Daniel Centeno

Conte da con la tecla

Cambió el mes y también el sistema de juego. ¿El resultado? Contundencia: 3/3 victorias en este mes de octubre. 9 goles a favor y ni uno encajado. Y sobre todo, muy buenas vibraciones. Cambio de 180 grados con respecto a la dirección que se pudo ver en Emirates, pero… ¿qué ha cambiado?

En los últimos compases del encuentro frente al Manchester United, Antonio Conte jaleaba al East Stand tras el 4-0, incitando a que cantasen, que animasen, que celebrasen. Aunque a José Mourinho no le gustase el gesto con el partido ya decidido, los fans gritaron como locos y no era para menos: hacía mucho que el Chelsea no lucía así de sólido en defensa, de contundente en ataque, de fuerte, de invencible.

La euforia volvía a invadir a casi todos los aficionados Blues: los del estadio, los que estaban en algún pub, los que lo veíamos en casa, hasta aquellos que se tenían que conformar con seguirlo por redes sociales, lo mismo daba, era de frotarse los ojos y no creer. En los corazones de Stamford Bridge podría estar sonando una de las canciones de nuestra lista de Spotify: Alright, de Supergrass, porque todo estaba bien.

Todo esto suponía un pantagruélico (palabra que por cierto se está perdiendo) contraste con lo visto en el último partido de septiembre contra el Arsenal: el sábado 24 la principal noticia era el patinazo del Chelsea ante uno de sus mayores rivales. Encajar un 3-0 es duro, pero más aún si es en un derbi. Los once que salieron de visitantes en aquel partido eran de todo menos un equipo.

La decepción crecía a niveles inusitados tras la segunda derrota del mes. Se hacía mucho más visible que nunca la necesidad de una renovación en la vieja guardia. Empezaba a hablarse de un posible despido de Antonio Conte, se veía una temporada fuera de Europa y saltaban las alarmas en el Matthew Harding Stand, donde tradicionalmente están los aficionados más acérrimos de Stamford Bridge.

En la séptima jornada el Hull City veía como le endosaban un 2-0, pero las sensaciones no tenían magia ninguna. La victoria podía aprovecharse para desalojar el amargor de la boca, como si fuese un café instantáneo en un resacoso despertar de domingo, pero la jaqueca no se desvanecería con un mero trago.

Fue una alineación de primeras veces para Antonio Conte: era el primer partido de liga que se perdía Branislav Ivanovic por decisión táctica desde 2011. La defensa Blue, habitualmente integrada por cuatro jugadores, pasaba a ser un terceto con Azpilicueta reconvertido en central. Para aquellos que siguiesen a la Juventus que dominó en Italia, esta formación no sorprende demasiado viniendo de Conte.

Con todo, enfrentarse a un equipo relativamente más débil facilita el cambio. Sumar un central más y pasar a jugar con volantes en vez de laterales es un cambio que requiere tiempo para la adaptación. El técnico transalpino pidió a Leonardo Bonucci, pero llegó David Luiz. El brasileño tiende a cometer errores cuando se juega sólo con dos centrales, pero al estar como líbero puede facilitar la transición ofensiva, un rasgo ya conocido en Stamford Bridge tras su anterior etapa, y sus errores son minimizados pues tiene a otros dos centrales rápidos como Gary Cahill y César Azpilicueta que pueden cubrir la retaguardia rápidamente. Justo delante están N’Golo Kanté y Nemanja Matic para servir de primera barrera.

Trabajadores como nadie están Victor Moses y Marcos Alonso: actúan como carrileros en la línea defensiva, formando un 5-2-3 en defensa, y un 3-4-3 en ataque. Ambos son jugadores con un físico resistente y fuerte, pero también rápidos en sus movimientos, con y sin balón. Esto permite que se les pueda dar una responsabilidad ofensiva, dando por supuesto que en caso de contragolpe puedan recuperar la posición rápidamente y llegando a imponer su físico si fuese necesario.

Se llegarían a cancelar las apuestas por su despido en varias casas de apuestas tras el parón internacional, y si bien no es más que una cuestión estadística de las apuestas, Antonio Conte tenía que demostrar que lo de Hull no era un espejismo. Salvo los internacionales, habían tenido dos semanas para entrenar el sistema y recibían en casa al vigente campeón, al Leicester City, un examen que pudo ser peliagudo.

Pudo notarse el rodaje, pues el esquema táctico estaba ya más asentado. Se aprovecharon de que el Leicester mostraba fallos tácticos, especialmente a balón parado: la jornada previa había encajado tres goles en saques de esquina contra el Manchester United.

Si el primer tanto cayó en un córner, el segundo subió al marcador tras un mal pase de Matic desde su propio campo buscando la espalda de una zaga que se hizo un lío, dejando una situación similar a un contraataque. El tercero llegaría tras la sustitución de Pedro por Nathaniel Chalobah, asemejándose el 3-5-2 resultante al empleado en la Juventus. Una combinación entre Moses y el recién incorporado Chalobah permitió cerrar el resultado.

Por último, el domingo 23 la hinchada local fue testigo de la constatación: otro Chelsea distinto pisaba Stamford Bridge. Endosó al Manchester United la cuarta derrota más dolorosa que han sufrido los Red Devils en Premier League, la más dolorosa para José Mourinho en Inglaterra. Avasallaba el equipo de casa desde el minuto 1, con un gol de Pedro aprovechando la descoordinación entre David De Gea y los zagueros. Gary Cahill anotaría el segundo tras la botadura de un saque de esquina.

Después del descanso y tras la lesión de Eric Bailly daba la sensación de que al United ya no le importaba encajar goles. La defensa de los Red Devils fue floja en la tercera diana, de Eden Hazard. En la cuarta no merece ni llamarla defensa: Chris Smalling estuvo torpe, Paul Pogba iba al trote, Ander Herrera contemplaba la acción y Marcos Rojo estaba bien más cerca del linier que de Smalling, por motivos que nadie entenderá.

Ahora, en ataque varía más el sistema respecto al utilizado en la Juventus. Si bien en Italia a Antonio Conte se le veía alineando un 3-5-2, en el Chelsea aún no han sido titulares Michy Batshuayi y Diego Costa a la vez con defensa de tres.

El culmen del juego ofensivo en la Juve eran dos puntas generalmente antitéticos, uno corpulento y otro rápido. De acabar jugando Costa y Batshuayi simultáneamente serían más bien una pareja híbrido, lo que puede abrir la puerta a hacer asequibles los intercambios.

De momento está siendo acompañado por Eden Hazard y Pedro, que cortan en diagonal hacia dentro, aprovechando que Costa desplaza al menos a uno de los centrales. Esto se pudo ver en el primer gol del Chelsea, Diego Costa adelantó a Eric Bailly y creó un valioso espacio para que Pedro se cruzase desde la banda derecha.

En segunda línea la Juve usaba dos volantes duros que se pasaban el partido corriendo: Stephan Lichsteiner y Kwadwo Asamoah. Trabajados en defensa, ofreciendo alternativas por los laterales y lanzando centros. Similar está sucediendo con los mencionados Marcos Alonso y Victor Moses: alcanzan la línea de fondo en ataque y en defensa. Además sirven como escuderos a Hazard y Pedro, combinando con ellos y sobrecargando las bandas.

El preparador de Lecce no se caracteriza por su calma en la banda. Constantemente espoleaba a Moses y Alonso para que se apresurasen a subir: de prestarse atención se lograban percibir unos gritos de «¡GO, GO, GO, GO!» gracias a los micrófonos ambientales cada vez que el Chelsea recuperaba posesión atrás y tenía posibilidad de contraataque.

La mayor diferencia ofensiva entre la Juventus de 2013 y el Chelsea de hoy radica en la medular. La labor que en la Vecchia Signora era de Arturo Vidal y Paul Pogba ahora la llevan a cabo Kanté y Matic. Los cuatro son dos mediocentros box-to-box trabajadores, resistentes, hábiles defensivamente y con visión de juego. Pero en el Chelsea no existe un centrocampista organizador como Andrea Pirlo que se coloque tras los dos box-to-box.

Bajo la batuta de Conte, Pirlo se quedaba atrás, tocando con los tres centrales: volantes y mediocentros bajaban turnándose para recibir el balón con la intención de generar huecos aprovechables para crear ocasiones. Muy rara vez bajaban mucho los delanteros.

En el Chelsea la creación se está echando hacia la banda y los centrales colaboran en la construcción del juego más arriba que en la Juve, habiéndose visto a Azpilicueta bastante adelantado, cubierto siempre por Kanté.

Las conexiones entre el centro del campo y los dos extremos son recurrentes en Londres, los pases son más cortos y rápidos que en Turín, buscando una grieta que rompa la línea defensiva a base de forzar el marcaje al hombre que el rival aplica sobre Hazard, Costa y Pedro.

Así han llegado cuatro de los siete goles de los dos últimos partidos: los dos de Hazard, tras sendos balones de Matic contra Leicester y Manchester United, igual que el de Kanté esta jornada o el de Moses, que estaba jugando de extremo cuando Chalobah asistió con taconazo para rematar ante el Leicester.

En definitiva: vuelve a sonar música en Stamford Bridge. La vida parece más bonita en el SW6, pues la melodía ahora sí cuadra. El ex-vicepresidente Matthew Harding habría sonreído de ver el encuentro que se jugaba justo 20 años de su muerte en un accidente de helicóptero, qué menos que un buen homenaje con recital.

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