Wenger necesita ayuda profesional
Lejos quedan los tiempos en que los conocimientos y los contactos de un entrenador podían marcar la diferencia en el mercado de fichajes. Cuando Arsène Wenger aterrizó en Londres hace más de veinte años, los clubes no disponían de hordas de ojeadores que escrutan al detalle cada jugador como sucede actualmente. En aquella época, Wenger aprovechó sus vínculos con su país de origen para detectar y fichar talentos como Patrick Vieira, Nicolas Anelka, Emmanuel Petit, Thierry Henry, Sylvain Wiltord o Robert Pirès, que revolucionaron el fútbol inglés y formaron parte del mejor Arsenal de la historia. Pero el entorno ha cambiado. Hoy no aparece un quinceañero en Taiwán sin que haya dos docenas de ojeadores revoloteando a su alrededor cual moscas. Seguir el mercado y controlar miles de potenciales fichajes requiere un profesional a tiempo completo. El Arsenal debe modernizarse y adoptar una estructura deportiva europea con un reputado director deportivo al frente aunque Wenger se oponga a esa idea. El técnico alsaciano debe darse cuenta que eso le permitiría liberar tiempo para centrarse en la gestión del equipo y mejorar las prestaciones del club en el mercado. Entre Gervinho, André Santos, Park Chu-Young, Danny Welbeck, Gabriel y Mathieu Debuchy, el club abonó más de 62 millones de libras. En cambio, se han escapado jugadores como Dimitri Payet, N’Golo Kanté, Karim Benzema, Gonzalo Higuaín, Edinson Cavani, Alexandre Lacazette o Luis Suárez. Quizás con un director deportivo junto a Wenger estos últimos años, el club no se encontraría ahora en esta encrucijada.
Aumentar la inversión y frenar las salidas
En los últimos cinco años, el Arsenal es el tercer equipo del país que más dinero neto ha invertido en la plantilla (210 millones de libras). Los dos clubes de Mánchester, que ocupan los dos primeros lugares, doblan esa cifra (Manchester City, 426, Manchester United, 408). Esa cantidad, sin embargo, es algo engañosa porque incluye los más de 87 millones de libras invertidos el verano pasado. Sin contar el dinero gastado esta temporada, la inversión del Arsenal es más o menos similar a la del Liverpool (menos de 140 millones). Durante la última década, la plantilla del Arsenal se ha descapitalizado con la marcha de jugadores hacia los grandes clubes europeos como Patrick Vieira (Juventus), Ashley Cole (Chelsea), Alex Song, Thomas Vermaelen, Thierry Henry y Cesc Fàbregas (Barcelona) o Robin van Persie (Manchester United). Además, Wenger no anticipó la amenaza potencial que representaba el Manchester City, a quien reforzó con jugadores de probada experiencia como Samir Nasri, Gaël Clichy, Bacary Sagna, Emmanuel Adebayor y Kolo Touré. El club debe frenar esa sangría y realizar este verano la mayor inversión de su historia, en ningún caso inferior a cien millones de libras, incluso más considerando la depreciación de la libra. Y cerrar la puerta de salida. Alexis Sánchez y Mesut Özil deben seguir en el club aunque sea atándolos con una cadena a la base del poste.

Una nueva columna vertebral
Afrontemos las cosas: Arsène Wenger seguirá al menos una temporada más. Aunque hace unas cuantas primaveras que ya no forma parte de la vanguardia futbolística mundial, los problemas no acaban en el banquillo. Sobre el césped el equipo también presenta deficiencias graves. Este verano, Wenger debe comprar una nueva columna vertebral. Los grandes equipos del Arsenal se caracterizaron por contar con excelentes jugadores en cada línea. Los invencibles tenían a Jens Lehman en portería, Sol Campbell en el eje de la defensa, Patrick Vieira en medio y Thierry Henry en punta. Cuatro pilares, cuatro líderes. En el Arsenal actual, los únicos jugadores con un talento y una capacidad de liderazgo comparable son Laurent Koscielny y Alexis Sánchez. Este verano, Wenger necesita fichar un portero (Petr Cech ya dio todo lo que podía dar de sí), un central o un lateral izquierdo (dependiendo de si Wenger sigue apostando por la defensa de tres -un central- o vuelve a la de cuatro -un lateral izquierdo-), un organizador (la enfermería se ha convertido en el hábitat natural de Santi Cazorla) y un goleador (Lucas Pérez no ha tenido oportunidades y Danny Welbeck y Olivier Giroud no entran en esa categoría). He aquí algunas propuestas reales para el nuevo Arsenal: Fraser Forster, Kalidou Koulibaly o Jonas Hector, Joao Mario y Álvaro Morata o Alexandre Lacazette. En contraste, el viejo Arsenal repescaría a Wojciech Szczęsny, ficharía a Phil Jones, reconvertiría a Aaron Ramsey y apostaría por Daniel Sturridge para hacer compañía a Cazorla.
Decidir las prioridades
Para los clubes ingleses, competir en varios frentes se ha convertido en un imposible. La intensidad de la Premier League, la ausencia de un parón invernal, la existencia de dos competiciones domésticas y la acumulación de partidos desde Navidad hasta febrero ha provocado que los clubes tengan que elegir. El campeón de esta temporada, el Chelsea, no compite en Europa. Tampoco lo hizo el Leicester, campeón de la temporada pasada, que además renunció a las primeras de cambio de las copas domésticas. La temporada anterior, el Chelsea se proclamó campeón tras quedar fuera de la Champions en octavos y en enero de la Copa, un recorrido similar al del campeón Manchester City el curso anterior. Wenger es el técnico que ha ganado más Copas en la historia del fútbol inglés (6, empatado con George Ramsay) pero quizás deba renunciar a sus aventuras coperas si desea volver a luchar por la liga. La temporada que viene, el francés hará bien en disputar la Europa League y las copas con los suplentes, como suele hacer Mauricio Pochettino, por ejemplo.
Revertir la atmósfera negativa
El Arsenal se ha acostumbrado a vivir en permanente estado de guerra civil. Protestas antes de los partidos, cánticos insultantes, pancartas pidiendo a Wenger que gaste dinero o que directamente se largue, avionetas sobrevolando los estadios donde juega el equipo e incluso aficionados tratando de agredir al técnico en pleno partido. Este estado de agitación constante no beneficia a nadie. Aumenta el nerviosismo de los jugadores, genera enfrentamientos entre los propios aficionados y coloca a Wenger en el disparadero de la prensa amarilla inglesa. Si el club desea aliviar este estrés, debe tomar medidas concretas. El club vende los abonos y las entradas más caras de la Premier League. El abono de temporada más barato supera las mil libras, mientras que el equivalente en el Manchester United cuesta 532 y en el Manchester City menos de 300 libras. El club se encuentra en una situación financiera más que sólida: aunque los beneficios antes de impuestos cayeron el año pasado (de 18,2 a 2,9 millones de libras), el porcentaje de gasto que representan los salarios sigue siendo relativamente bajo (55,7%) y el club tiene unas reservas de tesorería de 191 millones de libras. Ha llegado el momento de tener un gesto con los sufridos fans Gooners y congelar los precios o incluso reducirlos. Y poner transporte gratis para los partidos como visitante. La dirección del club debe acercarse a sus aficionados y gestos como estos podrían contribuir a hacerlo.

Apostar por la academia y retener el talento interno
En febrero, Andries Jonker abandonó su puesto como director de la academia para tomar las riendas del banquillo del Wolfsburgo de la Bundesliga. Con él se marchó también otro miembro de la academia, Freddie Ljungberg, como asistente. El técnico holandés dirigió la academia desde que se marchó Liam Brady en 2014 y el club apostó por Luke Hobbs, un joven aterrizado en la Hale End Academy en 2013 tras varias experiencias en clubes de divisiones inferiores, como sustituto provisional. En los últimos años, el club ha dejado marchar a varios exprofesionales que podrían haber aportado su talento y conocimientos en la academia. Además de Ljungberg, Patrick Vieira abandonó los Gunners para lanzar su carrera como entrenador en el grupo del Manchester City. Pep Guardiola convenció a Mikel Arteta de que se fuera con él también al Etihad. Thierry Henry está de segundo entrenador de Roberto Martínez en la selección belga. Tony Adams pasa sus días tomando el sol en Granada. Dennis Bergkamp está como segundo en el Ajax. Gio van Bronckhorst está a un paso de ganar la liga holandesa con el Feyenoord. La cantera del Arsenal, antiguamente una de las más prolíficas del país, ha perdido fuelle en los últimos años. En la plantilla actual, Kieran Gibbs y Alex Iwobi son los únicos canteranos que juegan con cierta asiduidad (Héctor Bellerín es técnicamente un jugador formado en el club aunque el grueso de su formación se desarrolló en el Barcelona). Lejos quedan los tiempos en que la cantera nutría al primer equipo con jugadores internacionales como Pat Rice, David O’Leary, Liam Brady, David Rocastle, Ray Parlour, Paul Merson, Martin Keown, Ashley Cole, Andy Cole o Tony Adams. El primer paso para reactivar la línea de producción es ofrecer a los más notables exjugadores del club un desarrollo de carrera en los banquillos que evite que su saber hacer emigre hacia otros clubes.