Cuando acabó en Kiev una temporada en la que cerca estuvo el sueño europeo, el Liverpool se puso manos a la obra tras perder la final de la Champions League ante el todopoderoso Real Madrid. Hacían falta fichajes para que los Reds tuviesen una plantilla acorde a su objetivo: ganar esa primera Premier League que tanto se resiste, certificar con un título que el Liverpool ha vuelto al lugar que le corresponde. Días después de aquella fatídica final, llegaría Fabinho Tavares. Borrón y cuenta nueva, empezaba la nueva temporada y si se vio algo en Ucrania, no me acuerdo. Lo que por entonces era un fichaje para ayudar a cicatrizar la herida que abrió Loris Karius, hoy es uno de los jugadores que mejor definen este Liverpool. En definitiva, llegó un tipo que antepone el éxito colectivo al personal, alguien a quien le da igual donde jugar si así ayuda a su equipo.
Tras la plaga de lesiones que ha asolado la parcela central de la defensa Red, el conjunto de Jürgen Klopp viajaba al AMEX Stadium con la difícil tarea de llevarse los tres puntos ante el rocoso Brighton de Chris Hughton. Fabinho, ante tal papeleta, jugó de central. Y no es que solo cumpliese, sino que fue uno de los jugadores más destacados del encuentro. Es cierto que jugar al lado de Virgil Van Dijk y por delante de Alisson Becker lo hace todo más fácil, pero no darle mérito al mediocentro brasileño sería un error. A él le da igual donde jugar, él solo quiere ayudar a su equipo.
Como no podía ser de otra manera, todo el mundo se rindió a la actuación de Fabinho. El apoyo fue inmediato por parte de compañeros y aficionados. Pese a ello, su (por el momento) corta carrera como Red no empezó con buen pie. Fue el primer fichaje, pero fue el último en debutar con el Liverpool. Las fechas pasaban y no se tenían noticias de Fabinho. Klopp avisó de que se estaba adaptando el equipo, cosa que podía ir para largo. Además, la solidez -que no buen juego- que dotaba el centro del campo formado por James Milner, Gini Wijnaldum y Jordan Henderson le servía al Liverpool para seguir sumando puntos con cierta solvencia. Aun así, para ganar una Premier League en la que participa el Manchester City de Pep Guardiola, no vale con tener un centro del campo que “solo” aporta solidez, hace falta algo más.
Fabinho poco a poco fue entrando en los planes y evidenciando la mejora que suponía su entrada en el equipo titular. Mejoraba las prestaciones defensivas de Henderson y, ofensivamente, su capacidad de pase le hacía un activo importantísimo a la hora de sacar el balón y de afrontar los ataques ante equipos que defendían en bloque bajo. Su ausencia en las dos derrotas más sonadas del Liverpool en Champions League le hicieron absolutamente indispensable, mostrando su importancia en el esquema y en la diversidad de registros que planteaba Klopp.
El partido frente al Manchester United, uno de los mejores del Liverpool en esta temporada, fue la consumación de Fabinho como pieza indispensable. Fue una exhibición de principio a fin, donde hizo gala de su capacidad de distribución, visión de juego y trabajo defensivo. No hay más que ver la cantidad de pases filtrados que conectó aquel día el brasileño, siendo la clave para derribar el muro que planteó José Mourinho en su último partido con los Red Devils. En diciembre, mes en el que los de Anfield han arrasado haciendo un pleno de victorias, esa importancia que el brasileño demostró tener ante el United se ha visto más retratada aún, jugando prácticamente todos los minutos y anotando su primer gol como Red.
Su ausencia de inicio ante el Manchester City fue una sorpresa mayúscula. Uno de los jugadores más vitales para el equipo y su buen funcionamiento esperaría desde el banquillo su oportunidad en el partido que podía decidir la Premier League. Tras irse perdiendo al descanso y no acabar de generar peligro ante la versión más defensiva de los Cytizens, Klopp comprendió su error y sacó a Fabinho. Como no podía ser de otra manera, el equipo mejoró notablemente y, por momentos, se acercó una remontada que nunca llegó.
Ahora, con la salida de Nathan Clyne y las ya comentadas lesiones en defensa, el brasileño se ha destapado como el nuevo comodín del Liverpool. Juegue donde juegue, lo hace bien y ayuda al equipo. Esto no es algo nuevo en su carrera, ya que empezó como lateral en el filial del Real Madrid y se reconvirtió a centrocampista en el Mónaco por las necesidades del equipo. James Milner, el comodín oficial de los Reds, acaba contrato al acabar esta temporada y su salida es una realidad que no quiero afrontar como como seguidor del Liverpool por lo que significa para el equipo. Pese a ello, sé que el futuro no estará tan mal: hemos encontrado a un chico brasileño que también sirve para todo.