El Chelsea huele a podrido. Me van a perdonar que comience este artículo con una expresión tan malsonante, pero decir otra cosa sería faltar a la realidad. La surrealista discusión entre Maurizio Sarri y Kepa Arrizabalaga, previa a la tanda de penaltis de la final de la Carabao Cup, ha sido el detonante que ha hecho saltar por los aires el vestuario. La situación era ya de por sí insostenible y se refleja en la brutal caída por el precipicio que han sufrido los Blues. De ser ese equipo con los aires renovados y de buen gusto balompédico que traía en su libreta el italiano a ser un conjunto vulgar, ramplón y al que arrecian las dudas en torno a su técnico y a sus estrellas. Panorama desolador y del que buscará aprovecharse el Tottenham, que visita el Bridge este miércoles (21.00 horas española) con el objetivo de pescar en río revuelto.
Lo de Sarri y Kepa fue más propio de un sainete que de un club profesional que estaba disputando la final de un torneo. Que si el portero estaba lesionado, que si el entrenador le ordenó que saliese, que si uno se negó y el otro entró en cólera… son muchas las versiones que se han dado de este suceso, pero solo una la realidad: la imagen es impropia de un equipo con el prestigio del Chelsea. Roman Abramovich se debió tirar de los pelos mientras los aficionados no daban crédito.
La prensa inglesa ha elegido culpable y ese no es otro que el arquero de Ondárroa. Algunas crónicas, como la de Daily Mai, son lapidarias: «Las acciones de Kepa Arrizabalaga en la final de la Carabao Cup fueron una vergüenza. Nunca debería volver a jugar para el Chelsea». Un periódico que apuesta por no pecar de sensacionalista como ‘The Times’, le dedica unas durísimas líneas al portero y habla de la fuerte crisis que azota al cuadro del barrio rico de Londres: “Si alguien necesita confirmación del orden en la jerarquía del Chelsea, ayer quedó ampliamente de manifiesto que los jugadores se creen a sí mismos con más poder que Sarri (…) Arrizabalaga fue un paso más allá desafiando a su entrenador. Kepa humilló a su entrenador. Se avergonzó a sí mismo y a su club. (…) tiene que ser sancionado por su club, no solo para que el Chelsea mantenga algo de orgullo y apariencia de orden, sino también por el juego en general. No debe permitirse que se repita esa sedición, que en adelante será conocida como ‘hacer un Kepa’”. Lo dicho, un bochorno.
Casi 48 horas después de lo sucedido y ya en frío, la cúpula de Stamford Bridge ha tomado la decisión de sancionar a Arrizabalaga, suspendiéndole una semana de sueldo, lo que equivaldría a unos 225.000 euros que dejará de embolsarse. El desplante entre técnico y futbolista sirve como acicate para vivir con la máxima emoción y expectación el derbi londinense que acogerá el Bridge. En primer lugar, servirá para comprobar si –además de la sanción económica- Sarri apuesta por la acción-reacción y deja a Kepa en el banquillo o si bien opta por dar normalidad al asunto y aparcar tan polémico tema. Quizás esta sea la opción más cabal, pero conociendo al bueno del italiano y a su fuerte carácter, no se puede descartar ningún escenario.
Enfrente un Tottenham que llega herido tras su derrota (2-1) ante el combativo Burnley pero con Harry Kane completamente recuperado de su lesión (ya marcó ante los ‘clarets’) y con ganas de reducir la distancia de seis puntos con el Manchester City. Los ‘spurs’ viven acomodados con ciertas garantías instalados en la tercera plaza con 60 puntos y a 7 del Arsenal. La controversia también llega desde Chelsea al barrio de Tottenham como si de un vaso comunicante se tratara. Y es que la Federación Inglesa ha decidido abrir un procedimiento disciplinario a Mauricio Pochettino por las ‘palabritas’ que tuvo contra el árbitro del encuentro frente al Burnley el pasado sábado. Y ya sabemos que los ingleses no se andan con medias tintas por lo que el argentino tendrá que hacer frente a dura sanción con casi total seguridad.
En conclusión, un bonito derbi londinense como es este Chelsea-Tottenham queda algo deslucido por tanta polémica y por el estado de depresión profunda en el que se encuentra el Chelsea. Todo lo que no sea una victoria local dejaría contra las cuerdas (más aún) a Maurizio Sarri y al resto del equipo. Aquí no se libra ni el apuntador. Los dedos acusadores no solo señalan al banquillo, sino que también cuestionan la falta de liderazgo y la ausencia de un futbolista carismático que defienda el escudo y que asuma todos los palos cuando vienen mal dadas. Parece que César Azpilicueta no es el hombre que necesitan. Hay cosas en esta vida que no tienen solución y mucho me temo que la sombra de John Terry es demasiado alargada.