El inicio de la Premier League siempre lleva, de forma implícita, varios alicientes. El hype por esta nueva temporada estaba por las nubes. Estamos en el mejor momento del fútbol inglés en muchos años y no hay suficientes kilómetros como para calmar el furor por esta liga. Seguro que entre toda la redacción de La Media Inglesa no nos pondríamos de acuerdo en cuál es la imagen del fin de semana. Para mí, hay dos claras. Dos celebraciones separadas por, apenas, 40 millas. La icónica de Billy Sharp y la tierna y simbólica de Daniel James. De celebraciones va el asunto y hoy voy a hablar de la segunda. Además, tenemos toda una temporada por delante para elogiar al ‘tipo gordo’ de Sheffield.
Y hablando de alicientes: el Manchester United-Chelsea. Un duelo histórico pero que no pasa por su mejor momento. Lo protagonizan, quizás, los dos equipos peor preparados del Big Six, esta temporada, en cuanto a plantilla. Todos teníamos ganas de ver el primer paso de estos conjuntos en lo que parece que puede ser una temporada dura. Muchos jugadores jóvenes e inexpertos sobre el terreno de juego. Cualquiera de ellos podría protagonizar este artículo al más mínimo detalle noticiable. Pero nuestros focos se centran en un joven galés que empezó el partido sentado en el banco.
Con el partido prácticamente (y por sorpresa) resuelto para el United, Ole Gunnar Solskjaer decidió dar entrada a Daniel James. El ex del Swansea debutaba en partido oficial en Old Trafford con la misma cara con la que un niño pisa Disneyland por primera vez. Era un momento especial para él. Su padre había fallecido poco antes de su presentación con el United y parecía dispuesto a dedicarle, no solo su primer partido con los red devils, sino también su primer gol oficial en la élite del fútbol inglés.
Saltó y mostró sus cualidades: jugador eléctrico, potente y veloz. Los mancunianos llevaban todo el partido demostrando que el galés encaja perfectamente en la forma de jugar del resto del equipo. Las transiciones rápidas y la altura del encuentro, con el Chelsea desordenado y el partido roto, eran el escenario perfecto para James. Paul Pogba, el jugador que celebraba sus tantos al son del Dab, se la dio al joven debutante que tras un amago, y con la ayuda del rebote en la pierna de Emerson, batía a Kepa Arrizabalaga. Del Dab a las lágrimas.
James, invadido por sensaciones totalmente contradictorias, sonrió corriendo hacia el córner. Sus brazos dibujaban movimientos indescriptibles. Todos esos gestos se fueron convirtiendo en lágrimas. El galés rompió a llorar y sus compañeros, conocedores de la situación, se unieron a la celebración. Cada uno de los goles del United había finalizado con todos los jugadores de campo abrazados en piña pero esta era especial. El grupo se mostró más unido que nunca y eso parecía necesitar James en aquella celebración.
Ni un ápice de Dab, ni bailes sacados del Fortnite. Solo un grupo de compañeros, unidos por la causa, abrazando a un amigo. La imagen de nueve futbolistas comportándose como seres humanos, animando a un joven de 21 años tras un batacazo enorme en su vida nos sorprende. Y todo ello, en el contexto que significa la crisis institucional y el caos que representa el United ahora mismo, hacen de estas lágrimas y estos abrazos una imagen muy potente dentro del mundo del fútbol inglés. Daniel James, saliendo de la piña, alzando los brazos, señalando y mirando al cielo. Una imagen simbólica en el Teatro de los Sueños donde Daniel James cumplió los suyos y los de su padre.

En una época en la que se llegan a pagar cantidades ingentes de dinero por un futbolista, en la que están más cerca de ser personajes de la mitología griega que deportistas, en la que se han convertido en seres, prácticamente, inaccesibles; actos como este llaman la atención. En esta primera jornada de Premier League 2019/2020 hemos asistido a la humanización de algunas de sus estrellas. Una de ellas en el córner de Old Trafford.
Tras el partido, Daniel James declaró en una entrevista con la Premier League que fue “una sensación increíble”. “Habría sido increíble para él estar aquí hoy, pero no lo está y le dedico el gol”. Además, el galés añadía que supuso una gran alegría para él marcar, también, en su país la semana anterior para llevarse el partido. Y no solo él se pronunció acerca de esta celebración. Su compañero y amigo, Scott McTominay, publicó en Instagram una imagen de su abrazo tras el gol con el texto: “Este es mi hombre. Tu padre estaría orgulloso”. Sin duda, las últimas semanas de James han estado cargadas de emociones.
La más que destacable temporada pasada del galés en el Swansea le valió su fichaje por el equipo más grande en la era Premier. Esta temporada puede ser la de su consolidación como futbolista de primer nivel en un contexto que parecía no ser muy favorable, pero que puede acabar dándole más minutos de los que tendría en temporadas de bonanza. Lo tiene todo para crecer como futbolista en un club grande como el United y el primer paso lo dio frente el Chelsea de Frank Lampard.
Daniel James (barco del cual ya me autoproclamo capitán) está dando motivos para creer que tiene un futuro prometedor. Las bandas del United han ganado aún más electricidad y ayudará a hacer aún más divertidas las transiciones defensa-ataque de los de Solskjaer. Si Pogba sigue bailando vestido de rojo, los Marcus Rashford, Jesse Lingard, Anthony Martial y, como no, James; tienen más opciones de poder celebrar muchos goles como los del pasado fin de semana. El rumbo está marcado, ahora toca cumplir y seguir por la dirección trazada. Subíos al barco de Daniel James antes de que zarpemos.