Aaron Cabado

El Everton se queda su armamento

Tras múltiples especulaciones, Romelu Lukaku se quedó en los Toffees, al igual que Ross Barkley. La permanencia de ambos en el nuevo proyecto, con Ronald Koeman al frente, es el mejor refuerzo del equipo de cara a sus aspiraciones para la presente temporada.

Se preveía un verano agitado en Goodison Park. Tras dos temporadas nefastas en las que los aficionados Toffees se vieron constantemente decepcionados por un equipo que caía continuamente en los mismos errores y por un entrenador, Roberto Martínez, incapaz de  revertir la situación, llegó el cambio que tanto la masa social del club como su nueva directiva demandaban.

El multimillonario Farhad Moshiri puso su confianza en un Ronald Koeman que venía avalado por sus buenos resultados en Southampton y le otorgó al neerlandés el navío Evertonian, que se había extraviado por las aguas del Mersey, con la pretensión de que volviese a encauzarlo y le diese al club cierta estabilidad.

No obstante, el Everton se encontraba con un problema que podía lastrar seriamente sus aspiraciones de cara a esta temporada. Por segunda campaña consecutiva, el conjunto de Liverpool no disputa competiciones europeas, lo que podría ser óbice para acometer incorporaciones e incluso para mantener en plantilla a los futbolistas más destacados. Romelu Lukaku, punta de lanza y líder espiritual de los Toffees durante el periplo de Roberto Martínez en Goodison, ya había advertido acerca de su intención de jugar en Europa. Para un jugador del nivel del belga, renunciar a disputar competiciones continentales requiere un esfuerzo que no todos están prestos a realizar. La posibilidad de que Lukaku abandonase el club era, por tanto, un temor real en un Everton que no quería ver cómo su columna vertebral perdía componentes precisamente en el verano en el que el proyecto buscaba un punto de inflexión.

La marcha de John Stones sí estaba dentro de las previsiones, pues desde el seno del conjunto Evertonian eran conscientes de que sería complejo retener más tiempo al joven defensa inglés. El Everton, tal y como repetió Martínez hasta la saciedad durante su trienio en el club, no es un equipo vendedor, pero en esta época de capitalismo futbolístico la tendencia incide en que para no ser un equipo vendedor, hay que ser un equipo vencedor (aunque siempre haya casos excepcionales). La venta de Stones al Manchester City, sin embargo, puede considerarse una muy buena operación para el Everton, que ha recibido casi 50 millones de libras por un jugador que le costó tres. Sí, ciertamente el conjunto de Liverpool pierde a un zaguero con mucha proyección, expeditivo y muy útil en la salida del balón, pero ingresa una gran cantidad de dinero por un defensa que a lo largo de las dos últimas temporadas ha alternado actuaciones notables con partidos en los que todas sus carencias han quedado al descubierto: endeble en algunas facetas del juego, poco contundente y con cierta propensión a cometer errores de bulto.

Tras la pérdida de Stones, buena parte de las opciones del Everton para esta temporada pasaban por mantener en plantilla tanto a Ross Barkley como a Romelu Lukaku. El centrocampista, canterano del club y nativo de la ciudad, nunca mostró un interés real en abandonar Goodison, más allá de rumores con escaso fundamento propios del mercado estival. No ocurrió lo mismo con Lukaku, pues la sombra del Chelsea siempre revoloteó sobre el fornido delantero belga, quien no puede ocultar que se ha quedado con la espina clavada de no haber conseguido triunfar en Stamford Bridge.

Así, tras un periodo estival en el que se amagó en reiteradas ocasiones con un hipotético regreso de Lukaku a la capital —teoría que se vio alimentada cuando el delantero no fue incluido en la convocatoria en la primera jornada de Premier por una lesión que hasta el momento se desconocía—, antes de cerrarse el mercado estival el propio Ronald Koeman explicó que el delantero belga había tomado la decisión de quedarse en el Everton, convencido de que el proyecto propugnado por el holandés era un buen lugar en el que continuar creciendo.

Por tanto, el Everton cerró el mes de agosto con una plantilla sólida (a pesar del fracasado fichaje de Moussa Sissoko) y, con tres jornadas disputadas, ya colecciona siete puntos tras empatar ante el Tottenham y conseguir sendas victorias ante el Stoke City y el West Brom de Pulis. El equipo no transmite esa extrema fragilidad defensiva inherente al club a lo largo de las dos últimas temporadas, mientras que en el apartado ofensivo el excelso nivel del elenco de futbolistas del Everton está fuera de toda duda. La permanencia de Barkley y de Lukaku, llamados a ser dos de los jugadores más determinantes de la escuadra Toffee esta campaña, es el mejor refuerzo de para el equipo de Ronald Koeman. Es inevitable que la ilusión vuelva a reinar en Goodison Park.  

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Aaron Cabado