Cynthia Serna

El Hartlepool quiere vivir un día más

El Hartlepool United vive una situación límite: cinco días para recaudar 200 000 libras y evitar desaparecer. Una vez más vemos como los gigantes del fútbol y las deudas acaban comiéndose a los clubes más humildes.

Hartlepool, al norte de Inglaterra, es una ciudad con tradición portuaria e industrial. Su nombre, proveniente de dos palabras: hart –antigua forma de referirse a un ciervo- y pool -piscina-, hace referencia a la época en la que a sus costas llegaban miles de personas para cazar a estos animales, que se solían situar en la orilla del mar. La ciudad, cercana a Middlesbrough y Sunderland, es un núcleo de tradición obrera donde la pasión por el fútbol late como ninguna otra.

El Hartlepool United, creado en 1908, es un emblema de la ciudad y una especie de templo para sus habitantes. Hablamos del primer equipo que entrenó Brian Clough. Ya en sus tiempos, el club pasaba apuros para sobrevivir. Nada más llegar, el legendario entrenador inglés tuvo que darse una vuelta por los pubs de la ciudad para recaudar dinero para fichajes y se sacó el permiso de conducir para poder llevar el autobús del equipo los días que tocaba jugar como visitante. Una cosa que no ha cambiado desde entonces es la tradición de ir los sábados en familia a ver a los Pools, que sigue siendo un rito para muchos, y algo que, en la actualidad, se encuentra en peligro de extinción. El club, que descendió la temporada pasada por primera vez en su historia del fútbol profesional inglés después de 96 años, necesita recaudar 200 000 libras antes del día 25 de este mes para evitar su liquidación. El equipo actualmente milita en la Conference National League, la quinta división inglesa, después de bajar de League Two el pasado mes de mayo.

La ciudad, que recibe su mayor afluencia de visitantes y de capital gracias a su equipo de fútbol, se encuentra en una carrera contra el tiempo para intentar llegar a la cifra que pueda salvar al espíritu de su comunidad. Se trata de una zona con poco comercio, y que vive, en gran parte, gracias al movimiento que el Hartlepool United produce. La gente que el equipo tiene contratada, las personas que trabajan los días de partido, los bares que abren cuando los Pools juegan, los aficionados visitantes que consumen en su ciudad… se trata de beneficios que pueden desaparecer con su club y con su historia, y que podrían suponer el declive de una ciudad con pocas oportunidades y muchas carencias.

El Hartlepool busca nuevo dueño, pero parece que nadie se postula. Y no es de extrañar, ya que el último gerente del club, John Blackledge, se encontró con un déficit cercano a los dos millones de libras cuando llegó al club. Nadie quiere encargarse de un equipo que acarrea deudas y que pierde dinero, cerca unas 130 000 libras a la semana, una cantidad que se acerca a la del salario semanal de cualquier jugador medio de la Premier League. Unas cifras desesperantes para un club que no genera tanta suma de dinero.

El problema que surge con equipos modestos como el Hartlepool y en categorías como la Conference, es que o tienen un benefactor que esté dispuesto a perder dinero o una empresa que quiera promocionarse y comprar el club, o su situación se complica. Si a este rompecabezas le añadimos la falta de empresas con proyección en esta ciudad del norte de Inglaterra, se produce un cóctel de problemas que muchos se resignan a beber.

Los gobiernos locales se han volcado con el club, también figuras del panorama periodístico inglés, como Jeff Stelling, presentador de Soccer Saturday y actual presidente honorario del club. También han mostrado su apoyo jugadores como el delantero del Blackburn Rovers, Danny Graham, que ha donado 2500 libras… pero la búsqueda desesperada continua. La avalancha de solidaridad se ha hecho notar, en especial, en una campaña de micromecenazgo que han organizado para ayudar al club y que ha recaudado cerca de 55 000 libras. El Hartlepool United también esta vendiendo equipaciones antiguas y usadas en eBay para recoger un poco más de dinero. Todo vale.

El propio Jeff Stelling ha denunciado públicamente en su programa la falta de ayudas que los Monkey Hangers están recibiendo y la diferencia que éstos y muchos clubes humildes presentan con respecto a los gigantes de la Premier League. Según el presentador, mientras unos cenan caviar y langosta, otros se deben conformar con las migas que hay debajo de la mesa. Si hay algo que también sorprende, y que el propio Stelling ha denunciado, es la falta de ayuda de jugadores o equipos de primer nivel. Inciso aparte, ¿sabéis por qué a los Pools también se les conoce cómo Monkey Hangers? Cuenta la leyenda que en la época de las guerras napoleónicas, ahorcaron a un mono, mascota de uno de sus navíos, porque creían que era un espía francés. 

Si hay algo que la actual situación del equipo inglés ha mostrado es que la solidaridad y la esperanza de salvar algo que para muchos es tan importante como el equipo de fútbol de su infancia, que visitaron con sus abuelos, padres, y donde ahora llevan a sus hijos, no está muerta. Un caso curioso es el de Jonathan Evans, un barista de la zona que ha organizado una noche de recaudación en el pub en el que trabaja para ayudar al Hartlepool: «El club de fútbol es una de las cosas favoritas de la gente de Hartlepool, necesitamos a este equipo», dijo el joven. «No se que haría sin él, no me puedo imaginar no ir a los partidos los sábados, sería raro».


«El club de fútbol es una de las cosas favoritas de la gente de Hartlepool. No se que haría sin él, no me puedo imaginar no ir a los partidos los sábados»


Pero si hay un equipo y una afición que se ha volcado con el Hartlepool, es la de sus vecinos de Middlesbrough, que le están devolviendo un antiguo favor. Y es que, en 1986, el Boro se encontraba en una situación similar a la de los Pools, y fueron éstos los que les ayudaron. En ese año, el Hartlepool permitió al Middlesbrough jugar su partido contra el Port Vale en el Victoria Park, actual terreno de los Pools, ya que las puertas de su estadio, el Ayresome Park, se encontraban cerradas a causas de sus propias dificultades financieras.

Las entradas para el partido de este sábado del Hartlepool contra el Wrexham se han agotado, señal de que el apoyo al equipo no cesa. Los propios fans del Middlesbrough que no viajen a Londres para asistir al encuentro frente al Queens Park Rangers, se acercarán al Victoria Park a apoyar a los Pools, y como ellos muchas otras aficiones, e incluso personas a las que, aunque no les interese el deporte, quieren aportar su granito de arena. Las ciudades de Sunderland y Middlesbrough se han volcado y convertido en la principal ayuda. El programa para el partido, que será histórico y decisivo para el futuro del club, ha sido diseñado por un propio aficionado y socio del club, Dave Carless, en muestra de solidaridad con con los fans del Boro. Nunca el refrán de “Una imagen vale más que mil palabras” se adaptó tan bien a una situación. 


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‘The Blue Print’: Programa del partido del Hartlepool contra el Wrexham en el Victoria Park. Creación de Dave Carless, aficionado de los Pools.


El club espera llegar a la cifra de las 200 000 libras para salvarse. Tienen seis días para conseguirlo, o para que aparezca un comprador, y un tic-tac continuo que les recuerda que el tiempo apremia y el día D se acerca. Pero si hay algo que es exasperante para todos aquellos a los que nos gusta este deporte es ver, una vez más, como la tradición se rinde ante el poderío del capital. El dinero es el capitán que dicta el rumbo de los clubes y lo seguirá haciendo. Aunque el Hartlepool consiga alcanzar su objetivo a corto plazo, su deuda no se extinguirá. Pero al menos sobrevivirá un día más. 

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Cynthia Serna