El equipo de Pep Guardiola se presentaba en el Stade Louis II con el objetivo de hacer valer el 5-3 de la ida. Un resultado incómodo y más sabiendo que el equipo del Principado es el más goleador de las grandes ligas europeas (llegaba con 123 goles anotados entre todas las competiciones). Los aficionados del conjunto rouge et blanc se acercaron al templo monegasco dispuestos a saborear otra oda al futbol, esperando tal vez un partido loco como fue la ida. Ocho goles se marcaron aquella noche en el Etihad Stadium (City of Manchester por decreto de la UEFA en las citas europeas). Esa tarde, los pupilos de Leonardo Jardim dieron una lección de fútbol ofensivo y demostraron que son un rival más que temible, como demuestra su primera posición en la liga francesa, por delante del todopoderoso Paris Saint-Germain.
A buen seguro que el entrenador catalán esbozó una sonrisa al ver la ausencia por lesión de Radamel Falcao, hombre imprescindible para los franceses. El delantero colombiano fue un auténtico incordio para la defensa Sky Blue (sino preguntadle a Nicolás Otamendi, condenado al banquillo en la vuelta posiblemente por las torturas infligidas en la ida por Falcao). Es por eso que el Pep Team se presentaba en la tarde del miércoles con varios cambios en el once: Aleksandr Kolarov y Gaël Clichy entraron en la zaga y Fernandinho reemplazó a Yaya Touré en la sala de máquinas, buscando tal vez abarcar más terreno en el centro del campo.
El partido empezó con un solo equipo en el terreno de juego. El Manchester City no compareció en el rectángulo, colgó el cartel de «Volvemos en 45 minutos» y vio cómo el Mónaco daba la vuelta a la eliminatoria en tan sólo media hora de juego. A los ocho minutos, el jovencísimo Kylian Mbappé (El nuevo Thierry Henry®) remataba a placer en el primer palo ante la indecisión de la muy criticada defensa Citizen y, veinte minutos después, Fabinho se unía a la fiesta conectando con el interior de su pierna derecha un centro raso del lateral zurdo Mendy.
En tan sólo media hora de juego, el Mónaco dejaba en evidencia al equipo de Guardiola. Se veían superados en cada acción, y ni Silva ni De Bruyne eran capaces de filtrar balones a un Agüero lento y en una alarmante falta de forma. Con este resultado se llegaba al descanso. Los jugadores del cuadro francés enfilaban el túnel de vestuario con una sonrisa en los labios, pues hasta el momento habían amargado el encuentro número cien de Pep Guardiola en las competiciones continentales.
En la segunda mitad, las cosas cambiarían para los de Mánchester. Silva, De Bruyne y Sané despertaron de su letargo e hicieron carburar el ataque citizen. El Kun Agüero gozó de sendas oportunidades de cara a la portería defendida por Subašić pero ejemplificó el estado anímico general del equipo del norte de Inglaterra. Un déjà vu de lo que viene siendo la temporada del Manchester City, un constante quiero y no puedo que le ha costado más disgustos de los que hubiera imaginado el bueno de Pep.
El gol del City cayó por inercia, pues las constantes acometidas de los ingleses estaban destinadas a dar su fruto tarde o temprano. Un tiro en diagonal de Raheem Sterling fue rechazado por el portero croata y Sané, atento a la jugada, introdujo el balón en el fondo de las mallas e hizo soñar a la hinchada inglesa presente en el Stade Louis II de Mónaco.
El Blue Moon resonaba en las gargantas de los mancunianos allí presentes, que veían cómo el gol hacía justicia a lo visto en la segunda mitad del partido. Pero sólo seis minutos más tarde, Bakayoko cabeceó a placer una falta botada por Lemar Thomas, sacando a la palestra las lagunas defensivas de un conjunto construido a golpe de talonario para dominar Europa. El Manchester City se ha convertido esta temporada en el club inglés que más dinero gasta en fichajes en un mismo curso (165 millones de libras netos).
Ni tan siquiera la entrada del siempre oportunista Kelechi Iheanacho hizo cambiar el destino de los de Mánchester, que vivíeron su particular Brexit en cuanto el árbitro hizo sonar el silbato marcando el final del duelo. Pep Guardiola vio cómo se rompía su racha de siete participaciones seguidas como mínimo en semifinales de la Champions League. Eliminados de Europa y con el título doméstico prácticamente inalcanzable, el equipo y él mismo quedan a merced de los siempre críticos tabloides ingleses.
Esta prematura eliminación obligará a Guardiola a acelerar el proceso de reestructuración de la plantilla. Posiblemente, este verano, el equipo sufra la transformación más profunda en los casi diez años que lleva el jeque Mansour al frente del club. Guardiola no parece tener intención de ofrecer la renovación a los seis jugadores que acaban contrato este verano: Yaya Touré, Gaël Clichy, Pablo Zabaleta, Willy Caballero, Jesús Navas y Bacary Sagna. Lo mismo se puede decir de los cinco jugadores que envió cedidos el pasado verano: Joe Hart, Eliaquim Mangala, Samir Nasri, Wilfred Bony y Jason Denayer. El técnico catalán tampoco parece contar con Fabian Delph y Fernando, que apenas han tenido oportunidades este curso, ni con el capitán Vincent Kompany, muy mermado por las lesiones. Capítulo aparte son Sergio Agüero, Aleksandr Kolarov y Kelechi Iheanacho, que podrían seguir en el club si se dan determinadas condiciones. Se espera un verano movido en casa de los vecinos ruidosos de Manchester.