Hace más de cinco años, publiqué en estas mismas páginas un artículo acerca de la investigación de la policía portuguesa del traspaso de Bebé al Manchester United. En él, explicaba cómo su agente, Jorge Mendes, había birlado el jugador a su anterior representante, había utilizado a la prensa española para aumentar la notoriedad del jugador y, finalmente, le había vendido muy por encima de su valor de mercado, lo que le permitió embolsarse 3,6 millones de euros en virtud de su comisión y del 30% de la propiedad del jugador. Desde entonces, el jugador ha transitado sin pena ni gloria por Besiktas, Rio Ave, Paços de Ferreira, Córdoba o Rayo Vallecano. En cambio, la relación de Mendes con el Manchester United sigue siendo tan estrecha como entonces. Por supuesto, aquella investigación, como tantas otras sobre Mendes, acabó en agua de borrajas. El poder del agente portugués es tal que roza la impunidad. Al menos eso parecía hasta ahora.
Durante los últimos años, la profesión de agente ha sufrido un cambio radical. Para empezar, la FIFA eliminó la antigua figura del “agente” para alumbrar la del “intermediario”. El organismo internacional acabó aceptando que muchas personas sin la condición de agente participaban regularmente en traspasos, así que decidió tomar el camino fácil y eliminar las barreras de entrada para operar como tal. Hoy, en muchas federaciones, basta con presentar un puñado de documentos para ser reconocido como intermediario y poder participar legalmente en un traspaso.
Pero ese no ha sido el único cambio que FIFA ha emprendido. Ni siquiera el más importante. Durante los últimos años, el organismo presidido por Gianni Infantino ha adoptado una postura algo más dura respecto al TPO (Third-Party Ownership), es decir, la prohibición de que una persona física o jurídica sea propietaria de un jugador. Solo los clubes pueden ser propietarios de jugadores. Es decir, Mendes no podría haber cobrado ese 30% de Bebé. Es en virtud de esa norma que está siendo investigado Mino Raiola por el traspaso de Paul Pogba de la Juventus al Manchester United. Según FIFA, la comisión de Raiola podría ser un TPO camuflado.
Ante esta tesitura, los grupos empresariales que se lucran con los traspasos de jugadores ha adoptado una nueva estrategia: adquirir clubes. De este modo, estos grupos pueden burlar la prohibición de FIFA. Ahora se lucran con los traspasos a través de los beneficios del club que poseen. De ahí, por ejemplo, la creación de “clubes pantalla” como Deportivo Maldonado en Uruguay (propietario de jugadores como Gerónimo Rulli o Jonathan Calleri) o la adquisición de clubes por parte de grupos propietarios de jugadores, como Peter Lim en Valencia o el grupo chino Fosun en el Wolverhampton Wanderers de la segunda división inglesa. ¿Qué tienen ambos en común? En efecto, Mendes.
Hace unos días, el periodista inglés David Conn publicó un artículo en The Guardian bajo el revelador título “Jorge Mendes y los Wolves: ¿hasta dónde llega la influencia del agente?”. Este verano, el club ha contratado como entrenador a Nuno Espírito Santo. El técnico fue el primer cliente de Mendes hace 21 años, cuando el agente no era más que el dueño de una discoteca. Según Laurie Dalrymple, director general del club, Mendes es socio y amigo del propietario chino del club pero afirma que el agente portugués no es el responsable de los fichajes porque eso vulneraría las normas: “Mendes es alguien que, por su amistad con los propietarios, nos da su opinión y nos asesora”. Pero la relación entre Mendes y Fosun es más estrecha que eso.
Mendes fue quien ayudó al conglomerado a elegir los Wolves en primer lugar cuando el capital chino se lanzó cual buitre de rapiña sobre los clubes europeos. Uno de sus socios durante años, Peter Kenyon, exdirector general del Chelsea, fue quien negoció la compra del club en nombre de Fosun. Durante años, Mendes y Kenyon tuvieron una empresa que se dedicaba a adquirir la propiedad de jugadores. Pero el negocio ha cambiado. Ahora deben adquirir clubes para poder seguir haciendo negocio con los jugadores.
Shanghai Foyo, una compañía controlada por el presidente de Fosun, Guo Guangchang, compró acciones en la compañía que controla Gestifute, la agencia de Mendes. En enero de 2016, Gestifute y Shanghai Foyo lanzaron una agencia de marketing y fútbol orientada al fútbol chino. La presentación se realizó en Shanghái, con la presencia de Guo, Mendes y figuras clave de clubes como Benfica y Mónaco, donde Mendes influye sobre la política de fichajes, como sucede en Rio Ave, Valencia u Oporto.
La actividad de fichajes de los Wolves demuestra la influencia de Mendes: los Wolves pagaron 7 millones de libras al Mónaco por el centrocampista portugués Ivan Cavaleiro. Luego superaron ese récord de fichaje con los 13 que pagaron por otro centrocampista portugués (ejem) procedente del Mónaco (ejem, ejem), Helder Costa. La federación inglesa publica anualmente la lista de los intermediarios que han participado en cada traspaso. En el caso de los dos anteriores, aparecen los nombres de Carlos Osório de Castro y Valdir Cardoso. El primero es un abogado que trabaja en Portugal y actuó en nombre de los jugadores; el segundo es un agente portugués que trabaja para Gestifute y representó al club en la operación.
Sin embargo, una nube negra como el carbón se cierne sobre los negocios de Mendes. Por primera vez, la justicia ordinaria parece estar estrechándole el cerco. Aunque, curiosamente, no a causa de sus operaciones con jugadores sino de la estructura organizada para ellos para defraudar dinero a la Hacienda pública española.
La semana que viene, Mendes está llamado a declarar como investigado (antiguo imputado) ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Pozuelo de Alarcón (Madrid) por su participación en el presunto fraude fiscal de Radamel Falcao, uno de sus seis clientes investigados por evasión de impuestos junto con Fabio Coentrao, Ricardo Carvalho, José Mourinho, Ángel Di María y Cristiano Ronaldo.
Falcao, acusado de desviar sus ingresos publicitarios a través de Holanda a las Islas Vírgenes Británicas, un paraíso fiscal utilizado recurrentemente por Mendes y su entorno (la compañía propietaria de los Wolves está domiciliada ahí) durante su etapa en el Atlético de Madrid, apuntó a Mendes como responsable de la creación del complejo entramado destinado a desviar fondos.
La principal novedad de la investigación sobre Falcao es la inclusión de sus asesores. Es la primera vez que un intermediario o asesor se sienta en el banquillo acusado por el fraude de uno de sus jugadores. Este cambio en la jurisprudencia, emanado de la sentencia del Tribunal Supremo sobre el caso Messi (el alto tribunal consideró como “insólito” que los colaboradores del argentino no estuvieran incluidos en la acusación), podría suponer el principio del fin para Mendes. Aunque el agente no ha sido incluido en la denuncia de la fiscalía contra Cristiano Ronaldo, todavía podría ser añadido por el juez que reciba el caso. Lo cual sería lógico considerando que el caso del portugués es idéntico al de Falcao y al de los demás representados de Mendes.
El objetivo era evitar el pago de impuestos sobre los derechos de imagen de esos jugadores. A tal fin, las empresas patrocinadoras pagaban a una empresa con sede en Irlanda, el país con una tributación fiscal más baja de la Unión Europea. Esa empresa, controlada indirectamente por Mendes, descontaba su comisión y a continuación trasladaba el dinero hacia el paraíso fiscal de las Islas Vírgenes Británicas, donde ya no estaba sometido a impuestos de ningún tipo. En algunos casos, como el de Ronaldo, ese dinero todavía haría un último trayecto hacia una de las cuentas del jugador en Suiza.
Aunque Mendes ha puesto en marcha toda su maquinaria propagandística para negar las acusaciones y limpiar el nombre de sus representados, el portugués se halla por primera vez al borde del abismo. Sus artimañas, incluyendo la divulgación de supuestos documentos fiscales que exonerarían a sus representados pero que en realidad no demuestran nada o la presión sobre los medios de comunicación para amortiguar el golpe sobre la reputación de sus jugadores, ya han surtido efecto demasiadas veces. Quizás nos encontremos ante el principio del fin del agente más influyente que ha conocido el fútbol en su historia.