La Premier League es una jungla fantástica. Esto no es nada nuevo. La competitividad que mantiene esta competición es legendaria y envidiada alrededor del mundo. Aun así, es cierto que en los últimos años la diferencia entre los gigantes y el resto de clubes ha sido aumentada, por ingresos principalmente. Así, Liverpool, Manchester City, Manchester United y Chelsea han tomado el liderazgo financiero de la liga, con Arsenal y Tottenham en un segundo y cercano escalón, dejando a los otros 14 equipos a una distancia considerable, pero igualados entre ellos.
La llegada de entrenadores top mundiales a la liga ha permitido engrandecer la competición, mejorar mucho en cuanto a riqueza táctica, pero también llega la amenaza de que se pudiera partir la competición. Muchos hablan de los petrodólares del City, pero lo cierto es que los ruso-dólares de Roman Abramovich en Londres, y los yankee-dolars en Liverpool y en Old Trafford también empezaban a amenazar la esencia de la competición, la igualdad, debido a los tremendos ingresos que tienen. El que primero lo ha demostrado claramente es el City de Pep Guardiola, que en su segunda temporada arrasó en la Premier, batiendo todos los récords. Además, dejó una declaración de intenciones muy clara, creando un miedo general que perduraba todavía en agosto, en el inicio de esta temporada. El City volvía a ser el máximo favorito, pero la Premier se le puso delante.
La plantilla del Manchester City es, sencillamente, espectacular. Y no solo por los millones invertidos, sino por lo que han mejorado individual y colectivamente los jugadores gracias al trabajo de Guardiola. Ejemplos hay muchos: Leroy Sané, Raheem Sterling, Aymeric Laporte o incluso Kevin De Bruyne. Sus rivales, quitando el Liverpool, se encuentran ahora en un momento de reconstrucción con el fin de las etapas de José Mourinho, Arsene Wenger o Antonio Conte. Y esto coincide con la tranquilidad que se respiraba en el City por la estabilidad del proyecto ya contrastado. El otro grande que está asentándose en el éxito (relativo, por no tener títulos) es el Liverpool de Jürgen Klopp. La consagración de sus estrellas y de un esquema y estilo característicos del técnico alemán han permitido dar un salto cualitativo a los Reds, que les sitúa a la par del conjunto de Manchester.
El City volvía a ser el máximo favorito, pero la Premier se le ha puesto delante
Pero bueno, yendo al grano. Llega agosto, una nueva Premier. Y había dos aspirantes en todas las quinielas: el Liverpool y el City. El máximo aspirante era el equipo dirigido por el catalán, pero empezó a contracorriente tras sufrir un pinchazo injusto en The Molineaux con gol con la mano de Willy Boly (ya sabéis, no había VAR, ese invento tan malvado que solo imparte justicia). Tras el empate entre Chelsea y Liverpool en la séptima jornada, el City recuperó su trono, aunque fue temporalmente. El primer asalto entre los dos máximos aspirantes acabó con empate a cero, eso sí. Llegaron victorias importantísimas a United o Tottenham, pero la Premier es la Premier. Y hay un dicho popular, creado por el mítico Sir Alex Ferguson, que perdura generación tras generación: “la Premier no se gana en navidades, pero sí se puede perder”.

Y como bien dijo Ferguson…
Diciembre ha sido un mes catastrófico para los muchachos de Guardiola. Perdieron en Stamford Bridge en un mal encuentro y perdieron el liderato. Hasta ahí todo normal. Pero todo se empezó a agravar una vez entradas esas fechas tan especiales. El Crystal Palace asaltó el Etihad ganando 2-3 en un partido difícil de creer. Todo esto con un Liverpool invicto e imparable que seguía distanciándose. Los Cityzen encandenaron dos derrotas consecutivas tras caer ante el irregular Leicester City por 2-1, dejando el liderato a siete puntos en el ecuador del campeonato.
Lo cierto es que el Manchester City está experimentando la Premier League en su máxima expresión. Perder contra los equipos de media-baja tabla es esencia en Inglaterra, pinchar, fallar, tropezar. Hay miles de términos para definirlo. Y por si fuera poco, han cambiado las tornas. El que no está perdiendo esos puntos habituales, el que está dominando la liga pese a tener perdido el golaverage con el City, el que amenaza la esencia de la Premier esta temporada, es el Liverpool de Klopp.
La diferencia actual es de cinco puntos tras otro pinchazo Skyblue ante el Newcastle, sí, ese equipo que ni gana ni ficha (hasta ahora al menos). Quedan 14 jornadas y muchas emociones en esta carrera final por el título, aunque no sabemos si los dos aspirantes se enfrentarán a la Premier de siempre, a la jungla, o la evitarán como el City campeón y pasearán de tres en tres hasta los 100 puntos. El fútbol dirá.