Juan Corellano

El juego de la silla en los banquillos ingleses

Ljungberg y Arteta, Marco Silva y Duncan Ferguson, Clotet y Monk. Los técnicos del fútbol británico viven tiempos convulsos.

Diecisiete jornadas han pasado ya de Premier League. Y con ellas, se ha marchado también la habitual calma que acompaña a sus banquillos. Una calma solo momentánea, una tregua temporal que precede a la tormenta que inevitablemente llega a la liga cada campaña según avanzan los partidos y que acaba con unos cuantos entrenadores en el paro.

A pocos partidos de alcanzar el ecuador de la temporada, ya han sido despedidos cinco entrenadores. Varios banquillos arden bajo lo que uno podría interpretar como fuegos aislados. Sin embargo, todos están conectados, son parte de un mismo incendio provocado por un fútbol pirómano, carente de paciencia y memoria.

En lo que a técnicos respecta, todos los movimientos del mercado están mucho más ligados de lo que a priori pueda parecer. Es como el juego infantil de las sillas, en el que hay menos asientos que competidores, que parecen ser siempre los mismos. Por ello, los que por algún tiempo se ven forzados a estar de pie esperan tranquilos, sabedores de que en algún momento la música volverá a sonar, al igual que sus nombres en cuanto surja una nueva vacante.

Tony Pulis, Sam Allardyce, Alan Pardew, Rafa Benítez, David Moyes y un largo etcétera al que parece haberse unido, pese a su descalabro londinense, Unai Emery. Apenas días después de haber recogido forzosamente sus pertenencias del Emirates, el nombre del español sonaba para ocupar la banda de Goodison Park. Aunque este movimiento ya está prácticamente descartado, dicho rumor parece antojar que Emery pertenece desde ahora a esa interminable e inamovible lista de técnicos añejos que la prensa postula como sustitutos de emergencia siempre que un banquillo queda libre en Inglaterra. Un ‘suena Míchel’ a lo británico.

Al que el guipozcuano postulaba sustituir, en cambio, parecen habérsele acabado las oportunidades en la Premier. Al menos, de momento. Con otro abrupto final, esta vez en el Everton, Marco Silva ha dejado patente no haber sabido aprovechar su oportunidad en la élite. Con un octavo puesto en un equipo que aspiraba a entrar en Europa como su mejor aval tras experiencias en hasta tres equipos de la liga –Hull City, Watford y Everton–, el portugués tendrá difícil volver a entrenar a un equipo de la Premier hasta que no vuelva a acumular ciertas credenciales con las que demuestre estar a la altura del reto.

En su marcha, Silva se lleva en sus impolutos trajes el olor a humo de un par de fuegos hoy día muy vivos en los banquillos británicos. Además del de Goodison Park, también existe otro en su antiguo club, el Watford, un equipo que a estas alturas ya acumula tres técnicos diferentes en lo que va de temporada. Javi Gracia, potencial candidato a formar parte de la lista de eternos sustitutos, Quique Sánchez Flores, otro que como Silva tendrá complicado volver a las islas en un tiempo, y Nigel Pearson, último huésped de la banda Hornet y afiliado habitual a la lista de rumores cuando alguien sale despedido.


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Nigel Pearson y su llegada al Watford conforman uno de los últimos movimientos en los banquillos ingleses. / Getty Images


Pero ahí no acaban las conexiones, pues Pearson fue antaño técnico interino y segundo entrenador, dos condiciones que están cobrando reciente protagonismo en Inglaterra. En lo referente a los primeros, es precisamente el título que ostentan los actuales ocupantes de los banquillos de Everton y Arsenal, que a su vez dejaron huérfanos dos de los dearly departed que acabamos de mencionar (Silva y Emery, respectivamente).

En Liverpool, el interino es Duncan Ferguson, una leyenda del club más dotada de carisma que de maña y experiencia en los banquillos. Pese a haber reconocido abiertamente tener asumido que su paso por el club es solo temporal hasta la llegada de un nuevo entrenador, el escocés ha dejado la impronta de su carácter en los dos partidos que ha tenido la batuta en sus manos. Y quién sabe si, con ella, su postulación para una oportunidad más firme en el club, animado por recientes casos de colegas a quienes funcionó esta vía como es el caso de Ole Gunnar Solskjaer.

En el último encuentro, un empate a uno frente al United en Old Trafford este fin de semana, el técnico cambió a Moise Kean en el minuto 88 cuando llevaba solo 18 sobre el césped. En declaraciones a Sky Sports tras el partido, Ferguson no disipó las críticas suscitadas por esta decisión con el poco convincente argumento de que solo trataba de perder algo de tiempo.

Más claro fue este domingo nuestro otro interino, Freddie Ljungberg, quien –pese a perder 0-3 contra el City y acumular una victoria, dos empates y dos derrotas en su breve estancia– instó al Arsenal a tomar una decisión de manera urgente sobre su banquillo. Es decir, o bien contar con un nuevo técnico, o bien apostar por él hasta final de temporada. “Me siento agradecido e intento hacer las cosas tan bien como puedo, pero también creo que sería bueno tomar una decisión, sea cual sea”, aseguraba el sueco a Sky Sports tras la derrota.


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Ljungberg pidió una decisión urgente al Arsenal sobre su puesto de entrenador tras la derrota ante el City. / Getty Images


Estas palabras llegaban precisamente después del partido en el que Ljungberg se enfrentaba a su más probable sustituto, y es aquí donde entra el perfil del segundo entrenador en la ecuación. Mikel Arteta, actual mano derecha de Guardiola en Manchester, es ahora mismo el mejor posicionado para suplir al sueco en la vacante que dejó Emery. Más allá de lo que implica para el club Gunner esta decisión, merecedora de un artículo aparte, su salida del City podría resultar traumática para la relación entre este y Pep Guardiola.

De momento, Arteta no ha hecho declaraciones ni ha manifestado abiertamente su intención de emprender una carrera en solitario como entrenador. Aunque algo ambiguo y esquivo, Guardiola sí que ha hablado a colación de los rumores. “Si sucede, sucederá. Cuando quiera hablar estamos abiertos a hacerlo, pero es privado. No quiero volver la situación incómoda”, aseguró este domingo el catalán tras el encuentro de su equipo.

Una charla sin duda necesaria, y si no que se lo digan a Garry Monk y Pep Clotet. Antaño primer y segundo entrenador del Birmingham City, hoy rivales dialécticos y de banquillo tras un fuerte desencuentro fruto de una situación similar a la que Guardiola ya vivió con Tito Vilanova cuando dejó el banquillo del FC Barcelona. En su caso, Clotet también deseaba emprender una carrera en solitario y aprovechó la oportunidad cuando fue nombrado técnico interino de St. Andrew’s tras la destitución de Monk el pasado junio.


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Monk negó el saludo a Clotet cuando sus equipos se enfrentaron hace unas semanas. / Getty Images


Cinco meses después, Clotet fue nombrado de manera definitiva como nuevo entrenador del equipo, algo que enfadó a su antiguo compañero británico, ahora entrenador del Sheffield Wednesday, que cargó duramente contra él en la rueda de prensa previa al partido en el que ambos volvían a verse las caras.

“Algunos eligen perseguir sus oportunidades de la peor manera posible”, aseguró Monk para después negar el saludo al español antes del partido. Un desencuentro que muestra cómo el fuego de los banquillos ingleses es tan contagioso que incluso llega a la segunda división. Estos incendios amainarán con el tiempo. No obstante, otros nuevos surgirán cuando vuelva a sonar la música, una nueva silla quede vacía y un montón de familiares y conocidos apellidos empiecen a girar a su alrededor. 

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