Hablando sobre la autoría del juego de posición, Juan Manuel Lillo afirma con rotunidad que “quien más contribuye es [Louis] Van Gaal”. Sin embargo, el periodista Martí Perarnau sostiene que “padre [del juego de posición] solo hay uno y, en este caso, es Johan Cruyff”. Estas visiones encontradas demuestran la dificultad de atribuir la autoría de cualquier creación humana, máximo cuando ha sido desarrollada en el entorno colectivo de una organización como un club de fútbol. Lo cierto es que ambos tienen razón, aunque para trazar el mapa completo de la generación del estilo que ha dominado el fútbol mundial durante la última década, habría que añadir al menos otros cuatro o cinco nombres.
En el comienzo estuvo Rinus Michels y su fútbol total que tan bien interpretó Johan Cruyff sobre el césped. Tras triunfar juntos en el Ajax, ambos se reunieron de nuevo en el Barcelona en 1973, cuando el astro holandés se reencontró con su mentor en el Camp Nou. La llegada del dúo holandés y la aparición posterior de varios compatriotas como Johan Neeskens contribuyó decisivamente a la transferencia del conocimiento del fútbol holandés hacia el club catalán, trazando una relación estrecha que se mantiene hasta el día de hoy.
Aunque cuando Michels aterrizó en Barcelona en 1971, en el club ya existían algunas mentes preclaras que llevaban algún tiempo trabajando en la misma línea que los holandeses. Laureano Ruiz afirma que él fue el inventor del “rondo” en 1957, más de una década antes de integrarse en el fútbol base del Barcelona. Ruiz, que ocupó brevemente el banquillo del primer equipo del Barcelona entre las dos etapas de Rinus Michels, es una figura clave en el juego de posición y en el desarrollo de la metodología a la que años más tarde darían forma Joan Vilà y Paco Seirul-lo en el fútbol base del club catalán.
Cuando Pep Guardiola se integró en el fútbol base del Barcelona con 13 años en 1984, hacía tiempo que Michels y Cruyff habían hecho las maletas pero sus enseñanzas habían sido integradas por Ruiz. La llegada de Vilà, un exjugador del club, al fútbol base fue determinante. Y el regreso de Cruyff al club para tomar las riendas del banquillo en 1988 representó la primera piedra en la construcción del juego de posición como lo conocemos hoy.
En 1989, Cruyff contrató a Ronald Koeman que, con el tiempo, se convertiría en un pilar del juego del Barça del holandés, en el eje de la defensa de tres. Con su desplazamiento largo preciso, Koeman era el encargado de dar salida al juego del equipo. Un año más tarde, en 1990, Guardiola se integraría en el primer equipo y no tardaría en ocupar la posición de medio centro que acabaría por definir todo el juego de posición. Koeman y Guardiola compartieron habitación durante años en las concentraciones del equipo y discutieron hasta la saciedad sobre sistemas, estilos y modelos de juego. No es casualidad que ambos ocuparan luego el banquillo del club, Koeman como segundo de Louis van Gaal durante dos años y Guardiola como primer entrenador en la era más laureada del club.
Ambos trasladaron sus enseñanzas a la Premier League la temporada pasada. Koeman revolucionó el Everton con su confianza en los jóvenes tras su breve periplo en el Southampton. De la mano del holandés se han consolidado en el equipo Mason Holgate (20 años), Tom Davies (18), Dominic Calvert-Lewin (20) o Ademola Lookman (19), además de los contrastados Romelu Lukaku (24) o Ross Barkley (23). A ellos se han sumado este verano Jordan Pickford (23), Davy Klassen (24), Henry Onyekuru (20) y en breve Michael Keane (24). Una de las lecciones que Koeman ha recibido en el Ajax y en el Barcelona es la fe ciega en los jóvenes, talentos maleables con los que desarrollar un modelo de juego.
El Manchester City de Pep Guardiola ha sido el único equipo de la Premier League que ha superado una posesión media en la liga del 60%, además de ser el que ha tenido más éxito en el pase (85,5%). Señas de identidad de la escuela holandesa y del fútbol de posición, que busca la construcción del juego desde atrás, buscando al hombre libre a la espalda de la línea de presión rival y ordena al equipo a través del balón.
Mark Hughes y Mauricio Pellegrino pasaron brevemente por el Barcelona como jugadores en eras diametralmente opuestas de la historia reciente azulgrana. Hughes llegó a mediados de los años 80 de la mano de otro británico, Terry Venables. Pellegrino, por su parte, pasó por el club a finales de los años 90 en la primera etapa de Louis van Gaal en el Camp Nou.
La formación de Pellegrino le debe tanto a ese breve pero intenso paso por el Barcelona como a su estrecha relación con Rafa Benítez, a cuyas órdenes jugó en Valencia y Liverpool y de cuyo cuerpo técnico formó parte en los Reds y en el Inter de Milán. Aunque tampoco es desdeñable la influencia de Marcelo Bielsa, bajo cuya batuta jugó una temporada en Vélez Sarsfield. El Southampton, un club que apuesta desde hace años por un estilo asociativo como demuestran los nombramientos de Mauricio Pochettino (un exentrenador del Espanyol que conoce el estilo del Barça a la perfección), Ronald Koeman (del que ya hemos hablado aquí) y Claude Puel. Los Saints esperan que Pellegrino se revele como el nuevo Pochettino.

A pesar de su lejano paso por el club, Hughes tuvo oportunidad de conocer de primera mano la metodología del fútbol base del club y la forma de trabajar con la cantera. No es de extrañar, pues, que sea el menos británico de los técnicos británicos de la Premier League. Mientras Alan Pardew, Sam Allardyce, Sean Dyche o Tony Pulis son firmes defensores del juego directo, Hughes fue contratado por el Stoke City cuando el club quiso alejarse del fútbol rústico de Pulis y tratar de hacer progresar al club mediante un estilo más moderno. Mientras con Pulis la mejor posición fue un 13º lugar, Hughes logró colocar al club en el 9º durante tres temporadas consecutivas. Con Pulis, el Stoke se situó siempre entre los tres equipos con menor posesión de la división, con cifras más cercanas al 40% que al 50%. Con Hughes, los Potters rozan el 50% y se ubican en mitad de tabla en la clasificación de la posesión.
El Crystal Palace desea imitar la estrategia del Stoke City con Frank de Boer. El holandés, que fichó por el Barça de la mano de Louis van Gaal, llega a Londres tras un exitoso paso por el Ajax y uno no tan fructífero (alerta, eufemismo) en el Inter de Milán. La inestabilidad ha caracterizado al Palace estos últimos años, con repetidos cambios de entrenador a media temporada. Por el club han pasado algunos de los estandartes del fútbol directo en el país (como los mencionados Pardew, Allardyce, Pulis), así que la apuesta por De Boer marca un giro de 180 grados en el estilo de juego del club. El presidente Steve Parish y los nuevos dueños estadounidenses no desean sufrir como en las dos últimas temporadas (15º y 14º respectivamente) y para ellos han planeado un cambio radical de estilo liderado por De Boer.
José Mourinho completa la representación de exempleados del Barcelona en la Premier League. El portugués llegó al Camp Nou de la mano de Sir Bobby Robson, con quien ya trabajaba en el Oporto, y se quedó en el club cuando el inglés fue sustituido por Louis van Gaal, que ejerció una enorme influencia en Mourinho. Sin embargo, el portugués, cual jedi atrapado por el lado oscuro y convertido en sith, acabó alejándose del fútbol de posición de su mentor Van Gaal. Mourinho es el único de los seis entrenadores con pasado azulgrana en la Premier League que ha renegado abiertamente de este estilo para abrazar un juego basado en el pragmatismo con predominio de transiciones ofensivas veloces.
La influencia del juego de posición se está extendiendo por la Premier League como un virus. Desde clubes de la zona alta como el Manchester City o el Everton (a los que cabría añadir al Arsenal de Arsène Wenger, defensor de una versión de este estilo desde tiempos pretéritos) hasta clubes de zona media baja como Southampton, Crystal Palace o Stoke City, a los que cabría sumar la versión británica de Eddie Howe en Bournemouth o la de Brendan Rodgers en su día en Swansea o Liverpool. El estilo ideado por Laureano Ruiz y Johan Cruyff, transformado en un sistema codificado por Louis van Gaal y perfeccionado por Pep Guardiola está invadiendo el fútbol inglés y su influencia parece aumentar cada temporada.
El curso pasado, seis equipos superaron los 20 000 pases completados (Manchester City, Liverpool, Arsenal, Manchester United, Tottenham y Chelsea). Los únicos que bajaron de 14 000 fueron Leicester, Palace, Burnley, Sunderland y West Brom (casualidades de la vida, cinco equipos dirigidos por entrenadores británicos). En 2016-17, los clubes de la Premier League completaron 335 045 pases, récord en la historia de la competición. Es un aumento de casi el 4% respecto a los 323 204 de hace cuatro temporadas.
¿Es esta tendencia positiva para la Premier League? Los estadios siguen llenos a rebosar, lo cual no es un indicativo fiable puesto que, considerando la habilidad de la liga para vender su producto, lo estarían incluso en un partido entre descartes del Sunderland y adolescentes imberbes del Arsenal. En cuanto a la habilidad para competir en Europa, esta próxima temporada comenzaremos a observar si existe un efecto. Cinco clubes ingleses participarán en la Champions League y será una buena ocasión para comprobar su progresión. Finalmente, respecto a las consecuencias sobre la formación de futbolistas, el ejemplo de clubes como Barcelona o Ajax o de las selecciones inferiores de la selección española parece indicar que sí genera un efecto positivo sobre la formación de futbolistas, uno de los grandes déficits del sistema inglés. Lo comprobaremos en los próximos torneos internacionales.