Andrés Weiss

El Arsenal se corona una vez más

El equipo de Mikel Arteta supo rehacerse y remontar para llevarse su 14ª FA Cup tras un mal arranque. El Chelsea de Lampard volvió a demostrar ser un conjunto con un temible potencial ofensivo, pero con todavía muchos agujeros que coser en su defensa.

La vida, en ocasiones, no es más que una historia de redención. Incluso en los éxitos, un momento de recuerdo puede retrotraerte al pasado y volver a momentos en donde la victoria no se creía posible. Es un oasis lejano que noventa y nueve de cada cien veces es una creación fallida de tu subconsciente. Y que la vez restante no se asemeja mucho a lo visto en la lejanía. Pero es una victoria, al fin y al cabo. El Arsenal lleva peleando todo el curso con su subconsciente. Que no ha parado de mostrarle sin descanso sus más terribles defectos, con determinados momentos de paraíso contenido en medio del desierto. Un desierto vasto y pesado, en donde sus noches europeas eran muy frías, y sus días ingleses calurosos pero nublados. 

Pero finalmente, después de muchos baches, ha acabado encontrando ese lugar de paz y tranquilidad en Wembley. Donde han levantado, con muchos asteriscos, el trofeo de la FA Cup. Su 14º copa. Reafirmando su posición como dominador absoluto del torneo más histórico del fútbol. A ello se le suma que hayan vuelto a Europa, a pesar de todo. Cuando menos se esperaba. Un oasis doble.

Hablamos de asteriscos por el rendimiento de Aubameyang, un genio habilidoso sobre el campo sin mucho control de lo aparatoso fuera de él. Pues fue la misma persona que le dió el título a los Gunners, la que lo acabó tirando por el suelo, literalmente. El tercer gran momento de su noche. 

Pues su primer gol, aunque fuera de penalti, situó las tablas en el marcador. Y su segundo tanto, una auténtica obra de arte, definió el partido de manera definitiva. Tras un buen contraataque comenzado por Bellerín, Pépé le cedió el balón al borde del área a Aubameyang, que encaró a Kurt Zouma, y en dos toques, en los que el mundo se paró para Zouma y para el propio gabonés, se plantó ante un Willy Cavallero que no pudo hacer más que observar con la rodilla hincada como el esférico se elevaba por encima de su cabeza y entraba en el arco.

Dos goles que fueron necesarios por la desconexión inicial del Arsenal. En la enésima vez en que se le han comenzado adelantando, Christian Pulisic anotó para adelantar a los Blues. Una contra, al igual que el tanto de Aubameyang, que tuvo su punto álgido en el preciso toque de tacón de Olivier Giroud. El otro momento de reconquista que necesitaba la final. 

Seis meses antes, con la exactitud de un reloj suízo, y como si todo hubiera estado premeditado, Olivier Giroud volvía a quedarse fuera de una convocatoria en Premier League. Ya había llegado a la decena de partidos encadenados vistos desde la grada. El mercado de invierno había finalizado, y no había llegado nadie que pudiera rotar junto a Michy Batshuayi y Tammy Abraham. El primero no rendía y el segundo se acababa de lesionar. A Lampard no le quedó otra opción que rebuscar en el fondo de su baúl, donde se encontraba lo que ya ni recordaba que tenía, y confiar en que el experimento no acabara con el laboratorio en llamas. Le dio una oportunidad de suplente, le gustó, y ya no ha habido partido en que volviera a quedarse sin disputar un solo minuto. Y aunque no hubo llamas, sí hubo explosiones. 

De fuegos artificiales. Pues a pesar de la derrota, e incluso en ella, se pueden encontrar motivos de celebración. Giroud, su papel en el nuevo Chelsea, y la clasificación una semana atrás a la Champions League son razones más que suficientes por las que descorchar el champán.

En definitiva, el partido del Chelsea fue la demostración de lo que es el Chelsea. Es más, de lo que probablemente sea el Chelsea el año próximo -si no hay grandes noticias-. Un torbellino ofensivo que sucumbe, y se deshace, por tener las espaldas mal guardadas. Dos contraataques bien comandados por Aubameyang les acabaron condenando. Además, el rendimiento de Christian Pulisic vuelve a dar la razón a aquellos que confían en él, y no hace más que aumentar las dudas de lo que será el Chelsea del futuro a corto plazo. Timo Werner será titular, no cabe duda. A Giroud nadie lo puede sentar en este momento de forma. Y entre Ziyech y Pulisic se rifarán el otro puesto en la delantera. A no ser que “Frankie” Lampard quiera desbordar de emociones a sus aficionados, dar la espalda a lo que se conoce como planteamiento defensivo, y jugárselo todo con tanteos más propios de balonmano.

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