Ilie Oleart

El Liverpool de Klopp sigue en deuda

Más de dos años después de asumir el mando del Liverpool, Jürgen Klopp sigue sin ser capaz de remediar las deficiencias de las que ya adolecía el equipo de Brendan Rodgers.

Quiero convertir a los incrédulos en creyentes”, dijo Jürgen Klopp en su presentación como entrenador del Liverpool el 9 de octubre de 2015. Han pasado más de dos años desde aquel momento y algunos aficionados comienzan a perder la fe. Tras la abultada derrota por 4-1 ante el Tottenham en liga, algunos de ellos se lanzaron a las redes sociales para exigir la destitución del técnico alemán, hartos de comprobar cómo cada paso adelante del club es seguido por uno hacia atrás. Desde aquella derrota en Wembley, el equipo de Klopp encadenó cuatro goleadas (3-0 ante Huddersfield, Maribor y Southampton en casa, y 1-4 en el London Stadium ante el West Ham) y parecía que añadiría una quinta en el Sánchez Pizjuán ante el Sevilla cuando el equipo se fue al descanso por 0-3. Pero, una vez más, los Reds demostraron su inconsistencia crónica y acabaron empatando a tres.

La llegada de Klopp a Anfield permitió al club recuperar algo de amor propio y mucho de ilusión. Además de sus éxitos como entrenador (dos Bundesligas consecutivas y una final de Champions League), Klopp es un tipo carismático que no tarda en ganarse el afecto de periodistas y aficionados gracias a su entusiasmo contagioso. Pero ese crédito personal se agota rápidamente si el equipo no da dividendos a medio plazo. Los aficionados del Liverpool comienzan a preguntarse si su equipo ha progresado con el alemán respecto a la etapa de Brendan Rodgers.

El técnico norirlandés permaneció en Anfield tres temporadas completas. En su primer año, finalizó la liga en séptima posición, una ligera mejora respecto a la octava posición de la temporada anterior. En 2013-14, Rodgers llevó al club a acariciar el título de liga. Solo un inoportuno resbalón de Steven Gerrard impidió a los Reds alzarse con su primera Premier League. En su tercera temporada, Rodgers no fue capaz de recomponer el equipo tras la marcha de Luis Suárez al Barcelona y los Reds cayeron en liga hasta la sexta plaza y fueron eliminados de la Champions League en la fase de grupos. Esa mala temporada fue el caldo de cultivo que desembocó en su despido la temporada siguiente tras solo ocho partidos de liga en los que el equipo sumó doce puntos.

El principal talón de Aquiles del equipo de Rodgers era la defensa. En sus tres temporadas completas en Anfield, el equipo encajó 43, 50 y 48 goles en liga. Unas cifras que Klopp no ha logrado mejorar: su Liverpool recibió 50 y 42 goles en las pasadas dos temporadas. Durante la mejor racha del Liverpool de Rodgers, cuando ganó nueve partidos de liga consecutivos en la recta final de la temporada 2013-14, su defensa estaba formada por Simon Mignolet en portería, Jon Flanagan en la izquierda, Glen Johnson en la derecha, y Martin Skrtel y Mamadou Sakho en el eje de la defensa. Solo el portero belga sigue en el equipo titular, mientras que la línea defensiva ha sido sustituida por Alberto Moreno, Joel Matip, Dejan Lovren y Joe Gomez (en ausencia de Nathaniel Clyne). La defensa de Rodgers era más que mejorable. Y, sin embargo, Klopp no lo ha logrado.

En aquella temporada 2013-14, Rodgers tenía un jugador de primer nivel mundial en Luis Suárez. Pero hay que recordar que Raheem Sterling era un joven canterano de 19 años y Philippe Coutinho un prometedor brasileño de 21. Jordan Henderson y Mamadou Sakho tenían 23 años  y Jon Flanagan, 21. Rodgers construyó un equipo de futuro que el club desmontó con las ventas de Suárez y Sterling por más de cien millones de libras. Y Klopp no ha sido capaz todavía de reconstruirlo.


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Alineación del Liverpool de Brendan Rodgers en la victoria por 3-2 ante el Manchester City en liga el 13 de abril de 2014 (Fuente: elaboración propia).


Quizás lo más grave del equipo de Klopp es su inconsistencia. Los Reds han rendido bien contra los grandes. Apenas tres semanas después de llegar, Klopp venció en Stamford Bridge al Chelsea por 1-3. La temporada pasada, el Liverpool fue el mejor en los enfrentamientos directos entre los seis grandes. Los Reds ganaron cinco y empataron los otros cinco choques contra Manchester United, Manchester City, Chelsea, Arsenal y Tottenham. En cambio, sus seis derrotas en liga se produjeron contra Burnley, Bournemouth (tras ir ganando 1-3 a falta de quince minutos), Swansea, Hull City, Leicester y Crystal Palace. De esos seis equipos, el Bournemouth fue el que acabó la liga en mejor posición, noveno.

El partido de Champions League contra el Sevilla ilustra con precisión las virtudes y defectos del Liverpool de Klopp. Cuando puede correr y aprovechar su vertiginosa velocidad en las transiciones ofensivas, es un equipo temible. Jugadores como Sadio Mané y Mohamed Salah, los mejores jugadores del equipo la temporada pasada y esta, respectivamente, brillan cuando disponen de metros para correr. Sin embargo, el equipo sufre cuando se ve obligado a defender durante largas fases del partido, como sucedió en la segunda parte en el Sánchez Pizjuán. Son males que ya aquejaban al Liverpool de Rodgers y que, en más de dos años, Klopp no ha logrado corregir.


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Alineación del Liverpool de Jürgen Klopp ante el Sevilla en Champions League el 21 de noviembre de 2017 (Fuente: elaboración propia).


El alemán intentó frenar la sangría de la portería con el fichaje de su compatriota Loris Karius. Tras una difícil adaptación a la vida en la Premier League, tuvo que repescar a Simon Mignolet. El agujero negro del lateral izquierdo sigue engullendo jugadores y propiciando goles rivales. La temporada pasada, Klopp logró minimizar los daños reconvirtiendo a James Milner e intentó solucionar el problema este verano con el fichaje de Andy Robertson procedente del Hull City. Al final, acabó regresando Alberto Moreno que ha hecho una temporada aceptable pero que en Sevilla volvió a demostrar que no puede ser el lateral izquierdo titular de un equipo que aspira a competir por la liga, por muy internacional español que sea. Y luego está el agujero del eje de la defensa.

Klopp recurrió a sus conocimientos y contactos en la Bundesliga para fichar a Joel Matip y Ragnar Klavan. El primero es un central correcto y el segundo es un suplente eficaz. Pero ninguno de ellos ha proporcionado el salto de calidad que pide a gritos el equipo. Ese debía ser Virgil van Dijk pero el club fracasó estrepitosamente en su intento veraniego de meterle en un tren desde Southampton y Klopp decidió no fichar a nadie en su lugar. El resultado es que solo siete equipos han encajado más goles que el Liverpool (17) en liga. El antepenúltimo Swansea ha recibido dos menos (15). Los cinco equipos menos goleados son Manchester United (6), Manchester City (7), Tottenham y Burnley (9), y Chelsea (10). No sorprendentemente, cuatro de ellos ocupan las cuatro primeras posiciones.

Y el futuro no se antoja especialmente halagüeño. Hartos de la falta de progresión del club, Emre Can y Philippe Coutinho parecen más fuera que dentro del club. El alemán acaba contrato en verano y no tiene intención de renovar, y el brasileño está esperando que el Barcelona vuelva a la carga cual enamorada de Shakespeare (William, no Craig) aguardando a su amado en el balcón. Las prestaciones de Mohamed Salah (máximo goleador de la Premier League) también han llamado la atención de algunos grandes clubes europeos.

Klopp tiene al Liverpool en quinta posición, a solo un punto de los puestos de Champions. En la máxima competición continental, será primero de grupo si vence en la última jornada al Spartak de Moscú en casa (aunque si pierde tiene muchos números de quedar eliminado). Pero después de la expectación generada con la llegada de Klopp, quedar entre los cuatro primeros en liga y pasar a la fase eliminatoria de la Champions League sin pena ni gloria (el Liverpool solo ha sido capaz de ganar al Maribor en la fase de grupos) se antoja como una exigua recompensa. Dos años después, el Liverpool de Klopp sigue en deuda.

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Ilie Oleart