La foto de Whatsapp de Dele Alli es un dibujo de un chico rodeado de gente que quiere aprovecharse de él. “A menudo pienso en esa foto de Whatsapp”, reconoció recientemente su entrenador Mauricio Pochettino. “John McDermott [responsable de la academia del Tottenham] suele decir que cuando el abrevadero está lleno, los cerdos vienen de todas partes para comer”.
Pochettino estaba refiriéndose a la difícil pretemporada de Alli. Durante el verano, el jugador de los Spurs rompió con su agente, Rob Segal, y los intermediarios más importantes del mundo se lanzaron sobre él cual buitres sobre carne fresca. De todos modos, Alli todavía permanecerá bajo contrato con Segal hasta finales de 2018, lo cual significa que si el jugador renueva con los Spurs o es traspasado a otro club, Segal se llevará una suculenta comisión.
El entrenador argentino ha sido fundamental en el desarrollo de Dele Alli desde un desgarbado y talentoso medio centro en uno de los jugadores más codiciados y versátiles del mundo. El pasado verano, el observatorio del fútbol del CIES (Centre for Sports Studies) desarrolló un mecanismo para estimar de forma científica el valor de los futbolistas. Según esta herramienta, Dele Alli era el segundo jugador más valioso del mundo (155,1 millones de euros), solo por detrás de Neymar (valorado en 210 antes de su traspaso al PSG por 220) y por delante de su compañero Harry Kane (153,6).
“Creo que Dele necesita disfrutar jugando a fútbol”, reconoce Pochettino. “Es un jugador especial. Con tiempo, progresión y evitando repetir sus errores puede convertirse en uno de los mejores jugadores del mundo”. Respecto a esos “errores”, Pochettino ha afirmado en más de una ocasión que es importante que Alli “no olvide lo que le ha traído hasta aquí”.
Dele Alli no vivió una infancia sencilla. Su padre, el nigeriano Kehinde Alli, dejó embarazada a su madre Denise y la dejó abandonada poco después. El alcoholismo de Denise provocó que el joven Dele se criara por su cuenta y hallara en el fútbol al mejor compañero para olvidar sus conflictos familiares. Con ocho años, Kehinde reapareció en su vida y se lo llevó a Lagos, la ciudad más poblada de Nigeria. Tras unos años allí, Dele decidió regresar a Inglaterra junto a su madre y se incorporó a un equipo local, los City Colts.
Ya siendo adolescente demostró un carácter impulsivo que casi le hace perder el tren del fútbol profesional. Con once años, estuvo dos semanas a prueba en el MK Dons. “Tuvimos un amistoso en Stamford Bridge”, recuerda el propio Alli. “Lógicamente, quería jugar contra el Chelea pero me dijeron que no podía ir”. Molesto, el joven Dele decidió no regresar al club. Por fortuna, su entrenador en los Colts, Mark Walsh, también era el entrenador del equipo sub-11 de los Dons. Tras un año de insistirle para volver, logró convencerle.
En los Dons, Dele Alli halló la paz de espíritu para centrarse en el fútbol. Con 13 años, se mudó al hogar de su mejor amigo, Harry Hickford, compañero en su equipo de fútbol, con el objetivo de alejarse del entorno tóxico generado por su madre. Alan y Sally, los padres de Harry, se convirtieron en padres adoptivos de Dele, no legalmente pero sí emocionalmente. Y Harry pasó de ser su mejor amigo a ser su hermano postizo. Hasta el punto de que ambos comparten actualmente la mansión de dos millones de libras de Dele Alli.
Una vez resueltos los problemas familiares, Alli progresó a toda velocidad. Debutó con el primer equipo de los Dons con 16 años en un partido de FA Cup en noviembre de 2012. Su primer contacto con el balón como profesional fue un pase de tacón. Esa tendencia a marcar cada nueva etapa con un instante especial le ha acompañado toda su carrera.
La temporada siguiente se convirtió ya en un fijo en el equipo y su eclosión definitiva llegó en la temporada 2014-15, cuando sus 16 goles en 39 partidos de League One fueron determinantes para sellar el ascenso a Championship. Aunque no llegó a competir en segunda división porque para cuando los Dons sellaron el ascenso, ya hacía cuatro meses que el Tottenham había cerrado su traspaso por cinco millones de libras. Una cifra que los Dons consideraron astronómica entonces. Solo unos meses después, el dueño Pete Winkelman debía estar tirándose de los pelos viendo a Dele desenvolverse en la Premier League como pez en el agua.
El 4 de agosto de 2015, el Tottenham disputó su penúltimo partido de pretemporada ante el Real Madrid en la Audi Cup. El escenario, un Allianz Arena a rebosar con 71000 espectadores. El rival, el club con más Copas de Europa de la historia, el Real Madrid, plagado de estrellas como Sergio Ramos, Marcelo, Luka Modric, Toni Kroos, Isco, James o Gareth Bale. Pochettino le concedió la titularidad a Dele. Una vez más, el joven entonces de 19 años, quiso marcar el momento. La víctima, Luka Modric.
Dele Alli 1-Luka Modric 0 https://t.co/mN5bP9Pdq4
— La media inglesa (@LaMediaInglesa) 4 de agosto de 2015
El túnel se convertiría en la seña de identidad de Dele Alli desde aquel día. Un truco aprendido en las calles de Milton Keynes, la forma última de humillación al rival, un movimiento que Dele Alli ejecuta con elegancia, con soltura, como si fuera algo natural en él. Porque posiblemente lo sea.
Pochettino relegó al banquillo a Dele Alli en sus primeros partidos pero le demostró su confianza haciéndole debutar con los Spurs en el minuto 77 en el estreno liguero en Old Trafford. En cuestión de tres meses, Alli había pasado de jugar en League One contra el Rochdale ante 3500 espectadores a hacerle túneles a Modric en el Allianz Arena o debutar en la Premier League en Old Trafford. Pero Dele jamás ha parecido impresionado por esos súbitos cambios. Como si lo aceptara como una progresión natural para su talento o como si siguiera jugando en la calle con sus amigos.
En su primera etapa en los Spurs, Pochettino utilizó a Alli como medio centro en un 4-2-3-1 junto a Eric Dier o Moussa Dembélé. Cuando el técnico de Murphy transformó el sistema en el actual 3-4-2-1, desplazó a Alli a la media punta, desde donde anotó 22 goles la temporada pasada. En el reciente triunfo ante el Liverpool por 4-1, Dele volvió al medio centro y dictó el juego desde esa posición. Ante el Real Madrid en Champions, regresó a la media punta y desde ahí anotó un doblete. Su habilidad con el balón le permite desenvolverse con comodidad en ambas posiciones. Como afirma su entrenador, “en el área, parece un delantero, y fuera del área juega como un centrocampista”.
Como bien sabe Pochettino, Dele todavía tiene aspectos que pulir. En concreto, esas salidas de tono que le han costado más de un disgusto. El argentino reconoció que uno de los motivos por los cuales Dele había sufrido una pretemporada complicada eran los tres partidos de sanción que le impuso la UEFA por su expulsión ante el Gante en la pasada Europa League que le impidieron debutar en la presente Champions hasta el encuentro en Wembley ante el Real Madrid. También FIFA le sancionó con un partido tras ser cazado haciendo una peineta durante el partido entre Inglaterra y Eslovenia. Según el jugador, el destinatario del gesto era su compañero Kyle Walker pero ese argumento no le permitió esquivar la sanción.
El ídolo de infancia de Dele fue Steven Gerrard, un futbolista cuyo mayor éxito fue la consecución de la Champions League en Estambul. El ambicioso Dele Alli también tiene la mirada puesta en el máximo cetro europeo. Al fin y al cabo, considera que es su escenario natural.