y dos en Champions. La contundencia de la derrota ante el Barcelona el miércoles indicó que a los Sky Blues todavía les queda mucho trabajo por delante para llegar al nivel de los mejores clubes europeos. Pero en el fútbol, como en la vida, no suele haber tiempo para lamentaciones prolongadas. El City ha perdido en dos jornadas la ventaja que había cosechado en las seis anteriores, pero continúa líder y recibe al Southampton con el objetivo de revertir la dinámica y encontrar de nuevo la senda de la victoria.
3. El «¿Y si este año sí?» de todos los años
Imaginad que el día de los inocentes durase más de un día. Imaginad que dura varias semanas al año. Algo así le ocurre al Arsenal temporada tras temporada. Casi siempre hay algún momento de la misma en el que el equipo dirigido por Arsène Wenger está inmerso en una racha brillante de juego y resultados. Los londinenses se llenan de ilusión y confían en que “este año sí”, en que ganar la Premier League no es una utopía. Pero el sueño siempre se acaba desvaneciendo, ya sea por ese tópico de que la liga es una carrera de fondo, por falta de competitividad ante rivales directos o por una apocalíptica plaga de lesiones que deja a media plantilla coja y a la otra mitad manca (luego está Abou Diaby, que se quedaba cojo en septiembre y manco en enero). Lo cierto es que el último mes y medio de competición realizado por el Arsenal ha sido, sin duda, altamente estimulante. Tras un periodo veraniego alejado de los deslumbrantes focos que apuntaban hacia Mánchester, los londinenses van de tapados, un disfraz con el que siempre se han sentido más cómodos. Pero ahora que son colíderes, los focos vuelven a centrarse en ellos. Esta semana, los Gunners buscarán en el Emirates su séptima victoria consecutiva en Premier League ante un Middlesbrough cuesta abajo y sin frenos. ¿Este año sí?
4. El desvanecimiento del espejismo
Antes del inicio de la temporada, todos los entendidos en fútbol británico señalaban al Hull City como el candidato con más números de descender a Championship. Los de Yorkshire empezaron la liga sin entrenador y con apenas una decena de jugadores, cual equipo de fútbol sala que participa en la liga pirata del pueblo de turno. Pero en uno de esos macabros eventos que la vida nos depara, los Tigers sumaron dos victorias en sus dos primeros partidos, derrotando incluso al Leicester City, vigente campeón de la competición. Sin embargo, con el progresivo devenir de las jornadas, el Hull ha ido perdiendo posiciones en la tabla clasificatoria. De hecho, sólo ha conseguido un punto de los últimos dieciocho y ha encajado diecisiete tantos en los últimos cuatro partidos. Una vez que el espejismo se ha desvanecido, los inestables cimientos del club se tambalean y sus múltiples carencias salen a relucir. Los rumores de venta del club a un grupo chino no han contribuido a apaciguar el clima de desasosiego que envuelve al club. Sería más realista pensar que Maradona puede proclamarse campeón olímpico de cien metros lisos en Tokio 2020 antes que creer en la salvación del Hull.
5. Los outsiders quieren seguir la estela
Liverpool y Tottenham comparten ciertos rasgos a la hora de desarrollar su juego sobre el césped. Equipos asociativos, con futbolistas hábiles con el balón en tres cuartos que hacen de su imprevisibilidad y de su movilidad una de sus mejores armas. Tanto Jürgen Klopp como Mauricio Pochettino han revolucionado respectivamente sus equipos: Liverpool y Tottenham tienen un estilo reconocido que han adquirido a medida que los conocimientos y mecanismos de sus entrenadores iban calando en ellos. Transcurridas nueve jornadas de liga, los Reds y los Spurs ocupan posiciones de acceso a Champions League, y podríamos catalogar este inicio de campaña como notable por parte de ambos. Sin embargo, ahora entramos en ese período en el que la narración abandona la introducción para inmiscuirse en el nudo. Y ahí es donde se erigen los verdaderos protagonistas de la historia. Huelga decir que ni el Liverpool ni el Tottenham quieren descolgarse de la lucha. Para ello, ambos deberían sumar tres puntos este fin de semana, en dos envites que podrían resultar engañosos. Los de Klopp recibirán a un muro de cemento llamado West Bromwich, mientras los de Pochettino visitarán a un Bournemouth que ha salido victorioso en los tres últimos compromisos disputados en el Vitality Stadium.