Las normas de la Premier League establecen que los clubes pueden registrar a un número máximo de 25 futbolistas mayores de 21 años. De esos 25 jugadores, al menos ocho deben haberse formado en Inglaterra. Es decir, deben haber jugado en el país al menos durante tres años durante su fase de formación (entre 15 y 21 años). En caso de que los clubes no alcancen ese cupo de ocho futbolistas criados en Inglaterra, la lista total de 25 se reduce en consonancia. Es decir, si un club solo tiene cuatro jugadores «homegrown», solo podrá registrar 21 futbolistas, los otros cuatro cupos quedarán vacantes. Los futbolistas menores de 21 años no se incluyen en esa cuota por lo que jugadores menores como Leroy Sané pueden jugar sin necesidad de ser inscritos en esa lista de 25.
Una vez concluido el mercado estival, los veinte clubes de la Premier League han presentado sus listas y basta una mera observación superficial para percibir que el futbolista inglés es una especie en grave peligro de extinción, en especial entre los grandes clubes. El Manchester City solo tiene cuatro futbolistas formados en Inglaterra en su plantilla profesional y uno de ellos es francés. Situación similar a la del Watford, la franquicia inglesa del centro de compraventa de futbolistas de la familia Pozzo. O a la del Chelsea, a pesar del desarrollo masivo de su negocio paralelo de compra-venta-cesión de futbolistas, que este año ha alcanzado la desorbitada cifra de 38 futbolistas repartidos por el mundo jugando a préstamo.

Especialmente preocupante es la situación de clubes como Tottenham y Liverpool, que durante los últimos años se habían convertido en una fuente de futbolistas para la selección inglesa. En los Spurs, las ventas de jugadores como Ryan Mason o Andros Townsend, formados en el club, han disminuido el número de jugadores formados en el país a solo seis. Situación parecida a la del Liverpool, que ha tenido que incluir al canterano Kevin Stewart para aumentar el número a siete. El centrocampista inglés es, además, el único futbolista de la primera plantilla formado en el club. Lejos quedan los tiempos de los Gerrard y Carragher.
Los números, además, resultan engañosos, porque incluyen futbolistas extranjeros formados en Inglaterra. Así, jugadores como Gylfi Sigurdsson, Cesc Fàbregas, Havard Nordtveit, Ron-Robert Zieler o Paul Pogba son considerados como formados en Inglaterra a pesar de no poder representar a la selección inglesa.
El futuro del futbolista inglés se encuentra en los clubes modestos. Bournemouth y Burnley, quizás los dos clubes más pequeños de la división por presupuesto y capacidad de sus estadios, son los dos únicos con una clara mayoría de futbolistas de las Islas. En el caso del Bournemouth, además, componen la columna vertebral del equipo. Una tendencia que Eddie Howe ha mantenido este verano con la contratación, entre otros, de Jack Wilshere o Lewis Cook.
El año pasado, la federación inglesa presentó una propuesta para aumentar el número de futbolistas formados en el país hasta los doce pero la propuesta fue desestimada rápidamente por la Premier League. El dinero no entiende de fronteras y para mantener el atractivo de la liga necesita atraer a talento de todo el mundo. Aun a costa del talento local. Si es que no ha desaparecido ya.