Juan Corellano

El Dulwich Hamlet FC, el ejemplo a seguir del fútbol inglés

El histórico club del sureste de Londres ha visto recientemente como Meadow, compañía que dirigía el club y posee su estadio, les expulsaba de su casa e incluso prohibía el uso de su propio nombre. Sin embargo, la lucha de sus aficionados y el apoyo de políticos locales podría desencadenar una acción del gobierno enfocada en proteger a los clubes de sus propietarios.

El Dulwich Hamlet FC, famoso en el Reino Unido a pesar de ser un semi-profesional y uno de los clubes más antiguos del país, celebra este año su 125 aniversario. Debería estar siendo un año dedicado a la celebración de la hazaña que supone cumplir un siglo y cuarto de historia en un mundo tan volátil como lo es a veces el del fútbol. Sin embargo, está siendo más bien una etapa para olvidar. En este caso, el rendimiento deportivo del equipo es lo de menos, pues lo que está en vilo es la existencia de este club de fútbol que hasta ahora había sido tremendamente longeva. El Dulwich Hamlet es un club cuyo mayor valor, por el cual es conocido en el país, no reside en sus acciones sobre el césped, sino en su implicación en causas benéficas y labores comunitarias.

Todo empezó con la llegada de un nuevo inversor ajeno al club, algo que tristemente suele ser un denominador común en casos similares de clubes llevados a la bancarrota. Este fue el caso de Meadow Partners, una empresa constructora americana que pasó a ser la nueva propietaria de los terrenos del estadio del club, Champion Hill, y a dirigir sus finanzas en 2014. La llegada se produjo debido a los severos problemas financieros a los que se enfrentaba el Dulwich en aquella época. Los nuevos propietarios aterrizaron con planes inmobiliarios para los terrenos adquiridos ajenos al equipo y la promesa de ayudar al club con sus deudas y en la construcción de un nuevo estadio en la zona provocó que se ganaran así el apoyo inicial de los aficionados.

Sin embargo, estos planes se vieron detenidos por varios problemas urbanísticos. En primer lugar, su propuesta, que incluía la construcción de 155 viviendas, no cumplía el requisito municipal de contar con, al menos, el 35% de propiedades a un precio asequible para personas con rentas más bajas. Además, los terrenos, calificados como Metropolitan Open Land, son los más protegidos técnicamente en la zona de Londres. A consecuencia de esto, su propuesta fue rechazada por las autoridades. Tras este varapalo, la compañía decidió retirarse de la gestión de las finanzas del equipo, que fueron devueltas a manos de los aficionados, y pasó a poseer únicamente el campo y sus terrenos. Debido a un alto ritmo de pérdidas económicas por temporada causadas por una mala gestión, Meadow dejó al club con un importante incremento de la deuda como herencia. Esta pasó de una cifra relativamente manejable de 150 000 libras en 2014 antes de su llegada, a las 700 000 que el club adeuda en la actualidad. Este agujero económico, además de haber ido aumentando, en muchos casos es de procedencia desconocida debido a la opacidad de la gestión de Meadow. En definitiva, el club se vio obligado a enfrentarse a pagos completamente inasumibles para un equipo dirigido por sus aficionados a través una comisión de voluntarios.

Aún con todo, este no fue el final de la penitencia del Dulwich Hamlet. Meadow decidió el pasado 5 de marzo desahuciar sin previo aviso al equipo del terreno que había sido el hogar del club desde hace más de 75 años. Desde entonces, el club juega temporalmente sus partidos como locales en el campo del Tooting & Mitcham United F.C., rival local que les ha acogido de manera desinteresada. Cuando parecía imposible, la historia dio un nuevo giro y Meadow decidió registrar los nombres de ‘Dulwich Hamlet FC’ y ‘The Hamlet’ y las iniciales ‘DHFC’, así como prohibir al club y sus aficionados su uso. «Cuando ya registraron en nombre simplemente nos reímos. Hemos recibido asesoramiento legal y nos han dicho que no pueden hacer eso, el nombre es y ha sido nuestro durante 125 años, no pueden simplemente registrarlo ahora. Fue algo realmente estúpido por su parte y, sobre todo, de su equipo legal», afirma Duncan Hart, expresidente del Supporters Trust y miembro de la plataforma Save Dulwich Hamlet. Esta última, es una organización que surgió recientemente como una coalición de grupos de aficionados cuyo objetivo es reunir los esfuerzos de estos en la tarea que más urge en estos momentos: salvar al equipo de la desaparición.

 


Por dramática y especial que sea la historia reciente del Dulwich Hamlet, esta es, sin embargo, mucho más común de lo que parece en Reino Unido, pues muchos clubes de distintos niveles están afrontando situaciones cercanas a la desaparición por causas similares. El caso del Dulwich ha tenido especial repercusión en los medios, pues se trata de un club que, a pesar de no competir a nivel profesional, es muy conocido tanto por su historia como por su actividad fuera del campo. Muchos clubes británicos están enraizados en la comunidad a la que pertenecen y aportan un valor social que muchas veces se pasa por alto, como ayudar a la gente a integrarse y sentirse parte de dicha comunidad, recogidas de dinero para distintas causas benéficas, ofrecer un entretenimiento para los más jóvenes, etc. En particular, el Dulwich es conocido por ser muy activo en esta faceta. «Hemos organizados bancos de alimentos para los más necesitados, fuimos de los primeros clubes que apoyaron causas contra la homofobia, hemos hecho recogidas de fondos para la crisis de los refugiados… hemos demostrado estar ahí, abiertos para todo el que quiera venir» afirma Hart.

Precisamente esta labor ha hecho que la afluencia de público haya crecido de unos 200 aficionados en 2010 a alrededor de 1500, la más grande con diferencia de la categoría. «La gente viene a nosotros por las cosas que hacemos por la comunidad. Esto no es solo unos cuantos tipos dando patadas a un balón un sábado a las tres de la tarde, es mucho más y precisamente esa es la razón por la cual el Dulwich Hamlet debería sobrevivir» comenta Hart.

 

 


«La gente viene a nosotros por las cosas que hacemos por la comunidad. Esto no es solo unos cuantos tipos dando patadas a un balón un sábado a las tres de la tarde».


Esta notoriedad les ha llevado a recibir apoyo de figuras y personajes públicos, como el alcalde de Londres Sadiq Khan, el líder del Partido Laborista Jeremy Corbyn o el exfutbolista del Manchester United Rio Ferdinand. Este último es socio creador de la Fundación Legacy que posee junto a Mark Noble y Bobby Zamora, cuyo objetivo es construir viviendas asequibles para gente con bajos ingresos. Precisamente a través de esta sociedad realizaron una oferta a Meadow para comprar los terrenos por 10 millones de libras. Los planes presentados por esta compañía son del interés del club, los aficionados y la comunidad, pues serían más beneficiosos para todos, sin embargo, la empresa americana no ha aceptado la oferta, por lo que su marcha todavía sigue pendiente y el futuro del club incierto. «Lo único que les digo a Meadow es que es tiempo de irse. Tienes diez millones encima de la mesa, tú pusiste siete así que todavía puedes hacer beneficio, ¿por qué no los aceptas y te vas? Ya no eres bienvenido en nuestro club ni Londres», afirma Hart.

 


Dentro de este apoyo recibido, ha sido especialmente importante el de la representante en el Parlamento de la región Dulwich & West Norwood Helen Hayes. Ella llevó el pasado 16 de marzo esta cuestión al Parlamento Británico afirmando en su discurso que «la situación en Dulwich no es aislada, es representativa de un problema mucho más amplio en el que el beneficio financiero a corto plazo busca afirmarse sobre una institución valorada no solo en libras y peniques, sino en personas, amistad, aspiración e historia». La argumentación de Hayes recibió como respuesta del Gobierno la designación de un intermediario neutral para tratar de llevar el caso del Dulwich a un final satisfactorio, así como el compromiso de revisar este tipo de situaciones y contactar tanto como con la FA como con el Ministerio de Urbanismo para estudiar posibles acciones en vista a proteger a los clubes de posibles desfalcos por parte de los propietarios del campo.

A pesar de toda esta rocambolesca historia y habiendo sido expulsados de su propio hogar, los aficionados del siguen luchando por mantener con vida al club de sus amores. Tras todo el apoyo dado a la comunidad durante todos estos años, ahora son ellos los que buscan recibirlo de vuelta, pues el club está siendo financiado por las donaciones que aficionados y simpatizantes realizan a través de la página Save Dulwich Hamlet.

Puede que esta sea la historia que sirva como detonante para que el Gobierno británico actúe y comience a proteger a los clubes, su patrimonio social y, sobre todo, a sus aficionados de un fútbol moderno regido por finanzas, beneficios económicos y cortoplacismo. Mientras tanto, la lucha del Dulwich Hamlet FC continúa: un club ejemplar y esperemos que el ejemplo a seguir para el fútbol inglés.

Foto de portada: Richard Saker/The Observer.

 

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Juan Corellano