Hay equipos con partidos pendientes, producto de una fase final de la Champions League jugada en agosto como si fuese alguna especie de Mundial de selecciones distópico. Manchester City y Manchester United, así como sus respectivos rivales, están medio paso por detrás del resto. Ello permite que la crisis de los Cityzens sea un poquito menos histérica, aunque que en el caso de los Red Devils cualquier excusa es completamente irrelevante: la crisis es extraña porque hay victorias sazonadas en medio, pero la histeria es máxima. Incluso con Guardiola, incluso habiendo sido durante dos años seguidos el equipo de fútbol más arrollador de la historia del país, la enormidad existencial del Manchester United es superior a prácticamente todo y en este caso superior al día a día general del City.
Pero el punto de todo esto es que incluso con estos habiendo jugado un partido menos, el Leicester City es quien lidera a todos. Una tesitura un tanto absurda, pues incluso hay un par de derrotas en esta presente temporada del equipo que parecían significar para ellos un inquietante presagio (considerando encima el final de la temporada pasada) acerca del principio del fin del proyecto, de Rodgers, de las cosas buenas en la vida. Pero… no. En absoluto. Incluso habiendo sido humillado, en casa para más inri, a manos del West Ham en uno de sus primeros ocho partidos de la temporada, el Leicester es líder.
Aunque sea todo a una micro-escala, esta primera de cinco partes de la temporada se ha convertido en una especie de acto reivindicativo para un par antihéroes del folclore de la Premier League moderna como son Brendan Rodgers y José Mourinho; respectivamente, los entrenadores del primer y segundo clasificado. Que David Moyes no esté siendo un absoluto desastre con el West Ham también es una prueba de ello. Porque, precisamente, son los Hammers uno de los dos equipos que han derrotado al Leicester. El otro es el Aston Villa. Jack Grealish siendo el mejor jugador de la liga tampoco es la cosa más normal del mundo, a pesar de que en su caso tiene pinta de que es una tendencia general que va a asentarse en nuestras vidas.
Muchas de estas tendencias, de estas sorpresas, también son fruto del calendario, de quién ha jugado contra quién y demás factores no precisamente irrisorios. Ahora es cuando ocurre lo típico, que Leicester y Tottenham jugarán contra el resto del top-6 que les queda por hacer frente y serán barridos del mapa. Pero, de momento, así estamos. Y ellos dos han vencido respectivamente a los dos equipos de Manchester infligiendo absolutas destrucciones contra ellos. 2-5 del Leicester en el Etihad; 1-6 del Tottenham en Old Trafford.
Con el Leicester, está el alucinante hecho de que está haciendo esto sin 3 de sus 4 defensas titulares del año pasado y, durante varios de estos ocho partidos, sin su medio centro titular y su interior más diferencial. Jugadores con los cuales se convirtieron en un falso candidato a ganar la Premier League la temporada pasada y, cuando empezaron a ausentarse, se estrellaron con dureza hasta su 5º puesto final.
Ricardo Pereira (lesionado desde principio de año natural), Çaglar Söyüncü (caído en combate hace un mes), Ben Chilwell (traspasado al Chelsea), Wilfried Ndidi (caído en combate tras dos partidos disputados) y James Maddison (utilizando estos ocho partidos para recuperar su forma de juego). El último de ellos cinco ya parece estar alcanzando velocidad de crucero, influyente en la victoria que les alzó al liderato en su último partido, victoria 1-0 ante el Wolverhampton. Pero ausencias como esas serían razones más que de sobra para justificar un, pongamos, “decepcionante” décimo tercer puesto que Brendan Rodgers estaría tratando de hacer de menos, señalando todos los brotes verdes que se vislumbran en el equipo.
Sin embargo, nada de eso está siendo necesario. Y, de alguna forma, es de agradecer. Pocas cosas hay más cansinas que equipos poniendo excusas de por qué no lo están haciendo mejor, tan bien como deberían. En este caso, de nuevo, hubiese estado más que justificado: pierdes a tres cuartos de tu defensa, a tu imán de recuperar balones que es Ndidi, durante periodos intermitentes a Maddison… y no poder ponerte de pie sería lo más lógico y normal del mundo. Pero aquí estamos.
Cómo han hecho lo que han hecho para llegar a este inverosímil punto de liderazgo de la competición se explica a través de los mejores jugadores que les quedan en pie, pero también a través de la notable capacidad colectiva del equipo. Una capacidad que se extiende a quienes dieron luz verde a los reemplazos obtenidos en este último mercado de fichajes. Ningunos más impresionantes que Timothy Castagne y, sobre todo, Wesley Fofana. Con la que posiblemente fue la mejor pareja de centrales de toda la liga en 2019-2020 vistiendo la camiseta del Leicester, Jonny Evans + Söyüncü, fichar en ese momento a otro central preparado, bajo la mayoría de consideraciones, para ser titular, fue un movimiento audaz, una apuesta proactiva aprovechando que el viento soplaba a favor y no esperando a que dejase de hacerlo.

El resultado, el bueno de Çaglar lesionado pero el equipo yendo viento en popa. Fofana no sólo está cumpliendo, es que es la tercera revelación en el eje de la defensa del Leicester en tres años, después de Söyüncü y de Harry Maguire. La forma en la que dominó todo intento del Wolverhampton de recuperar la desventaja el pasado fin de semana fue prodigiosa, desplegando una serie de esas acciones de brillantez defensiva que nunca sabes cómo explicar del todo hasta que las ves materializadas. Pulcras recuperaciones de balón, coordinación en sus intervenciones, precisión en sus lecturas por parte de Fofana. Si pueden continuar defendiendo así, con James Justin y Timothy Castagne además como los nuevos ocupantes de los laterales, Rodgers podrá seguir trabajando en las carencias ofensivas de un equipo que todavía no está equipado para arrasar a través de la posesión del balón.
Aunque especialmente positivo en cuanto a Castagne y Justin ha sido la producción ofensiva. Con Maddison siendo el principal, y más o menos único en términos de constancia creador de juego en el sector ofensivo, quienes más se sumaron a la misión que él está encargado de liderar fueron Pereira y Chilwell. Ampliaban el rango del ataque y camuflaban el decepcionante rendimiento de los extremos del equipo. Si bien Justin, que juega a pie cambiado como lateral izquierdo, es más una presencia sin balón, un efectivo más que ofrece opciones de remate o continuación (a diferencia de un Chilwell más generador), por su parte Castagne ha podido tranquilamente replicar todo lo que daba Pereira (0.13 Castagne en 2020-2021 vs 0.13 Pereira 2019-2020 en “asistencias esperadas” por 90 minutos, según StatsBomb / FbRef).
Todo ellos buenas noticias para un Rodgers que donde más ha podido lucirse como entrenador, en uno de los puntos en los que más ha podido hacerlo, ha sido con el rescate de Nampalys Mendy. Porque si tu posesión ofensivamente efectiva es un poco así-así, si encima pierdes al ya mencionado Ndidi, no es probable que puedas sostener la que sea tu misión, por ejemplo, contra equipos como Manchester City o Arsenal; menos todavía ganar. Sin embargo, Mendy, ese fichaje errante, perdido entre expectativas, por fin está siendo una pieza útil y sobre todo diferencial para el equipo, jugando 705 de 720 minutos de Premier League hasta la fecha y realmente pudiendo imprimir una sensación de comando en el centro del campo, protegiendo a la última línea del equipo y siendo capaz de hacerle llegar el balón a Maddison o a Tielemans. Aquello que nunca hizo click para Mendy, por fin lo ha hecho. Y es que el mérito de Rodgers está siendo tal que ha recuperado no sólo a Mendy sino también, para por lo menos una mínima causa, a Daniel Amartey, titular en la defensa que les catapultó a abrir al Manchester City de par en par y llevarse los tres puntos ese día.
Algo que vimos en aquel partido y que posiblemente, de forma concreta, deba causar un poco de pausa en el lanzamiento de las campanas del Leicester, es la enorme influencia que han tenido los penaltis en sus positivos resultados finales. Obviamente, ello se puede considerar como una habilidad particular, en este caso considerando sus consistentes momentos de sobrecarga del área y a través de dos jugadores tan eléctricos y punzantes como Maddison y Vardy que, junto a los 2 de Justin, han sido quienes han conseguido los penaltis del equipo este año (un total de 8). Ese ritmo es virtualmente imposible de sostener, pero las victorias, como las seis conjuradas esta temporada, tienden a mejorar a los equipos a través la positividad e inercia que crean. Al final, dicho lo cual, lo que marca las diferencias es la calidad de los equipos y de los jugadores.
No hay racha, de penaltis o no, que valga, incluso aunque el Leicester sea la mayor anomalía de la historia de la Premier League con su definitiva victoria en 2016. De momento, y aunque sea algo que podría utilizar un más refinado contexto, es merecedor de ser notado esta diferencia: el Leicester es 12º en “goles esperados excluyendo penaltis” pero 3º en simples “goles esperados” totales en lo que llevamos de competición, según StatsBomb / FbRef. Una diferencia que suele ser recalcada, ya que las acciones de penalti tienden a sesgar demasiado perniciosamente la esencia de lo que se trata de analizar en cuanto a las capacidades de un equipo o jugador, visto desde un punto de vista probabilístico.
Pero si, como decimos, se trata de calidad, Maddison, aunque sólo ha disputado 273 minutos de liga de momento, fue titular en el último partido y debería ser una pieza que active y potencie a las que le rodearán de aquí al resto de temporada. Porque en su ausencia vimos grandes de flashes de lo que pueden ser. Una de las más sísmicas jugadas de estos ocho partidos fue el momento en el que el balón cayó a Tielemans, que inmediatamente después encontró a Cengiz Ünder en carrera y éste a Jamie Vardy para ejecutar a Bernd Leno y al Arsenal en el Emirates. La dinamita está si el mechero es lo suficientemente bueno. La nueva dimensión que Ünder va a dar a un equipo que siempre necesitó un poquito más, es sobresalientemente bienvenida. Si bien Demarai Gray debería seguir siendo un aceptable actor de banquillo y Ayoze todavía sigue teniendo un enorme signo de interrogación encima sobre si tiene la capacidad para ser titular en este equipo, quien está dando el mayor paso adelante parece ser Harvey Barnes.
Pero donde el bacalao acaba siendo más partido que en ningún otro puesto del Leicester City es en la punta de la lanza, en el delantero centro, en… Jamie Vardy. Incluso con ya 33 años de edad (casi 34), se mantiene y se refuerza como la mayor certidumbre de un equipo que ha vivido todo tipo de distintas metamorfosis a lo largo de estos últimos años (y ahora, en estos 8 partidos, suma un 1.18 en “goles esperados” por 90 minutos, en comparación con los 0.60 de la temporada anterior, según StatsBomb / FbRef). Su brillante luz acabará perdiendo intensidad tarde o temprano, en el equipo lo saben, Rodgers lo sabe, pero al mismo tiempo, saben que van a surfear esta ola hasta su completo final. La forma en la que presiona con más voracidad que nadie, la forma en la que acuchilla a esas intrépidas defensas rivales, apenas conoce paragón en esta Premier League contemporánea. Todo impulsado por una actitud competitiva de clase mundial, caliente y fría dependiendo de lo requerido.
Este momento del Leicester en esta temporada de la Premier League es como ese ba da da da ba da da da de la letra esa canción que seguro que has escuchado (o igual sólo la he escuchado yo). No es lo más trascendental de la canción, no es un recurso ni mucho menos común en términos absolutos. Y generalmente quien abusa de algo así o de un tipo de na na na na no es probable que esté tomando la mejor decisión artística. Cuando sea completada esta temporada, lo seguro es que este extraño comienzo, este momento de divertidas mariposas, no sea lo más memorable, lo más duradero en nuestra imaginación colectiva. Pero tras años de incesante dominio dual entre Liverpool y Manchester City, tener al Leicester líder en Noviembre es reconfortante a muchos niveles.
Y para nadie más que para el entrenador de este equipo, que sabe con toda probabilidad estarán peleando por la Premier League a final de temporada. Pero en esa maquiavélica satisfacción que tantas veces termina desprendiendo, Brendan Rodgers sabe que todo esto es parte de una construcción más colosal, más grande. Hasta donde pueda, personalmente, será con el Leicester. Para reconstruir su propia figura y percepción como un verdadero entrenador de élite, tendrá que brillar con este equipo. Tanto como ya lo ha hecho y más. Un gran motivo por el que en Leicester no dejará que se les desestime. Nada, a través de un suficientemente prolongado periodo de tiempo, es casualidad. Y de alguna forma tampoco lo es que en este momento este Leicester sea líder.