La escasa popularidad del MK Dons en general entre los aficionados del fútbol inglés siempre ha sido un impedimento para su deseado crecimiento. Un proyecto y una entidad que su controvertido cambio de localidad les dejó marcados por mucho tiempo. No fueron pocos los vaivenes que dio el club y los planes que a su alrededor había sobre lo que sería su futuro. Su original fundación fue allá por 1889 como Wimbledon FC. Controversia fue un sinónimo de todo el proceso que hizo a ese Wimbledon, el antiguo, ser trasladado a la ciudad de Milton Keynes. En decadencia y sin visos de poder mejorar, la idea era la de cambiar al club de localidad con la esperanza de que los aficionados del equipo siguiesen fieles a él y recorriesen cada dos semanas para verles jugar como locales a más de 100 kilómetros de su lugar de origen. Cerca estuvo el proyecto de caerse, pero tras llevarse a cabo no tardaron en ver que tendrían que empezar de cero con potenciales aficionados locales. En términos de arrastrar a sus aficionados, fracasaron con estrépito, quedándose éstos en Wimbledon para respaldar la creación del nuevo AFC Wimbledon, fundado un año antes de la mudanza.
Un año después del traslado, el Wimbledon original cambió oficialmente de nombre para pasar a ser el MK Dons. Acabó también desligándose de su historia con su antiguo nombre para que pasase a ser la «historia», por decirlo así, del nuevo Wimbledon que a fin de cuentas quería heredar el testigo y todo lo que había significado el original más de lo que lo quería el MK Dons. Vilipendiado como ningún otro club antes, esta operación nunca se vio con buenos ojos por parte del aficionado medio al fútbol. Era algo con lo que iban a tener que lidiar. Si bien poco a poco han ido borrando el amargo sabor que todo aquel proceso dejó para tanta gente, su impopularidad le ha dificultado crecer y tener un gran reconocimiento positivo fuera de las fronteras de la localidad de Milton Keynes, donde de manera paulatina sí que han logrado generar una sólida base de aficionados. “Al final, de una cosa mala han salido dos buenas”, expresó Ben Campbell, en una entrevista para La Media Inglesa, sobre el MK Dons y el nuevo Wimbledon.

Todos estos factores han hecho silenciosa la era que acaba de terminar: la de Karl Robinson. Por supuesto, siendo un equipo de tercera división, la reducida cobertura mediática es de por sí un hecho. Sin embargo, por todo lo mencionado, no es un equipo que genera gran simpatía. Si bien puede pasar tan inadvertido como cualquier otro equipo de turno de tercera división, una vez sacado su nombre a la palestra provoca el recuerdo de un cierto resquemor. En un mundo a veces tan extremadamente purista como es del fútbol (quizás por ser la distracción que es del día a día de la vida, donde es posible que no sea tan fácil ser tan fiel a tus ideales), tal movimiento se llegó a ver como un atentado contra muchas de las cosas, de los ideales y de los principios que representa este deporte. Aunque por otra parte, y a pesar de enmascarar estos hechos todo lo bueno relacionado con la entidad, el MK Dons es uno de los clubes que mejor trabajan la cantera y con los jóvenes jugadores de todo el país. Pese a no tener los inicios que todos los demás equipos tuvieron, ha desarrollado y trabajado con vehemencia en muchos aspectos que se valoran en el fútbol más tradicional.
Porque lejos de ser un equipo que invierta dinero encima de más dinero en atraer a jugadores de relumbrón y de dar forma a una cultura de continua inestabilidad y de constantes bandazos, con el dueño Pete Winkleman a la cabeza, han demostrado tener paciencia y un claro plan a todos los niveles a lo largo y ancho de la entidad. En lo que al primer equipo respecta, en Robinson tenían a un técnico joven que trabaja de maravilla con las jóvenes promesas y que es partidario de un juego primordialmente ofensivo. Seis años ha conseguido mantenerse en el cargo, algo casi imposible hoy en día. Arsène Wenger es considerado por muchos el último de su especie en el sentido de que será el último en aguantar tal magnitud de tiempo en un mismo club. 20 años es una marca que muy probablemente no se repetirá. Sumando más tiempo en el Arsenal que todo el resto de entrenadores de la Premier League en sus actuales equipos, es el técnico más longevo de Inglaterra. Con 10 años como entrenador del Exeter City, en el presente equipo de cuarta división, Paul Tisdale es el segundo.
Tercero era hasta la pasada semana Karl Robinson. Antes de unirse al MK Dons entrenó en las categorías inferiores del Liverpool y fue integrante del cuerpo técnico del Blackburn, cuando Paul Ince dirigía al equipo. Cuando éste se fue a Milton Keynes, Robinson siguió a su lado. Después de un año como asistente, Robinson fue entregado las riendas tras partir la marcha de Ince. Con tan sólo 30 años se convirtió en el entrenador más joven de Inglaterra en aquel momento y uno de los más jóvenes de la historia del fútbol nacional profesional. El equipo, como ahora, estaba en tercera con el objetivo de hacerse paso hasta segunda. Habiendo quedado en 12º lugar el año antes, Robinson empezó con fuerza y llevó a los Dons a terminar quintos en su primera campaña. Disputaron el play-off de ascenso, quedando eliminados en las semifinales por el Peterborough. Al año siguiente Robinson se reafirmó como uno de los entrenadores más prometedores del panorama repitiendo en el quinto puesto. A manos del Huddersfield quedaron apeados también en semifinales. Tanto Peterborough como Huddersfield acabarían logrando el ascenso.
Sin gran inversión detrás, el club ha logrado ser autosostenible, Robinson se las tuvo que seguir ingeniando para sacar los mejores réditos posibles, que en su tercer curso, se tradujeron en quedar en octavo lugar en la tabla. Esto sería continuado por un 10º puesto un año más tarde. No obstante, esa temporada, la 2013-14, quedó marcada como la de Patrick Bamford. Obteniendo su cesión del Chelsea y con su notable capacidad para desarrollar a los jóvenes, Bamford tuvo un papel estelar. La principal pega fue que tras su genial primera mitad de temporada (17 goles en 30 partidos entre todas las competiciones), el Chelsea le mandó cedido al Derby en enero, una división por encima. Esto dañó al equipo, que por otra parte empezaba a observar la sostenida irrupción de un tal Dele Alli. Sería la siguiente temporada en la que todo encajaría. Un zaga más fuerte, Alli completamente asentado como titular y bien acompañado en la medular; y dos goleadores recuperados para la causa. Todavía jóvenes pero estancados en sus trayectorias, con Benik Afobe y Will Grigg, Robinson firmó una de sus mejores obras. Les dio la confianza y la continuidad para crecer y respondieron sobremanera, marcando entre los dos 41 goles (19 Afobe y 22 Grigg).
Un equipo de carácter ofensivo y muy vistoso de ver que con 101 goles en liga selló su anhelado ascenso a la división de plata del fútbol inglés. Robinson completaba el objetivo. Por primera vez desde que son conocidos como MK Dons irrumpían en el segundo escalafón. No obstante, su austera política de fichajes hizo mella. Ambos cedidos, Afobe se había ido en enero para ser traspasado al Wolverhampton mientras que Grigg decidió fichar por el recién descendido a tercera Wigan en verano. Más la marcha de Alli al Tottenham, el equipo se quedó sin sus tres estrellas. Pese a que formaron un equipo compacto y más o menos competitivo Robinson no pudo hacer milagros. Si bien hubo tramos en los que su atractiva propuesta de juego dio sus frutos, la falta de calidad acabó mermando a un equipo que se diluyó en el tramo final de la temporada hasta acabar descendiendo de vuelta a tercera. Llegado a este punto no hubiese extrañado la salida de Robinson. Se le relacionó con varios equipos y de hecho llegó a rechazar la firme propuesta del Leeds para seguir en segunda. Queriendo continuar con su trabajo en el MK Dons, se quedó. Sin embargo, no han podido protagonizar el inicio de campaña deseado. Arrastrados todavía por la dinámica final del último curso los resultados (20º, en una liga de 24, con 16 puntos en 16 partidos) no eran los óptimos. Lo cual ha terminado desembocado en su salida. El club ha considerado que lo mejor era partir caminos poniendo así fin a una era silenciosa, que para muchos ha pasado inadvertida pero que para otros ha dejado huella. El recuerdo dejado por Robinson es excelente y con tan sólo 36 años sigue siendo un técnico con mucho potencial y con toda su carrera por delante.
