Cuando Jürgen Klopp llegó a Liverpool en octubre de 2015, el Liverpool ya había emprendido su trayectoria en la Copa de la Liga. Ya bajo la batuta del entrenador alemán, el Liverpool alcanzó la final de Wembley, donde cayó en la tanda de penaltis ante el Manchester City y un providencial Willy Caballero. Antes de disputar las semifinales ante el Stoke City, Klopp reconoció que no tenía ni idea de que esa ronda se disputara a doble partido. Quizás si hubiera tenido ese dato a tiempo, se lo habría pensado mejor antes de lanzarse con todo a por el título.
La Copa de la Liga, un trofeo menor en el que los grandes (y cada vez más, también los pequeños) aprovechan para dar minutos a jóvenes y suplentes, solo tiene el atractivo de conceder una plaza de Europa League. Una recompensa escasa para un torneo que añade dos partidos más al mes más cargado del calendario, enero. Preguntado antes de recibir al Barnsley ante un desierto Wembley, Mauricio Pochettino reconoció que «cuando hablan de títulos, los grandes piensan en la Premier League o la Champions League». Y remató el argentino citando el caso del Wigan: «Cuando estaba en Southampton, ganaron una FA Cup. ¿Dónde están ahora? En League One».
La temporada 2015-16, el Liverpool disputó nueve partidos, incluyendo los dos de semifinales de Copa de la Liga. El balance fue de tres victorias (una de ellas ante el Exeter en la FA Cup), tres empates y tres derrotas. En aquellos primeros meses de Klopp, el Liverpool vagaba por la zona media de la Premier League, así que resultó más o menos comprensible que el técnico diera prioridad a un título antes que tratar de escalar un par de posiciones en liga. Menos explicación tiene su empeño en la Copa de la Liga la temporada pasada.
El Liverpool regresó a semifinales del torneo, donde se midió en esta ocasión al Southampton. Esos dos partidos provocaron que, de nuevo, los Reds tuvieran que jugar nueve partidos el mes de enero. En esta ocasión, el balance fue de una victoria (ante el Plymouth en FA Cup), cuatro empates y cuatro derrotas. Durante ese mes, el equipo de Klopp se despidió de la liga, la Copa y, para acabar de rematarlo, también de la Copa de la Liga.
Un rápido vistazo a los últimos campeones de la Copa de la Liga basta para comprobar que una larga participación en ella suele estar reñido con el triunfo en otras competiciones más importantes. El campeón pasado, el Manchester United, acabó sexto en liga. El Manchester City, campeón en 2016, finalizó cuarto aquel año. El Swansea, campeón en 2013, fue noveno en liga. El Liverpool ganó el torneo en 2012, cuando concluyó la liga en una pírrica octava posición. Pero ninguno de ellos puede competir con la proeza del Birmingham, campeón en 2011 y descendido solo tres meses después.
Klopp criticó duramente su defensa tras caer en Leicester. Pero, posiblemente, los dictados de su pensamiento interno discurrían por cauces muy diferentes. Sin esos dos partidos de Copa de la Liga en enero, Klopp podrá por fin disfrutar de un arranque de año más sosegado y concentrarse en sus tareas prioritarias, finalizar entre los cuatro primeros de la Premier League y alcanzar las últimas rondas de la Champions League.