Una innovación se llevó a cabo esta temporada en la Premier League: se partiría la jornada 26 en dos fines de semana para dar una semana de descanso a los equipos. De esta forma, los clubes ingleses podrían encarar la recta final de campaña con mayor nivel físico y mental, algo necesario en un calendario tan cargado para algunos equipos. Una medida, en principio, muy beneficiosa para los conjuntos, que podrían recargar pilas para los últimos meses de competición. Hasta ahí, todo bien. Pero, por el otro lado, también se puede contemplar como algo negativo por una desconexión en pleno mes de febrero a 12 jornadas del final liguero y a pocas semanas de la reaparición de las competiciones continentales. Y si no, que se lo digan a Klopp…
El Liverpool estaba viviendo una temporada de ensueño en la Premier League: en 25 fechas disputadas consiguió 24 victorias y solo un empate frente al Manchester United. El resultado es una diferencia indecente con sus perseguidores y el título liguero casi en la mano tras 20 años sin conseguirlo. El proyecto de Jürgen Klopp parecía completarse después de la consecución del cetro europeo en Madrid. Los Reds mostraban un juego atractivo y vistoso basado en la presión asfixiante a sus rivales, ataque de vértigo y una solidez defensiva extraordinaria.
Parecía imbatible acechando todos los records posibles incluso en partidos en los que su victoria peligraba pero que terminaban con signo positivo para los de Anfield Road con detalles a su favor como el fallo grotesco de Dean Henderson en el 0-1 en Bramall Lane en diciembre del año pasado. Paso firme en Premier que no se correspondía en el resto de competiciones: se clasificó a octavos de final en Champions con muchos problemas, eliminado en Copa de la Liga por el Aston Villa (aunque con la polémica del calendario y un equipo lleno de juveniles), conquistó el Mundial de Clubes sufriendo ante Monterrey y Flamengo, épico triunfo en la Supercopa de Europa y, eso sí, vivo aún en FA Cup. Pero en Premier League, temporada impecable.
Líder intratable hasta el descanso de febrero. Todo hacía presagiar que sería un aspecto positivo en un calendario tan apretado: una semana de descanso para volver aún más fuerte ante la vuelta de la Champions y las últimas jornadas de la Premier. De hecho, tras el inesperado empate del Liverpool en FA Cup en Shrewsbury a dos y, en consecuencia, la disputa de replay, Klopp dejó claro que se encargaría el filial de disputar este encuentro por las vacaciones del primer equipo. Una decisión discutible pero que, finalmente, se saldó con la victoria red en Anfield. El técnico alemán dio prioridad al descanso de sus jugadores. Pero, el resultado no fue el esperado: en los primeros cuatro partidos tras el parón, el Liverpool ha ganado dos de ellos por la mínima con suspense (frente a West Ham y Norwich City, dos equipos de la parte baja de la tabla) y acumula dos derrotas, en el Wanda Metropolitano ante el Atlético de Madrid en la ida de los octavos de final de Champions y la primera en Premier con un contundente 3-0 frente al Watford en la jornada 28, despidiéndose de la posibilidad de terminar la campaña invictos.
Un equipo acostumbrado a perder poco, a arrasar a los rivales y aplastarlos con su intensidad. Conociendo las principales características del equipo de Klopp, lo normal es que este periodo sin competición fuese beneficioso para la plantilla. En cambio, lo que ha demostrado este final de febrero es que, a lo mejor, ha habido una cierta desconexión de los jugadores y puede ser vital, no para la Premier que la tienen prácticamente ganada, sino que, puede dar con la eliminación en Champions League ante el Atlético de Madrid. Una cierta falta de concentración que se ve nítidamente en el gol de Saúl en Madrid. Esa intensidad en la que siempre había superado el Liverpool a sus rivales pero que, de repente, parecía haber desaparecido.
Los motivos para el este repentino bajón puede ser esa pérdida de concentración por el parón. Pero, otra causa probable de estos malos partidos a finales de febrero es la gran cantidad de partidos acumulados por parte de un corto número de jugadores que aglutinan más de la mitad de los encuentros totales del equipo. Solo 14 jugadores han disputado más de 20 encuentros, teniendo en cuenta que uno de ellos es Alisson y Lallana ha jugado exactamente en 20. Esto deja a las claras la escasa confianza de Klopp en algunos de los miembros de su plantilla como Shaqiri, Keita o Lovren que no descargan de minutos a los titulares en esas posiciones. Este aspecto unido a la carga física de cada partido de los Reds hace que pueda vivir un momento de bajón físico que, probablemente, sea breve pero que puede tener alguna consecuencia irreparable.
Tras estas dos derrotas en cuatro partidos, el Liverpool vive el momento de más dudas de esta temporada, aunque sigue siendo líder destacado a más de 15 puntos. Esa faceta no peligra. Pero, de cara a las otras dos competiciones en disputa pueden tener problemas para continuar luchando por ellas: se medirá en octavos de final de FA Cup frente al Chelsea y podría dar con la eliminación red si continuase este momento difícil en un duelo contra un gran equipo lleno de juventud y talento. Además, en Champions, el equipo recibirá al Atleti en la vuelta de octavos con la desventaja del gol de Saúl y que, será complicado remontar frente al club de Simeone. Por lo tanto, el Liverpool deberá despertar y volver al equipo que era hace un mes para sellar su título liguero y seguir luchando por FA Cup y Champions League. Este parón podría dejar una temporada histórica con un matiz de sabor amargo.