Víctor Diéguez

El adiós del capitán

Vincent Kompany ha puesto punto y final a su trayectoria como jugador del Manchester City. Y con él, se marcha el jugador que puso los cimientos de la mejor etapa de la historia del club.

El Manchester City es un equipo que ha construido su historia moderna a base de talonario. Al fin y al cabo, el jeque Mansour bin Zayed Al-Nahyan quiso coger el camino corto hacia el éxito con su nuevo juguete, siendo una inyección desmedida de dinero la mejor forma para llegar a lo más alto. Pese a ello, esa cantidad de dinero inagotable se ha invertido bien a lo largo de esta década, amortizando el dinero gran parte de los fichajes. Muchos de los jugadores que llegaron lo hicieron bien, siendo parte importante del equipo y de sus logros. Aun así, pasarán los años y no habrá ningún jugador tan rentable para los mancunianos como lo ha sido Vincent Kompany.

Con el mercado de verano de 2008 llegando a su fin, el belga aterrizó en Manchester procedente del Hamburgo por menos de 10 millones de libras, haciéndose oficial su fichaje días antes de la compra del club por parte del jeque Mansour. Fue la primera piedra del City que conocemos actualmente, y, como mínimo, una pieza tan importante en los éxitos del club como David Silva, Sergio Agüero o Yaya Touré. Kompany fue el primero y uno de los mejores fichajes que han hecho a lo largo de esta década dorada. Esos 10 millones de libras son un precio ínfimo por lo que ha dado al club.

Entre todo ese fútbol que representa el Manchester City con sus banderas electrónicas, Kompany ha sido el capitán que todo club quiere. Con su notable saber estar e inteligencia, así como su enorme capacidad de liderazgo, es uno de los grandes capitanes de este siglo en la Premier League, uno de esa rara avis que está en peligro de extinción. Es decir, el belga es un reducto del fútbol de antes en uno de los clubes que abanderan esto del fútbol moderno. Sin él, el Manchester City será un poco menos equipo, quedando un hueco enorme que alguno de sus jugadores debe ocupar.

A su vez, su importancia trasciende del liderazgo, ya que ha sido decisivo en los triunfos del Manchester City. ¿Recordáis el legendario gol de Agüero en la última jornada ante el Queens Park Rangers, ese que le daba el título a los Cityzens y dejó al United a segundos de la gloria? Pues si Kompany no hubiese decidido meses atrás el derbi de Manchester ante los Red Devils con su gol, esa última fecha que tanto recordamos se hubiese quedado en el limbo. Otro ejemplo de su trascendencia lo vimos hace unas pocas semanas. El City ha ganado esta Premier en una pugna legendaria hasta la última jornada con el Liverpool, pero sin el belga, los muchachos de Pep Guardiola se hubiesen quedado con las manos vacías. Gracias a su golazo en la penúltima jornada ante el Leicester, el City tiene un título más en sus vitrinas.

Cuando más sufría su equipo y más le necesitaban sus compañeros, aparecía. Da igual si con un zapatazo inimaginable en un jugador como él o con un cabezazo tras un córner, porque siempre se inventaba algo para sacar las castañas del fuego a los suyos. No tiene el peso mediático de otras leyendas del club como Silva o Agüero, pero él hace un trabajo tan importante como el de estos, gobernando al equipo desde la parcela central de la defensa. Al final, esa última jornada ante el QPR resume su carrera en el City: él puso los cimientos para que los demás construyesen algo asombroso.

Pese a que su rendimiento ha bajado a lo largo de los años (llegando incluso a desesperar a algún aficionado), ha sabido cuando decir adiós, dar un paso atrás y dejarles el sitio a las nuevas generaciones. Aspecto que, por cierto, también es un rasgo de gran capitán. Con su participación en el campo reducida a 17 partidos de Premier League en esta temporada, ha llegado el momento de irse sin entorpecer los planes del Manchester City, ese equipo que empezó a hacer grande hace casi 11 años.

La final de la FA Cup ante el Watford ha sido su último partido como jugador del Manchester City, consiguiendo un título más para su amplio palmarés (al que quizás le ha faltado un logro europeo). Ahora, con 33 años y la conciencia tranquila de haber hecho un buen trabajo, pone rumbo al Anderlecht, equipo en el que empezó su carrera. Será entrenador-jugador del conjunto belga, siendo esta su primera experiencia en un banquillo. Con su inteligencia y los grandes maestros que ha tenido a lo largo de su carrera, se le espera un futuro brillante como entrenador. Solo el tiempo dirá cuando regresa al Manchester City a dirigirlo, porque está claro que regresará para ayudar una vez más al club que empezó a construir en 2008. Te echaremos de menos, Vincent.

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Víctor Diéguez