Jordi Cardero

El fútbol como arma social

Profesionales como Juan Mata, Héctor Bellerín o Marcus Rashford han demostrado con sus reivindicaciones que su condición de futbolistas puede ir mucho más allá del deporte, aprovechando su posición para luchar contra el racismo, en favor del medioambiente o en busca de una mayor igualdad.

 

Ser de un equipo de fútbol es un problemón. Es ir a contracorriente, es sentirte incomprendido y no ser capaz de comprender al resto. Es asumir que el año empieza con la liga, en agosto y no en enero, es escoger las vacaciones teniendo en cuenta los torneos de verano -todos menos la Nations League, ese nadie lo entiende ni nadie está dispuesto a hacerlo-, es estar condicionado los fines de semana y anteponer el partido de tu equipo a cualquier tipo de plan. O esconder el móvil debajo de la mesa para ver el Boxing Day durante las comidas navideñas. Cada uno tiene sus motivos para seguirlo: 90 minutos de evasión, una excusa para encontrarse con amigos o extraños, para emborracharse o para practicar la entonación y proliferación de nuevos insultos. 

Ser de un equipo de fútbol es un problemón, porque es una hipoteca emocional de la que recibirás o pagarás durante el resto de tus días. Es abocar tus sentimientos a once futbolistas -héroes o mercenarios que no sudan la camiseta, dependiendo del resultado final-. Durante los últimos años, algunos de los que están al otro lado han empezado a pinchar la burbuja para explorar territorios desconocidos, nuestros lares. Hace algunas semanas, Héctor Bellerín se convirtió en uno de los principales accionistas del Forest Green Rovers FC. “Como futbolistas tenemos una plataforma enorme que tendríamos que utilizar más de lo que lo hacemos”, reconoció el gunner al canal de Youtube del Arsenal hace un par de años. Ahora encabeza uno de los proyectos socialmente más rompedores del mundo del fútbol. 

El Forest Green Rovers FC, recién ascendido a League Two, está considerado como el club más verde del mundo. Y no es un guiño a Bob Marley. Ni tan siquiera el himno es una canción de reggae ni su estadio, The New Lawn, está aromatizado con el ambientador de la casa de Snoop Dogg. Es el primer club abierta y completamente vegano que lucha, fuera del terreno de juego, por ser sostenible con el medio ambiente. Bellerín es uno de los futbolistas que utiliza su altavoz mediático para serle útil a la sociedad una vez terminan los partidos. Porque es en la calle donde se disputan los encuentros más importantes. También los que se juegan con porterías formadas por árboles o sudaderas tiradas al suelo, donde los resultados son más abultados que los de la NBA. 

Algunos futbolistas son capaces de asomar la cabeza por la ventana y ver lo que hay fuera, aunque son pocos los que se disfrazan de Truman y encuentran la salida. Algunos días después de firmar por el Leeds United, Marcelo Bielsa, según contó The Guardian, obligó a sus hombres a recoger basura de los aledaños de los campos de entrenamiento durante tres horas para entender la cantidad de tiempo que un trabajador necesita para poder comprar una entrada. “Cuando le das a los futbolistas información real de lo que sucede, puede que cambien su forma de pensar o que sean más conscientes de las decisiones que toman en sus vidas -relataba Bellerín en The Athletic– Todos tenemos una pasión más allá del fútbol, y no me refiero a la ropa o a tocar un instrumento, sino a algo más profundo, hablo de las injusticias del mundo en el que vivimos”. 

No es la primera vez que Bellerín se moja en temas extrafutbolísticos. Tras el parón, el Gunner prometió plantar 3.000 árboles en el Amazonas por cada victoria en lo que restaba de temporada. A través de la ONG One Tree Planted, terminó financiando la plantación de 50.000. “Es un claro ejemplo de lo que un futbolista puede hacer cuando tiene motivación por conducir al cambio. Si cambias la vida de una familia, cambias el mundo. Si mejoras la vida de tres personas, es increíble. Pero el ha sido capaz de hacerlo para millones por todo el Reino Unido… Guardo un enorme respeto por lo que hizo”, respondió Bellerín al ser preguntado por Marcus Rashford. El delantero del Manchester United, gracias a su altavoz mediático, presionó al primer ministro británico, Boris Johnson, para que prorrogara durante el verano las ayudas de comedores a más de un millón de niños de familias pobres. 

Rashford fue en su día uno de esos niños que dependían de las ayudas gubernamentales para alimentarse. “Siempre dije que, si alguna vez en mi vida estaba en situación de marcar las diferencias, y no me refiero a un terreno de juego, no dudaría en hacerlo. Esta ha sido mi oportunidad”, reconoció tras anotar el gol más importante de su carrera. Como decía Roberto Bolaño, “hay momentos para leer poesía y hay momentos para boxear”. 

En estos últimos meses, Bellerín ha creado un podcast llamado More than a footballer, en el que entrevista a jugadores involucrados en temáticas similares. En un episodio conversó con Mathieu Flamini, cofundador de GFBiochemicals, una empresa que busca alternativas sostenibles al petróleo. El francés empezó a explorar los senderos verdes en 2008. “La sostenibilidad y el medio ambiente han sido para mí de gran ayuda cuando tuve malas épocas, cuando estuve lesionado o no jugaba. Tenemos tiempo suficiente para hacer otras coses”, explicaba en el podcast de Héctor. Los clubes de fútbol son unos de los principales actores contaminantes. Tan solo en 2019, Sadio Mané recorrió prácticamente 83.000 kilómetros en avión, que se traduce en 40 toneladas de dióxido de carbono lanzadas al aire, según la Revista Panenka. El jugador de la Premier League y segundo del mundo que más se movió -el primer lugar se lo llevó Marquinhos, del PSG- fue Heung-Min Son, con cerca de 89.000 kilómetros, el equivalente a 45 toneladas. O lo que es lo mismo: sumó en viajes lo que se emite al fabricar 90.200 botellas de plástico.

En 2017, Juan Mata fundó Common Goal, una iniciativa que invitava a cualquier futbolista del mundo a donar un simbólico 1% de su sueldo a una causa solidaria. Colaboran futbolistas de talla mundial como Timo Werner, Megan Rapinoe o Giorgio Chiellini y entrenadores como Jürgen Klopp.

Bellerín, Mata o Rashford son algunos de los futbolistas que no solo participan en obras solidarias, sino que no temen en usar el altavoz que el balón les regaló para facilitar la vida de millones de personas. No es pedir el voto para un partido político, es lanzar mensajes transversales y homogéneos en los que extremos como bielsistas y mourinhistas se pueden llegar a tocar. Es utilizar el fútbol como arma. Y es que, si en un equipo juegan Bellerín, Rashford y Mata y les sumamos a Jadon Sancho y Raheem Sterling -por su claro posicionamiento frente al racismo- no queda ningún motivo para no apoyar a este conjunto. Ser de un equipo de fútbol es un problemón, pero nunca fue tan fácil elegir bando.

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Jordi Cardero