Una vez el fútbol volvió al panorama mediático en todo el mundo tras los primeros pasos de la pandemia en Europa, el Newcastle United y su propiedad se encaramaron a los primeros puestos del foco informativo. La marcha de Mike Ashley lleva muchos años pareciendo inminente, pero la salida del dirigente del club norteño no llega a concretarse. Parecía que este sería el momento de su partida, un año después de que Benítez abandonara el barco por discrepancias con la actual directiva. Sin embargo, el futuro de Newcastle United y Mike Ashley permanecerán unidos, al menos, por el momento.
Desde Arabia Saudí se empezó a generar un interés por realizar dicha transacción. Un fondo soberano saudí (que cuenta con la participación de siete ministros y el propio príncipe Mohamed bin Salman) unido a Amanda Staveley y los hermanos Reuben se convirtieron en los principales pretendientes a hacerse con el poder de los Magpies. El Newcastle, supuestamente, iba a convertirse en uno de los proyectos más ambiciosos de la Premier, con un cambio en el inquilino del banquillo que estuviera más acostumbrado a lidiar con el triunfo y la parte noble de la tabla. De esta idea, surgieron nombres como Mauricio Pochettino o la vuelta de Rafa Benítez lo que, en consecuencia, supondría la destitución de Steve Bruce. Todo ello tras obrar el milagro de la salvación en un momento muy complicado del club, con intermitente inversión en la plantilla y en un clima muy adverso hacia su persona. Pero Steve no tiene problemas para trabajar así.
Mientras se sucedían los días, las informaciones se iban generando entorno al futuro del Newcastle. Aparecieron inverosímiles rumores y nombres para completar la plantilla como Gareth Bale. Un traspaso a todas luces imposible desde el punto de vista deportivo y, sobre todo, económico tomando el Fair Play Financiero como referencia.
El tiempo transcurría en Newcastle y la operación no se realizaba. Ashley y el grupo saudí, con Amanda Staveley a la cabeza, ya habían llegado a un acuerdo para que los Magpies cambiaran de dueños a cambio de 340 millones de libras. La venta quedó entonces pendiente de la aprobación de la Premier League y su Owners’ and Directors’ Test. Pronto surgieron contratiempos, como una resolución de la Organización Mundial del Comercio que daba por probada la participación de Arabia Saudí en el pirateo de retransmisiones deportivas, incluida la propia Premier League, a través del canal BeOutQ. También una inevitable oposición de activistas de todo el mundo, rechazando el posible blanqueamiento de un régimen que vulnera los derechos humanos de minorías y está vinculado con el asesinato del periodista Jamal Khashoggi.
Mientras, el proceso comenzó a dilatarse cuando la Premier League, recelosa por las implicaciones derivadas de que un Estado se hiciera cargo de un club de su competición, solicitó a los nuevos compradores que probaran la independencia de este fondo soberano con respecto a Arabia Saudí. El proceso se demoró durante tantas semanas porque dicha información nunca llegó, como la propia Premier League ha aclarado recientemente en un comunicado. En dicho escrito, desmentía las últimas acusaciones del Newcastle, en las que el club aseguraba que fue la competición quien rechazó la venta, algo que la propia Premier se ha encargado de probar como falso. Lo cierto es que, no dispuestos a probar su idependencia del Estado, los saudíes terminaron retirando la oferta. Y, por ende, Mike Ashley permanecerá en su poltrona hasta nuevo aviso.
Ante estos hechos, todas las partes se encontraban expectantes: prensa, fans y miembros del club. En realidad, todos menos uno. El bueno de Steve ya había vivido esta circunstancia y salió vencedor. Porque él es así, no se sabe cómo pero siempre se salva. Bruce sigue siendo pragmático y solvente; Bruce sigue siendo el mismo. Steve no promete más de lo que puede dar, su cometido es salvar a equipos limitados y a eso se dedica. Ni más ni menos. Un entrenador de esa generación que se está acabando en el Reino Unido, de señores mayores en chándal.
La historia se vuelve a repetir: otra venta en la que se veía envuelto como técnico y que implicaba su salida. En Newcastle, el cambio en el banquillo sería por una cuestión de crecimiento institucional, una idea futbolística y un proyecto más ambicioso en el que Bruce, por lo que sea, no encaja. En cambio, en su etapa en el Hull City, Ehab Allam –hijo del dueño de los Tigers, Assem Allam– exigió como condición para la venta que se destituyera a Steve Bruce. Finalmente, la operación no se concretó. El técnico inglés fue protagonista en el último ascenso del club a la Premier League, uno de los últimos momentos de felicidad para los Tigers que, en esta temporada pasada, han sellado un descenso a League One como colistas tras una nefasta gestión.
Bruce no arrancó con buen pie su andadura en Newcastle-upon-Tyne, ya que sucedió a Rafa Benítez, quien se había convertido en un ídolo tras devolver al club a Premier y mantenerlo sin demasiada inversión. El técnico español abandonó a los Magpies por conflictos con la dirigencia después de aguantar varios años con una mala situación. Por lo tanto, el mundo del fútbol en Inglaterra no acogió de la mejor de las maneras a Steve Bruce y menos aún la afición del Newcastle. Steve aterrizó con la hinchada en contra y la mayor parte de la prensa dando por hecho el descalabro del club debido a la escasez de recursos económicos y futbolísticos. Pero eso no iba a ser un problema para Bruce, él ya sabe cómo se hace. No es nuevo.
En una de las campañas más extrañas de la historia, Steve Bruce realizó con solvencia el trabajo para el que había sido contratado: logró la permanencia sin apenas sufrir. Sin brillantez ninguna pero con sorprendente tranquilidad. Consiguió un rendimiento muy alto de jugadores como Almirón, Dubravka y, sobre todo, Saint-Maximin. Dio importancia a jóvenes promesas de la cantera como los Longstaff e hizo debutar a Matty, el pequeño. Y, todo ello, sin algunos de sus mejores futbolistas como Florian Lejeune o Lascelles, dos pilares del equipo que se han perdido muchos partidos en este curso, o la marcha de Ayoze Pérez quien ha sido uno de los mejores jugadores del club en esta década. El veterano entrenador aprovechó lo bueno que había construido Benítez durante los últimos años y consiguió encajar a la perfección a las nuevas piezas del puzle.
Se trata de un técnico que no destaca por su conexión con la hinchada ni por su propuesta atractiva de juego, sino que su idea es simple y pragmática. Aprovecha al máximo sus recursos, pero no le pidas que meta al equipo en Europa. Bruce ha conseguido encajar a Almirón y Saint-Maximin en un esquema en el que predomina el carácter defensivo. Aunque, probablemente, su mayor logro durante este año haya sido Matty. El joven centrocampista debutó con el primer equipo y formó parte de la rotación de los Magpies. El benjamín de los Longstaff es uno de los futbolistas más prometedores de Inglaterra y, como ha reconocido, la intervención de Steve fue clave para la renovación del canterano: “Hablé con él y no tuve dudas. Bruce me dio la oportunidad y estoy deseando volver al trabajo”.
El entrenador de Corbridge lo ha vuelto a lograr. Solo él sabe cómo lo ha hecho pero ha salvado al Newcastle United con suficiencia. Ha vuelto a ganarse el respeto del mundo del fútbol inglés a base de victorias, sin dinero. Por enésima vez ha mantenido a su equipo y ha conseguido su objetivo marcado a principio de temporada cuando nadie lo veía posible.