Tras semanas de dura negociación con el Swansea, el Everton ha logrado cerrar el fichaje de Gylfi Sigurdsson por una cantidad que ronda los 45 millones de libras. Ronald Koeman ha invertido la mitad de lo que ingresó por Romelu Lukaku en un jugador islandés que fracasó en el Tottenham y que cumplirá 28 años en septiembre. Este fichaje ha generado un intenso debate en la prensa inglesa con el análisis de sus datos como telón de fondo. Algunos expertos aseguran que es una cifra desorbitada para un jugador que básicamente solo sabe lanzar balones parados. Esta controversia ilustra la omnipresencia del análisis estadístico en el fútbol inglés actual pero también sus limitaciones para juzgar las prestaciones de un jugador.
El analista Martin Laurence publicó un artículo en The Guardian hace unos días con el explícito título “El Everton debería pensárselo dos veces antes de fichar a Sigurdsson por 50 millones de libras”. Toda su argumentación se basa en el hecho de que, a pesar de sumar 13 asistencias en liga el curso pasado (solo superado en Premier por Kevin De Bruyne -18- y Christian Eriksen -15-), solo cinco de esas 13 asistencias del islandés la temporada pasada se produjeron con el balón en juego (es decir, no a balón parado). En comparación, Ross Barkley, el hombre al que supuestamente debe sustituir en el Everton, sumó seis asistencias con el balón en juego.
El razonamiento de Laurence es que Sigurdsson necesita un rematador para enviar sus lanzamientos, como era Lukaku (traspasado al Manchester United) o Fernando Llorente en Swansea. En el Everton, argumenta Laurence, tendrá a Sandro Ramírez o Wayne Rooney, que no brillan especialmente por sus cualidades en el remate de cabeza. Una forma de pensar que, cuenta la leyenda, llevó en su día al Liverpool a fichar a Stewart Downing y Andy Carroll, respectivamente el mejor lanzador y rematador de la liga. La idea era que hicieran realidad la dupla letal que pronosticaban los datos. Ya sabemos cómo acabó aquello.
Además, Laurence apunta a otra cifra: los 25 pases clave (pases que han acabado en un disparo a puerta de un compañero) con balón en juego que dio Sigurdsson el curso pasado, la misma cifra que Gareth Barry o Idrissa Gueye sumaron con el Everton jugando como medio centros. Barkley sumó 56.
Esta lógica presenta varios fallos, comunes en los análisis estadísticos. Los datos son útiles para detectar aspectos que pueden haber pasado desapercibidos a un análisis visual. Pero el intríngulis del asunto radica en hallar las causas últimas de esas cifras. Como un pionero en el análisis de datos suele repetir: “Las balas no matan, mata la velocidad a la que vienen”. En otras palabras, hay que hilar muy fino para que los datos nos revelen la realidad que esconden.
El análisis de Sigurdsson plasma la deficiencia más común en este tipo de visiones estadísticas: obvian el modelo de juego del equipo. El fútbol es un deporte colectivo, lo cual significa que no se pueden aislar las actuaciones individuales de las del resto de los compañeros. ¿Obtendría las mismas cifras Dele Alli jugando en el West Bromwich de Tony Pulis que en el Manchester City de Pep Guardiola? ¿Sumaría los mismos pases clave, asistencias o disparos por partido? Quizás lo único que sumaría más en West Brom sería visitas al traumatólogo para tratarse de la tortícolis provocada por ver pasar tantos balones aéreos en todas direcciones.
Comencemos por el tema de las asistencias. Durante las tres últimas temporadas de Premier, solo cuatro jugadores han sumado más asistencias (de cualquier tipo) que Sigurdsson (26): Cesc Fàbregas (37), Mesut Özil (33), Christian Eriksen (32) y Kevin De Bruyne (27). Es decir, jugadores de Chelsea, Arsenal, Tottenham y Manchester City, equipos que aglutinan más posesión, más ataques, más pases, más ocasiones. Este dato, además, nos revela otra cosa: la constancia de Sigurdsson a lo largo de las temporadas. Respecto a la distinción entre asistencias con balón en juego o a balón parado, ¿qué importancia tiene mientras el balón acabe en el fondo de las mallas? La temporada pasada, se marcaron 113 goles a balón parado en la Premier League, lo cual significa que más del 10% de los goles llegaron por esta vía. Nadie en la Premier League dio más asistencias a balón parado la temporada pasada que Sigurdsson (8). Además, desde que debutó en Premier League en 2011, Sigurdsson es el jugador que ha marcado más goles de falta (7), por delante de especialistas como Robert Snodgrass, Eriksen y Juan Mata (6 cada uno).
Otro factor importante que el análisis estadístico obvia son los avatares de un equipo. La temporada pasada, el Swansea tuvo tres entrenadores diferentes con modelos de juego opuestos (Franscesco Guidolin, Bob Bradley, Paul Clement) y vivió muchos meses a la orilla del descenso. Las situaciones de crisis, cambio o estrés afectan al rendimiento del equipo y, por consiguiente, al de cada jugador individual.
Sin embargo, Sigurdsson ha demostrado también que es un jugador capaz de soportar la presión, a pesar de lo que su etapa en el Tottenham parece dejar entrever. Solo un jugador marcó más goles que Sigurdsson la temporada pasada contra los seis grandes: Jamie Vardy anotó seis goles por cinco del islandés.
Sigurdsson es el mejor especialista a balón parado de la liga. Si el Swansea se salvó la temporada pasada fue gracias a él. Y en Gales lo saben bien, por eso se han negado a traspasarle a menos que el Everton ofreciera la cantidad estipulada. El islandés es un jugador consistente, inquebrantable a la presión y que da puntos. Aunque los fríos datos no sean capaces de verlo.