Bienvenidos a una nueva columna de La Media Inglesa llamada «Diversión en verano». Durante las próximas semanas Ander Iturralde tratará en ella las cosas que vayan sucediendo en e fútbol inglés mientras los equipos se preparan para volver a la acción.
Hay un equipo que no tiene entrenador a falta de menos de seis semanas para el comienzo de la temporada. Ese equipo es el Birmingham City (bueno, también el Chelsea, aunque al menos ellos tienen una mejor excusa). Pero vamos antes con a los que también les ha costado pero que ya han confirmado a sus respectivos nuevos entrenadores. El Middlesbrough quedó séptimo pero fue como si hubiese descendido: Tony Pulis no podía seguir. Su sustituto, ilustre donde los haya, Jonathan Woodgate. Ya era asistente y el Boro tampoco quería reventarlo todo porque no había ni necesidad ni deseo. Se estrenará como primer entrenador el ex del Real Madrid o el Tottenham al frente de un equipo que volverá a ser uno de los máximos contendientes al ascenso. Nadie se ha marchado realmente más allá del señor de la gorra y los mimbres siguen. Y a ellos se sumarán en el banquillo, un antiguo entreandor de porteros del club, el uruguayo Leo Percovich (que en realidad se llama “Galileo Galilei Percovich”, un dato que no podíamos pasar por alto), además de un amigo de Woodgate: Robbie Keane. Coincidieron en Leeds y en Tottenham y una de las principales razones parece residir en que “son amigos”. No puede haber sido la única puesto que Keane es actualmente asistente de la selección irlandesa y fue recientemente entrenador-jugador en el Atlético. El de Calcuta, claro. Pero donde esté una buena amistad, que se quite lo demás.
O donde esté un croata loco. Así es, Slaven Bilic vuelve a nuestras vidas de forma fija. Ya nos deleitó con su inconfudible presencia como analista en una de las televisiones británicas que cubrió el Mundial y ahora vuelve a senterse en el banquillo del West… ¡Brom! Como esos vaqueros que cabalgan hacia el oeste en una película de la época, Bilic fue hacia el oeste para encontrar otro “oeste” todavía. Y se convierte en el único entrenador en haber entrenado a tan sólo dos equipos ingleses que empiecen por la misma palabra. Que no sea el nombre de la ciudad, obviamente. Aunque el último técnico en sumar a “West Ham y West Brom” a su currículum… Alan Pardew. El caso es que el West Brom le pega mucho a Bilic y Bilic le pega mucho al West Brom. Pero sobre todo lo segundo. Creyendo que algo mejor les espera a la vuelta de la esquina cambiaron a Pulis por Pardew y a Darren Moore, finalmente, por Slaven Bilic. Cuando echaron a Pulis se podían entender las razones, pero no tanto cuando lo hicieron con Moore, el equipo cuarto, a todavía una distancia salvable del ascenso directo y, en todo caso, con una plaza de play-off prácticamente garantizada.
Quisieron dar ese golpe de efecto, y… se quedaron exactamente donde estaban, siendo rechazados por múltiples entrenadores a los que pretendieron y perdiendo en las semifinales contra el Aston Villa. El equipo generalmente se mantiene, siendo Dwight Gayle el símbolo sobre el que, en principio, depende el destino. Bilic quiere recuperarlo tras finalizar su cesión del Newcastle. Bilic suele querer muchas cosas y no siempre buenas. Pero esta, si consiguen vencer a la competencia del Fulham, debería ser una de las buenas. En una carrera, la del estratéga croata, de luces y sombras, de aciertos y fallos; de momentos de pura efervescencia que vieron a Croacia alcanzar los cuartos de final de la Eurocopa de 2008 y al West Ham la sexta plaza de la Premier League hace tres años. Al West Brom con un de esos momentos podría perfectamente valerle para ascender, pero estaría bien obtener algo del “viejo rockero” croata; un apelativo literal en su caso como bien ilustra la foto de portada.
Esos, y el de Grant McCann del Doncaster de tercera al Hull City de segunda, son los movimientos de entrenadores entrantes en los últimos días a falta de que Lampard se sume a ellos. Luego tenemos al Birmingham City. Un club de esos insultántemente ineptos que tanto nos gustan. Uno pensaría que tras una temporada más que buena e incluso notable no cambiarían de entrenador y, menos todavía, un mes y medio después de acabar la temporada. Pero claro, la lógica, la normalidad, no conoce a los gerentes del Birmingham City. Hace dos años y medio hicieron lo mismo: echar a un muy entrenador que estaba produciendo muy buenos resultados. Y sin razones obvias de hacerlo, y con lamentables delirios de grandeza. Aquella vez fue Gary Rowett y esta vez ha sido Garry Monk. Esta vez sigue habiendo una razón estúpida pero, por lo menos,también hay una, que aunque desconcertante, puede ser justificada y es que Monk, supuestamente, había empezado a tomarse libertades “Jorge Mendesianas” para darle más trabajo a su propio agente en las labores de reclutamiento de jugadores. Aunque siendo justos, el Birmingham City tenía prohibido fichar el verano pasado y se saltó su sanción para fichar a un lateral izquierdo danés. Por hacerlo, meses más tarde vería arrebatados nada menos que nueve de sus puntos en la clasificación en algo que podría haberles conducido al descenso. Quizás Monk tenía razones para intervenir y tener una postura más “proactiva”, porque si no igual les quitaban puntos o algo otra vez. El caso es que también, y otra vez, desde el club quieren una “filosofía de fútbol” mejor, más atractiva y bla, bla, bla. No sería de extrañar que descendiesen, no sería de extrañar que Garry Monk fuese a otro equipo hacerlo bien. Pues eso, la vida, que no sería de extrañar.

Pero no todo es entrenadores: también es fotos de Kevin de Bruyne catapultando a su hijo en la piscina en algún lugar idílico del planeta. Una imagen entrañable, de la que el fantástico Adam Hurrey reseñó cómo incluso en ese momento, detrás del agua salpicando, se aprecia en la cara de de Bruyne la cara de alguien que todo lo que hace lo hace de la manera más brillante posible. Una imagen, como decimos, entrañable, pero que saltó a la viralidad gracias al de facto Community Manager del club, Benjamin Mendy, con un corto pero incisivo: “Pobre Zinchenko”… Soberbio. Si estuviésemos sobre el campo: un perfecto pase de de Bruyne que Mendy convierte en el gol de la temporada.
No fue de Bruyne el único en aparecerse por redes sociales, también lo hizo alguien recientemente despedido de un equipo belga: Nigel Pearson. En una estación de tren, se presume que de Leicester, posando en una foto con una fan de los Foxes. Y lo cierto es que la suya, la de Pearson, es una figura curiosa. Sobre todo por su apariencia: gafas, una bufanda de lo más “chic” y el periódico, además de una especie de sándwich, en la mano. Y lo que quizás sea más sorprendente por alguien que ha proyectado durante la años una imagen tremendamente estóica: una sonrisa de oreja a oreja. Quizás la simpatía sea provocada por el hecho de que es el entrenador que estuvo “ahí” justo antes de uno de los momentos que más ha marcado al fútbol en toda su historia: la Premier League del Leicester.
Alguien que fue despedido por, digámos, “razones no estrictamente deportivas”, y que vio cómo el equipo, que acaba de salvarse de forma milagrosa meses antes, sumó a Claudio Ranieri, N’Golo Kanté, un par de piezas más y ganó la que seguramente sea la liga más improbable de la historia. Alguien, Pearson, que ni dejaba el Leicester por primera vez cuando lo hizo en ese momento, pues ya lo hizo también años antes para firmar por el Hull City cuando el propio club le abrió la puerta. Pero nada de ello empañó a su silueta y es que se le guarda un cariño muy especial. Tropezando tras su más reciente marcha en su siguiente experiencia fuera del “King Power”, en el Derby County, su carrera no está claro hacia dónde iría y tampoco lo está ahora, otra destitución más tarde. Pero lo cierto es que ya puede ser despedido por los equipos de segunda división belga que quiera (en este último caso, fue por el OH Leuven, propiedad casualmente de la familia dueña del Leicester), que en la ciudad de Leicester se le recordará con un profundo aprecio, como la persona que logró un ascenso memorable, una salvación incluso más todavía y, por encima de cualquier otra cosa, como simplemente la persona precursora de lo que lo fue “todo”.

No tiene pinta que Denis Suárez vaya a tener el mismo efecto con su “marcha” del Arsenal. Qué jóvenes éramos, qué felices éramos… Bueno, en realidad, no tanto. Porque sólo fue a finales de enero cuando llegó y, en tiempo récord, Suárez ha pasado de ser una ilusionante incorporación del Arsenal a no tener proyectado sobre él ni la más mínima intención de retenerle tras una cesión que parecía un simple trámite antes de la ya famosa “obligación de compra”. Cuatro partidos de liga, una influencia más nula que lo quería Nicolas Cage que fuese su más reciente matrimonio nada más confimarlo. Es una historia real esto, Cage se separó cuatro días de calendario después de casarse. Pero volviendo a Denis Suárez: parece que le quieren Celta y Valencia. Aunque eso ya es preocupación del Barça. La del Arsenal, es la de fichar un extremo que no sea otro problema más y sí una solución.
Ha sonado en los días recientes Wilfried Zaha, aunque como solución, más realista parece que sería Yannick Carrasco. Para quien también sería una solución en sí dejar su equipo chino, en el que no es bienvenido después de llegar tarde de la convocatoria de selecciones belga por culpa de perderse uno de los transbordos en su viaje de regreso. Mientras llegue, no deberían tener problema con este tipo de cosas en el Arsenal, donde ya le quisieron y a donde el todavía parece querer ir. No sería de extrañar que acabase dándose. Como el ya mencionado fichaje de Frank Lampard por el Chelsea. O como otro verano del Tottenham sin fichar… Que no, esto último es broma. Creo. Como en el United creen en su filosofía de ser el Manchester United. Aaron Wan-Bissaka, quien parece inevitablemente camino del club, debería ser un muy buen fichaje para los Red Devils. No está mal para variar un poco.
Como pocos son los días que quedan en el contrato de Rafa Benítez en Newcastle, el cual se acaba literalmente el próximo 30 de junio y ya ha sido anunciado que no será extendido. Con el club en venta y todos los obstáculos colocados por el propio club en su propio camino, no extrañaría que el camino de las “urracas” vaya a ser el descenso. Para el cual, por su parte -y aunque entrandores bajo contrato tienen más allá de la semana que viene- tampoco se han reforzado mucho los recién ascendidos de momento. Norwich (a excepción del recién presentado internacional suizo Josip Drmic) y Sheffied United nada, Aston Villa: un jugador de (según StatsBomb) de dudosos guarismos avanzados sobre el campo pero, en cambio, de 22 millones de precio. Es brasileño, delantero centro, se llama Wesley Moraes, con dieciseis años ya tenía dos hijos y viene del Genk, actual campeón de la liga belga. País, Bélgica, en el que ya se han dejado caer casi 40 millones entre los del Villa y los 14 del Southampton por Moussa Djénépo, extremo del Standard de Lieja y actualmente pasando calor en Egipto en la Copa África de Naciones con Mali. Puede que los millones acaben estando mal o bien invertidos, lo que es bastante más seguro es que no serán los últimos que acaben en Bélgica o, en su defecto, Holanda. Una zona del mundo donde pronto tendrán, a este paso, todo el dinero de la Premier League.
