Juan Corellano

El fútbol británico se acerca peligrosamente al limbo

La Premier League continúa aumentando el número de futbolistas extranjeros cada temporada, pero los británicos siguen sin salir a otras ligas. ¿Se están quedando estos sin espacio?

La Premier League es considerada por muchos como la liga de entre las cinco grandes europeas (Serie A, Ligue 1, La Liga, Bundesliga y esta misma) que mantiene un perfil más particular y fiel a su origen, frente a la progresiva uniformización y globalización del fútbol moderno. Este hecho contrasta, sin embargo, con la entidad internacional que representa esta como negocio, pues es con diferencia la competición que más dinero ingresa con la venta de los derechos de televisión de sus partidos al extranjero (la pasada temporada recaudó más de 2700 millones de euros, aventajando en alrededor de 1500 a la segunda potencia, LaLiga).

Además, este carácter cosmopolita va más allá de las televisiones, pues la Premier League ha ido incrementando el número de jugadores extranjeros que participan en ella año tras año hasta el punto de ser hoy, de entre las cinco grandes ligas antes citadas, aquella en la que cuantitativamente (aunque también en lo cualitativo, pues muchas de las grandes estrellas de esta también son foráneos) más peso tienen los extranjeros, representando un 67% del total de jugadores (véase gráfico siguiente).

 

 

 

Esta universalización y llegada de jugadores extranjeros tiene, debates y opiniones dispares aparte, un innegable efecto positivo que no es otro que el incremento del nivel de la liga con la llegada de futbolistas como Eden Hazarrd, Mohamed Salah, Sergio Agüero y una innumerable lista de etcéteras. Si, además, esta integración de profesionales de distintas nacionalidades se hace sin renunciar (del todo, pues evidentemente también hay cierto efecto globalizador en esta liga) a la esencia del fútbol de las islas, es doblemente satisfactorio.

Sin embargo, este incremento de forasteros puede tener consecuencias negativas para el fútbol británico si no se compensa con la salida de jugadores locales al extranjero, como sucede precisamente en la Premier League. Actualmente, la lista de británicos en las otras cuatro grandes ligas es la siguiente: cinco en Alemania, dos en España, uno en Francia y ninguno en Italia. Sin embargo, históricamente las cifras no son mucho mejores, con un total de 32 británicos en España, 24 en Alemania, 19 en Francia y 18 en Italia. Se podría decir, en términos económicos, que la Premier como negocio tiene una balanza comercial negativa, pues importa más bienes (futbolistas) de los que exporta. Para ser más claros, si continúan llegando extranjeros a la Premier y los locales no se marchan a jugar al extranjero, ¿a dónde va a parar ese excedente de jugadores? Quizás a un ‘limbo’ en el que estarán junto a los calcetines que desaparecen en la lavadora, las posibilidades de que el Arsenal vuelva a ganar una Premier League con Wenger y otros futbolistas desparecidos como Federico Macheda.

 

 

 

Esta presencia tan pobre de jugadores británicos fuera de las islas está directamente ligada a las prestaciones y el rendimiento que estos ofrecen cuando salen de casa, generalmente malo y muy inferior al cosechado antes de marcharse. Son pocas las aventuras de futbolistas británicos en el extranjero que se analizan a posteriori de manera satisfactoria y las que lo son, como el paso de Steve McManaman por el Real Madrid o Kevin Keegan por el Hamburgo, fueron breves y abocadas a poner de nuevo los pies en suelo británico tarde o temprano. Aún dejan más dudas en la adaptación de los británicos a ligas extranjeras casos ‘grises’ como el de David Beckham o Gareth Bale en el Real Madrid, rindiendo bien en sus primeras temporadas pero venido a menos en las últimas, o directamente ‘negros’ como los fracasos de Jonathan Woodgate y Michael Owen en el Madrid, Mark Hughes y Gary Lineker en el Barcelona, o Ian Rush en la Juventus. Quizás fue este último quien dio con la clave cuando regresó al Liverpool tras su paso por Italia. Cuando le preguntaron qué tal fue la experiencia en Turín, Rush supuestamente respondió: «Como jugar en un país extranjero».

En definitiva, parece haber algo en el ADN del futbolista británico que le impide adaptarse y triunfar en ligas que no sean la suya. Quizás sea esa particularidad del fútbol inglés, que obliga a los jugadores locales a desarrollarse ‘a la inglesa’. Quizás sean las particularidades de la propia sociedad británica. Quién sabe, pues de momento esta es una incógnita sin respuesta. Lo único que está claro es que el fútbol británico necesita abrirse al mundo y, con él, sus jugadores. Escoceses, ingleses y galeses no están pasando por su mejor momento como naciones futbolísticamente hablando, pero la situación podría empeorar si sus jugadores se siguen quedando sin un espacio en el que poder desarrollarse. Los nativos del fútbol inglés deben salir, ver mundo e intentar encajar en otras ligas. De lo contrario, caerán en el vacío, en la nada. Y nadie quiere acabar en el limbo junto a Federico Macheda, los cuartos puestos de Wenger y un montón de calcetines desemparejados. 

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Juan Corellano