Solo queda un entrenador inglés que siga vivo en competiciones europeas. Su nombre es Graham Potter y lo ha logrado al frente de un modesto club sueco, el Östersunds. Este jueves afrontará el partido más importante de su historia, ante el Arsenal. “Cuando Wenger fue contratado por el Arsenal, nuestro club todavía no existía”, afirma Potter. En efecto, el Östersunds fue fundado el 31 de octubre de 1996, un mes antes de que Wenger fuera anunciado como entrenador del Arsenal. “Cabe más gente en el estadio del Arsenal [60.000 espectadores] que ciudadano hay en nuestra ciudad [50.000]”, ahonda Potter antes del duelo.
Como explica con precisión Jonathan Wilson en su indispensable “Inverting the pyramid”, la conexión entre el fútbol inglés y el escandinavo siempre ha sido fuerte. Como sucedió en el resto del continente, fueron los marineros británicos los que introdujeron el fútbol en Suecia. Cuando la federación sueca quiso nombrar su primer técnico profesional tras la Segunda Guerra Mundial, recurrió a la ayuda de su homónima inglesa y acabó contratando al inglés George Raynor. Bajo su batuta, los suecos ganaron la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de 1948, fueron terceros en la Copa del Mundo de 1950 y finalista en 1958. Estos éxitos y la influencia inglesa propiciaron que el clásico sistema inglés W-M fuera la norma hasta finales de los años 60, unido con una férrea defensa al hombre.
El fallido intento de clasificación para la Copa del Mundo de 1970 fue lo que provocó un cambio de mentalidad en el fútbol sueco. Lars Arnesson, director técnico de la federación, impulsó un estilo unificado de juego en todos los niveles del fútbol sueco basado en el modelo alemán con líbero. Su quinta posición en la Copa del Mundo de 1974, conquistada por Alemania Federal, pareció reforzar su punto de vista.
No tardó en aparecer un movimiento contrario al conservadurismo de Arnesson en la figura de Eric Persson, que había sido presidente y entrenador del Malmö FF. Cuando decidió dejar su puesto, el club optó por un inglés de 27 años que había jugado en Brighton y Fulham llamado Bobby Houghton. Como jugador-entrenador del Maidstone United, Houghton fichó a un antiguo compañero de colegio con ideas tácticas similares: Roy Hodgson.
Ambos habían sido influidos por los cursos que impartía Allen Wade en la federación. Wade fue un innovador en los años 60 y 70. Pensaba que todas las situaciones de entrenamiento debían tener relación con situaciones de partido y su énfasis estaba en el dibujo táctico del equipo, no en la técnica individual de los jugadores, como era norma en el fútbol inglés en la época. Esas fueron las ideas que implementó en el Malmö. Tras dos años en Suecia, ayudó a su amigo Hodgson a hacerse cargo del Halmstads BK. Houghton y Hodgson libraron una batalla teórica contra los partidarios del líbero. Un par de innovadores foráneos contra la ola conservadora local.
Houghton y Hodgson introdujeron varios conceptos novedosos en el fútbol sueco: la defensa zonal, el pressing, la línea defensa alta y el contraataque basado en pases largos a la espalda de la defensa. Los resultados les dieron la razón: entre ambos conquistaron cinco de los seis títulos de liga disputados entre 1975 y 1979. Además, Houghton condujo al Malmö a la final de la Copa de Europa de 1979, en la que sucumbieron por 1-0 ante el Nottingham Forest de Brian Clough.
Sin embargo, la selección sueca fracasó en la Copa del Mundo de 1978, donde quedó última de su grupo, y ni siquiera logró clasificarse para la Eurocopa de 1980. La federación sueca atribuyó estos fracasos a la perniciosa influencia del dúo inglés, así que prohibió la enseñanza de sus armas tácticas en las instituciones federativas y cuando Houghton y Hodgson abandonaron Suecia en 1980 parecía que la influencia inglesa estaba destinada a caer en el olvido para siempre. Pero un joven entrenador sueco se encargaría de evitar que eso sucediera. Tras examinar de cerca las estrategias de Bobby Robson en el Ipswich Town y Bob Paisley en el Liverpool, Sven-Goran Eriksson estaba convencido de que el dibujo táctico era mucho más importante que la técnica individual y mantuvo vivas las enseñanzas de los dos pioneros ingleses.
Cuando Bobby Houghton llegó a Malmö para tomar las riendas del club en 1974, Graham Potter ni siquiera había nacido, así que es poco probable que las aventuras setenteras de sus compatriotas influyeran en su decisión de mudarse al norte de Suecia en 2011 para tomar las riendas del Östersunds de cuarta división.
Formado como jugador en el Birmingham, donde debutó en segunda división, Potter no tardó en fichar por el Stoke City, que entonces también evolucionaba en la división de plata del fútbol inglés. Su momento álgido como jugador se produjo en la temporada 1996-97, en que tuvo la oportunidad de competir en la Premier League con el Southampton. De hecho, formó parte del equipo de los Saints de Matt Le Tissier que logró la histórica victoria por 6-3 ante el Manchester United. Sin embargo, meses más tarde, Potter regresó a la segunda división con el West Brom y ya nunca más tendría ocasión de jugar en la élite del fútbol inglés. Acabaría sus días como jugador en el Macclesfield de League Two. Su mala experiencia como futbolista en Inglaterra ha contribuido decisivamente en su formación como entrenador. “Cuando comencé a jugar, el futbol inglés estaba saliendo de su época más oscura, tras la prohibición europea [tras la tragedia de Heysel]”, recuerda Potter. “Jugaba al fútbol porque amaba el deporte pero no me gustaba ese énfasis en no cometer errores y la cultura de la culpabilidad y el miedo”.

Un inglés que decide mudarse a una ciudad donde el sol solo se digna a aparecer cuatro horas al día durante varios meses solo puede ser un tipo diferente. Gracias al respaldo de la asociación de futbolistas profesionales (PFA, por sus siglas en inglés), Potter se graduó en la universidad abierta al retirarse en ciencias sociales. Trabajó como entrenador en la Universidad e Hull y luego en la Universidad Metropolitana de Leeds, donde aprovechó para cursar un máster en liderazgo e inteligencia emocional.
Fue entonces cuando llegó la llamada de su amigo Graeme Jones, que en verano estará en Rusia como miembro del cuerpo técnico de Roberto Martínez en la selección belga. En 2006, Daniel Kindberg, presidente del Östersunds, pidió a la Premier League tres entrenadores de fútbol base para que trabajaran con los chicos de su academia. Jones fue uno de ellos y no tardó en trabar una estrecha relación con el ambicioso Kindberg, un exmilitar que afirmó recientemente que el objetivo del club esta temporada es ganar la Europa League… y luego la Champions League. En 2009, Potter se postuló para el trabajo de primer entrenador pero Kindberg no lo vio claro. Sin embargo, el club descendió esa temporada y el presidente le pidió consejo a Jones. “Me pidió mi opinión le dije lo que ya le había dicho antes: la mejor persona para el trabajo es Graham Potter”, recordaba Jones en un reciente artículo en The Guardian. Así fue cómo, a la segunda, Potter obtuvo el trabajo.
Los resultados no tardaron en mostrarle a Kindberg que no se había equivocado apostando por un treintañero inglés. Potter ascendió al club dos veces consecutivas hasta la segunda división en 2013. Aunque, a nivel personal, las cosas no fueron tan sencillas. “Mi mujer Rachel tuvo que dejar la empresa que había construido durante diez años”, recuerda Potter con orgullo. “Teníamos un bebé de once meses y estábamos lejos de sus abuelos. Rachel me dijo luego que lloró cada día durante seis meses pero me lo ocultó para tratar de ser positiva. Añoraba a su familia, su hogar. No fue fácil”. Un esfuerzo que los aficionados del club le agradecieron después de que Potter concediera una entrevista explicando su situación personal: “Los aficionados mostraron una pancarta dando las gracias a Rachel, fue un gesto realmente hermoso”.
Tras un par de años de aclimatación a la división, el Östersunds logró el ascenso a la primera división sueca por primera vez en su historia. En 2017, llevó al club al siguiente nivel conquistando el primer título de su carrera, la Copa sueca. Este triunfo es el que ha permitido al modesto Östersunds pasearse por Europa esta temporada.
El club entró en la Europa League en la segunda ronda previa, donde quedó emparejado con el gigante turco Galatasaray. Un sorprendente triunfo por 2-0 en Suecia permitió al equipo de Potter pasar de ronda gracias al empate a uno en Turquía. El sorteo fue más benévolo en la siguiente ronda, donde el Östersunds se deshizo del Fola Esch luxemburgués. El último escollo antes de la fase de grupos resultó también el más difícil: el PAOK griego. En la ida en Grecia, los locales se impusieron por 3-1 y colocaron a los suecos contra las cuerdas. En la vuelta, el empate sin goles al descanso no invitaba al optimismo. Sin embargo, un doblete del iraní nacido en Suecia Saman Ghoddos en los últimos veinte minutos permitió a los suecos pasar a la fase de grupos gracias al valor doble de los goles en campo contrario.
En la fase de grupos, el Östersunds quedó encuadrado con Athletic Club, Zorya Luhansk y Hertha de Berlín. A priori, un grupo complicado para los pequeños suecos. Sin embargo, acabaron peleando la primera posición con los vascos, con los que empataron en casa y ante los que perdieron por un ajustado 1-0 en San Mamés. Ahora, el Östersunds afronta el partido más importante de su historia, nada menos que ante un gigante europeo como el Arsenal.
Potter ha sabido aprovechar las ineficiencias del sistema formativo inglés para construir un equipo que se ha convertido en una de las revelaciones del continente. El extremo Curtis Edwards se formó en el Middlesbrough pero los clásicos excesivos juveniles ingleses (a saber, una afición excesiva a la noche, el juego, el alcohol y las chicas) provocaron que acabara trabajando en la construcción con su padre mientras jugaba al fútbol aficionado. Potter le rescató del Ytterhogdals de la quinta división sueca. Edwards fue el autor del 2-2 ante el Athletic Club con una semivolea espectacular. Jamie Hopcutt, un extremo de 25 años, fue liberado por el York City en 2010 y acabó jugando en el Tadcaster Albion, un club aficionado. Él fue el autor de uno de los goles que permitió tumbar al Galatasaray esta temporada.
Potter ha sacado buen uso de sus conocimientos sobre inteligencia emocional. Una de sus iniciativas desde que llegó al club fue realizar producciones teatrales para unir a todo el club, incluidos jugadores y personal. “Es una herramienta tan poderosa para desarrollar la confianza y la empatía. Las 500 entradas para nuestra primera producción teatral se agotaron y nos sentíamos vulnerables e inseguros. Pero lidiar con eso es una gran forma de desarrollar la responsabilidad y la conciencia de uno mismo”, argumenta Potter. Desde entonces, sus montajes han aumentado en complejidad. Potter se siente especialmente orgulloso del ballet de “El lago de los cisnes” porque “los espectadores estaban muy orgullosos del equipo y recibimos una sonora ovación, fue un auténtico desafío colectivo”. Su próxima producción tendrá como estrellas invitadas a prima donnas como Mesut Özil, Henrikh Mkhitaryan o Alexandre Lacazette. Algo que Potter no podría haber imaginado ni en sus mejores sueños cuando tenía que recorrer nueve horas en coche para ojear un jugador porque el club ni siquiera tenía un equipo de vídeo. Ahora sueña con seguir los pasos de Roy Hodgson que, tras marcharse del Halmstad, pasó por el Inter de Milán, llevó a la selección suiza a un Mundial, condujo al Fulham a una final de la Europa League, y estuvo en los banquillos del Liverpool y la selección inglesa. Su siguiente paso será superar al Arsenal.