En la temporada 2015-16, la última de la que disponemos de datos públicos, los ingresos del Everton alcanzaron los 122 millones de libras (11º en la Premier League), mientras que su gasto en sueldos fue de 84 millones (10º). Es decir, a tenor de sus cifras financieras, la posición que le correspondería a los Toffees sería una honrosa media tabla (fue 7º en la última edición). Sin embargo, esta situación en tierra de nadie podría variar en las próximas campañas. Como ya decía Ilie Oleart meses atrás, algo se está moviendo en Goodison Park: un dueño nuevo en el empresario iraní Farhad Moshiri, el proyecto de un nuevo estadio junto al río Mersey con capacidad para 60 000 personas y, sobre todo, un sólido proyecto deportivo basado en la apuesta por jugadores jóvenes. El futbol base no para de crecer año tras año y los debuts de canteranos con el primer equipo han aumentado exponencialmente. También destaca la política de fichajes llevada a cabo durante los últimos mercados, donde han contratado jugadores con mucho futuro antes de que sean inaccesibles económicamente.
Recientemente, cinco jugadores Toffees se han proclamado campeones del mundo Sub-20 con Inglaterra. Dominic Calvert-Lewin, Jonjoe Kenny, Kieran Dowell, Callum Conolly y Ademola Lookman han formado parte de la columna vertebral del combinado nacional inglés en Corea del Sur. Tampoco podemos olvidar el buen rendimiento que han mostrado Dominic Calvert-Lewin, Tom Davies y Mason Holgate durante el transcurso de la temporada regular, que se han instalado en el primer equipo junto a Ross Barkley. Esto sólo son algunos de los ejemplos que corroboran el buen estado de la cantera del Everton a día de hoy, pero detrás de estos espléndidos resultados hay años de trabajo y una metodología de trabajo muy arraigada.
Todo comenzó en 2006 con la construcción de Finch Farm (el complejo deportivo donde entrena el Everton y todo el fútbol base del club) y su posterior apertura. A partir de entonces, los responsables de las categorías inferiores han procurado no desviarse de un modelo muy pautado para poder cubrir las necesidades del primer equipo lo mejor posible. Esta confianza ciega en dicha forma de trabajar también se ha visto reflejada en el banquillo de Goodison Park. Desde David Moyes, hasta Ronald Koeman, pasando por Robert Martínez, se han aferrado al proyecto de cantera y han participado activamente en él. Los buenos resultados son tan evidentes que incluso Finch Farm se ha ganado el apodo de «la escuela de la ciencia».

Por otra parte, también cabe destacar la política de fichajes aplicada durante los últimos mercados, en especial desde el fichaje de Steve Walsh en verano de 2016. El exsecretario técnico del Leicester fue el responsable, entre otros, de los fichajes de N’Golo Kanté, Riyad Mahrez, Demarai Gray o Jamie Vardy. Su incorporación a los Toffees tras ganar la liga con el Leicester fue toda una declaración de intenciones. La misión de Walsh es clara: lograr que el Everton compita ante grandes colosos que le superan en presupuesto. Es cierto que el Everton, al igual que todos los equipos de la Premier League, ingresa una fortuna en derechos de televisión. El pasado ejercicio, el primero del trienio 2016-19, recibió más de 127 derechos de libras en este concepto. Esa avalancha de millones le permite rastrear el mercado mundial pero no supone una ventaja competitiva respecto a sus competidores domésticos, que reciben cantidades similares. Además, la falta de títulos (el último fue la Copa de 1995), la inaccesibilidad a la Champions League (su única participación fue en la ronda previa de 2005, cuando cayó ante el Villarreal) y la inmensa sombra de los gigantes de la Premier League le impiden alcanzar una posición que le permita fichar a los mejores jugadores del planeta.
Ante esta tesitura, el Everton ha recurrido a jóvenes con mucho futuro antes de que estén en el punto de mira de los clubes más poderosos y su precio aumente a niveles estratosféricos. De momento, los elegidos de este verano son Davy Klaassen, venido del Ajax a cambio de 24 millones de libras, y Jordan Pickford, por quien desembolsaron 30 millones de libras (25 fijas y 5 variables) al Sunderland. Romelu Lukaku (1993), Gerard Deulofeu (1994) o Ademola Lookman (1997) son otros de los nombres que han destacado recientemente durante los mercados de fichajes Toffees y que tienen características similares a los mencionados. Los siguientes a unirse a esta lista podrían ser Sandro Ramírez (1995) y M’Baye Niang (1994).
Todo ello hace pensar en el modelo seguido por el Tottenham durante las últimas campañas. Un modelo que ha dado mucho que hablar gracias a los resultados alcanzados (una tercera posición en 2015-16 y un subcampeonato el curso pasado). Sin embargo, el prototipo seguido por el Everton aún no ha arraigado tan firmemente como el de los Spurs. La difusa línea que separa los clubes vendedores de los compradores todavía no ha logrado cruzarla. A día de hoy, el Everton, a pesar de ser un histórico del fútbol inglés, no tiene la capacidad económica suficiente para retener a un jugador como Romelu Lukaku, por ejemplo. El Tottenham, en cambio, sí ha alcanzado esa posición. Lo ha demostrado en más de una ocasión rechazando ofertas de otros clubes grandes por Harry Kane y Dele Alli al ofrecerles un proyecto de futuro sólido y prometedor. La ventaja competitiva que supone el poder retener jugadores de esta talla es uno de los factores principales de la balanza hacia el éxito. Y es por eso que los altos cargos Toffees lo persiguen con ansia. Asimismo, el Tottenham también tiene, al margen de una cantera muy bien trabajada, una brutal capacidad para detectar talento emergente antes de que lo hagan las grandes potencias futbolísticas. A los Kane y Alli hay que sumarles los Eric Dier, Danny Rose, Kyle Walker y compañía. Y claro, tanto talento, mezclado con los conocimientos de Mauricio Pochettino, da como resultado lo que hemos visto sobre los terrenos de juego las dos últimas temporadas.
El proyecto Toffee tiene todas las variantes para triunfar y consolidarse. Y realmente es eso lo único que les falta: triunfar y consolidarse. Las victorias y los buenos resultados vendrán acompañados, probablemente, de la retención de sus jugadores franquicia y eso les dará un valor diferencial y competitivo que les puede hacer evolucionar hacia un equipo referencia. Mientras tanto, estamos a la espera de que el Everton despierte.