Manuel Pellegrini empezaba la temporada comparando a Jack Wilshere con Andrea Pirlo. El fichaje del centrocampista inglés por los Hammers, tras su intermitente éxito en el norte de Londres, parecía el fin de su calvario. Nueva etapa, nuevas sensaciones, más protagonismo. Todo aquello se quedó en un espejismo y, a mediados de septiembre, volvía a caer lesionado. Una lesión que, en un primer diagnóstico, lo mantenía apartado de los terrenos de juego unas 6 semanas.
A partir de la siguiente jornada, ante el Everton sería un joven canterano llamado Declan Rice, con el dorsal 41 en la espalda, el que ocuparía el hueco que Jack Wilshere dejaba en el once titular del West Ham. Con tan solo 19 años, y siendo central, sus primeros pasos dejaron un muy buen sabor de boca. Su reconversión a centrocampista de contención siempre estuvo tutelada por otro jugador de corte defensivo, Perico Obiang. Pero con el paso de los partidos Rice, no solo demostró su valía táctica, su capacidad sin balón y la inteligencia en el robo sino que se destapó como un gran jugador cuando su equipo tiene la posesión. Empezaba, como si de un experimentado jugador se tratara, a buscar sin miedo la línea de pase, bajar a recibir, incorporarse al ataque en segunda línea y, lo que es más importante, soltar el balón rápido y con criterio.
Con el paso de los partidos su desparpajo fue in crescendo, cada vez era más grande la zona del campo que abarcaba y Pellegrini, según el rival, ya empezaba a prescindir de Obiang como su pareja de baile. Ya solo Mark Noble, el otro gran canterano, le acompañaba en el centro del campo. El capitán Hammer, con más de 300 partidos a sus 31 años, es el espejo al que quieren reflejarse los canteranos de la academia. El jugador con más partidos del West Ham en la Premier League es un emblema del club y un ídolo de la afición. Su buen criterio tanto en ataque como en defensa, su calidad con los pies y, sobretodo, su entrega sobre el campo avalan una carrera con algún que otro altibajo pero en la que nadie podrá negar su amor por los colores y el escudo al que representa.
Desde su debut en Copa de la Liga ante el Southend United en agosto de 2004, el centrocampista no ha dejado de formar parte, de manera formal, del conjunto Hammer siendo solo dos etapas de préstamo las que han vestido con otros colores a Noble en su carrera, en el Hull City y el Ipswitch Town. En un West Ham al que no le preocupaba invertir en estrellas, el canterano, no dejó de persistir, aunque fueran pocas las ocasiones en las que pudiera ser protagonista. Y tras un mal inicio con Alan Pardew fue, con Alan Curbishley en el banquillo con quien, durante la temporada 2007-2008, afianzó una titularidad que llevaba meses en la yema de sus dedos.
Desde entonces: el brazalete de capitán, el apodo de Mr. West Ham, un partido homenaje por sus servicios, la despedida de Upton Park, el estreno del London Stadium y, aunque pese, unas cuantas temporadas deambulando por la media tabla de la Premier con el club de sus amores.
Volviendo al presente, ya son varias las jornadas en las que vemos a los dos canteranos ocupar el centro del campo del once de Pellegrini. Declan libera a Noble de aquello que el veterano ya no alcanza a hacer y es Noble el que aporta la calma y proyecta la pasión Hammer a un Rice que parece no tener techo, que crece a pasos agigantados y que tiene a su lado al jugador emblema con el que, seguro, soñaba ser hace no tanto tiempo.
Hace ya unas semanas, ante el Newcastle fueron dos los goles que subieron al marcador. Precisamente los dos protagonistas de estas líneas fueron sus autores y, en un partido ante más de 60000 personas (entre las que se encontraba el equipo de La Media Inglesa), Mark Noble y Declan Rice se dieron dos abrazos, siguieron pasándose el testigo del centro del campo y del amor de la afición de los Irons. Dos jugadores distintos en su forma: distintos como futbolistas, distintas funciones pero iguales en su contenido y, absolutamente, complementarios sobre el campo. El London Stadium puede estar tranquilo porque Noble ya ha abrazado a su sucesor. Por cierto, ¿quién se acuerda hoy de Wilshere, el Pirlo de Stevenage?