Despedir a un entrenador querido como Alan Pardew, bailar con el descenso y hacerse con los servicios de Sam Allardyce para que los salvara del casi inminente descenso. Ese fue el escenario que al Crystal Palace le tocó sortear la temporada pasada y que Steve Parish, presidente del club, no está para nada dispuesto a repetir. Para ello, quiso contratar a un técnico con amplia experiencia como jugador y también como técnico. Tras sonar nombres como Mauricio Pellegrino, el club londinense acabó optando por Frank de Boer. No es casualidad que ambos tengan pasado como jugadores del Barcelona.
Mucha tela por cortar tiene De Boer, que deberá apoyarse en todas las enseñanzas aprendidas en su larga y fructífera carrera como futbolista de élite. Frank coincidió con su hermano gemelo Ronald en la selección holandesa, así como en varios clubes (Ajax, Barcelona, Glasgow Rangers y los clubes cataríes Al-Rayyan y Al-Shamal en la recta final de sus carreras). De Boer conquistó varios trofeos con el Ajax (cinco Eredivisie, dos Copas de los Países Bajos, tres Supercopas de los Países Bajos, una Copa UEFA, una Champions League, una Copa Intercontinental y una Supercopa de Europa) y su polivalencia, su inteligencia, su potente pegada al esférico y su llegada de segunda línea le convirtieron en uno de los mejores jugadores europeos durante más de un lustro. Pero más interesante aún es su experiencia siendo entrenador.
Seis años en el Ajax (2010-2016) le hicieron acreedor de cuatro Eredivisie y una Supercopa de los Países Bajos, imponiendo autoridad a placer en el fútbol holandés con una de las mejores generaciones que ha alumbrado el equipo de Ámsterdam en los últimos tiempos. El problema apareció cuando De Boer decidió salir de los Países Bajos para emprender un nuevo reto, entrenar a un Inter de Milán que estaba ansioso por recuperar su protagonismo perdido en el fútbol italiano y en Europa, en reemplazo de un viejo conocido del fútbol inglés como Roberto Mancini. La apuesta terminó siendo un gran revés, puesto que no llenó las expectativas con los ‘nerazzurri’, siendo destituido en noviembre del 2016 con un Inter nadando en la mediocridad de la media tabla.
Siete meses después, emprende esta nueva travesía en el fútbol inglés, en donde tendrá que aportar más allá de su experiencia futbolística para hacer funcionar al Crystal Palace, la versión futbolística de una familia disfuncional. En primer lugar, una de las grandes paradojas de la temporada pasada fue que las águilas del sur de Londres merodearan el descenso teniendo jugadores de buen rendimiento como Wayne Hennessey, Patrick van Aanholt, Andros Townsend, Yohan Cabaye, Wilfried Zaha, Luka Milivojevic o Christian Benteke, solo por hacer mención de algunos. Se trata de una pléyade de jugadores envidiables para cualquier conjunto que pelee el descenso. Retener a dichos jugadores y añadir algunas piezas clave como un par de defensas centrales tras la conclusión de la cesión de Mamadou Sakho es la prioridad para que el Palace tenga un mejor rendimiento en el campeonato.
De Boer deberá dotar de más consistencia y solidez a un conjunto que la temporada pasada se deshacía como un azucarillo en agua hirviendo en las situaciones más adversas. Pocos habrán olvidado la derrota en Gales ante el Swansea tras remontar un 3-1 para ponerse 3-4 y acabar perdiendo en el descuento por 5-4. A pesar de todo, ya con Sam Allardyce en el banquillo, el Palace logró hacer un sprint milagroso en la recta final de la pasada Premier League para vencer a rivales como Arsenal, Chelsea, Liverpool, y arañarle puntos a rivales directos como Leicester City y Hull City, cosa que ayudó a las águilas a salir de la zona roja de la general.
Pero a De Boer no se le trajo para salvar a un club que ganó doce partidos, empató cinco y perdió la asombrosa cifra de 21 partidos el curso pasado, sino para catapultar al equipo a lo más cercano posible de la zona europea, como hicieron sus homólogos Everton (7°), Southampton (8°) y Bournemouth (9°). Parish espera que De Boer sea capaz de emular o incluso llegar a superar el gran trabajo que hizo hace unas temporadas atrás Tony Pulis pero con un estilo radicalmente diferente.
En este sentido, el Palace parece querer operar el mismo cambio de rumbo que operó hace años el Stoke City cuando se deshizo precisamente de Pulis para colocar en su lugar a Mark Hughes. Los últimos técnicos de las águilas (Tony Pulis, Alan Pardew, Sam Allardyce) se han caracterizado por el juego directo pero el nombramiento de De Boer parece un giro drástico en cuanto a estilo. Un cambio, por lo demás, intencionado, como demuestra el hecho de que Pellegrino fuera el otro técnico considerado para el puesto.
Sin embargo, quizás el estilo deberá esperar. De Boer llegó a una liga nueva que cada año es más competitiva. En la Premier League se reunirá con otros cinco técnicos que pasaron por el Barcelona: Pep Guardiola, José Mourinho, su compatriota Ronald Koeman y los citados Pellegrino y Hughes. El primer experimento de De Boer fuera de los Países Bajos fue una gran decepción para el entrenador y un gran revés luego de acostumbrarse a ganarlo todo con su club primario, el Ajax de Ámsterdam. Ahora, debe hacer del Crystal Palace un equipo de fútbol que no se caracterice por la inestabilidad en los resultados con tan buenos jugadores, sino en un club que pueda ser un escollo para los grandes del fútbol inglés, con un juego en el campo ordenado y atractivo que le ayude no sólo a olvidar su mala experiencia italiana sino que le permita también demostrar que es capaz de replicar el estilo asociativo del Ajax lejos de su casa.