Manchester se ponía bonita. Una ciudad con esencia futbolística que vivía su primer gran derbi. Un partido ansiado por todos los amantes del fútbol y, en especial, por ambas hinchadas ya que viven una intensa rivalidad. Un día aún más especial de lo normal, volvía el duelo Mourinho-Guardiola, un poco más descafeinado que en aquellos clásicos entre Barcelona y Real Madrid donde lo futbolístico iba bañado con una pizca de belicismo. Mourinho quería el derbi. Deseaba continuar con la buena racha inicial y dominar a uno de sus mayores rivales en el campo y fuera de él. Pero no fue así, la victoria de los Sky Blue en Old Trafford noqueó al portugués y dio paso a unos meses de dudas y grandes críticas.
Después de esa amarga derrota en casa, comenzó la incertidumbre. El Manchester United solo ganó un partido en los seis siguientes en Premier. Mourinho probó diferentes sistemas, pero no encontraban una identidad. Un puñado de estrellas, de jugadores de nivel mundial pero sin un rumbo determinado. La siguiente jornada se agrandó la herida; el Manchester United caía derrotado en Watford dando una pésima imagen. Un equipo descosido, con Martial, Rooney, Rashford y Pogba -todos locos por atacar- descuidando labores ofensivas y dejando a Fellaini solo como única ayuda a los defensores. Fue el primer toque de atención a Mourinho, muy criticado por su estrategia y el rendimiento del equipo.
Contra el Leicester City vimos como la mejoría del Manchester United tuvo un nombre propio, un 4-2-3-1 con doble pivote formado por Ander Herrera y Pogba. El equipo no solo tuvo la posesión, sino que jugó con criterio. Un centro del campo que daba el dominio a los de Mourinho, pero no la llave para ganar los partidos. Esto puso en evidencia a una de los primeros espadas de este proyecto. Zlatan Ibrahimovic atravesaba una sequía goleadora ajena a lo que está acostumbrado. Superó los 500 minutos sin marcar y cuajó su peor racha en la élite. En Swansea descorchó la botella con un doblete. Ante los swans sería la primera y pequeña piedra de la recuperación del Manchester United.
Un equipo apagado, con pequeños chispazos -mayoritariamente de Mata- que salvaban algunos partidos. Todo se oscurecería en un largo y frío octubre. Ninguna victoria, un gol en cuatro partidos y una sangrante derrota ante el Chelsea que dejó tumbado sobre la lona a Mourinho. Tras este abultado varapalo ante su ex, el Manchester United no ha vuelto a perder en Premier -cuatro empates y siete victorias-. Según reconoció el técnico portugués, el equipo supo reaccionar ante la mala racha de resultados. El partido que lo cambió todo fue un sorprendente y esperanzador empate ante el Arsenal.
Old Trafford llenó sus gradas -como de costumbre- para presenciar un partido entre colosos. Los de Mourinho se medían a un Arsenal que, como habitúa, estaba completando un inicio de Liga bastante esperanzador. Una prueba exigente para los locales, invadidos de dudas aún tras la victoria en Swansea. Un cambio táctico fue determinante, el 4-3-3 con Pogba en el interior izquierdo, Ander Herrera en el interior derecho y la figura de Michael Carrick más retrasado como conexión entre la defensa y el doble pivote. Un esquema que permitió ver los mejores minutos del Manchester United en toda la temporada, era un equipo que no solo tenía el balón, sino que sabía qué hacer con él.
Paul y Ander como interiores tienen más terreno, lo que les permite subir sin que el centro quede huérfano ya que Carrick les cubre las espaldas. Una primera parte reveladora, convenció a la gente de la valía de este equipo. Se estaba originando el inicio de la crecida. El Manchester United -inexplicablemente- no ganó el partido, el Arsenal empató en los últimos momentos gracias a Giroud en uno de sus pocas ocasiones. No lograron la victoria, pero pusieron la base para seguir creciendo; un centro del campo que guiaba al equipo.
Ante el West Ham -sin Carrick por lesión- y Everton -con Carrick, pero sin fortuna- el equipo dejó escapar dos victorias por un motivo fundamental, un Ibrahimovic mejorado pero sin llegar a su ansiada condición de estrella. Fue en la League Cup donde se vio la nueva cara del Manchester United. Con Michael Carrick y Ander Herrera en pleno esplendor, la versión goleadora de Zlatan y la recuperación de Henrik Mkhitaryan, un futbolista que parecía apartado -dos asistencias y una talentosa versatilidad ofensiva en este choque-. Desde esta victoria por 4-1 nada volvió a ser igual.

Tras el frustrante empate en Goodison Park llegó la mejor racha del Manchester United en Liga, seis victorias en seis partidos. La clave de esta racha reside en dos factores, como Michael Carrick cambia al equipo -en especial a Pogba y Ander- y la irrupción de Ibrahimovic y Mkhitaryan. El centrocampista de 35 años destaca por su eficaz capacidad para sacar el balón jugado, una cualidad que mejora con creces la idea de control y juego directo de Mourinho. Abre muy bien a los extremos y permite que Pogba y Ander suban arriba. Incorporar a los interiores incrementa las posibilidades de asociación entre los atacantes, y así sucede con el United.
Mourinho sabe que Carrick, pese a su calidad manifiesta, no es un chaval. Sus 35 años le impiden jugar todo lo que el portugués querría -todos los partidos-, lo que abre la rotación con Fellaini o cambiar el sistema a 4-2-3-1. Un horizonte ya planteado y que es menos influyente si ‘los buenos’ del equipo están a un nivel magnífico.
Uno de los jugadores que sigue agigantándose en silencio es Ander Herrera. Figura indispensable en los esquemas de Mourinho, un indiscutible que ya empieza a postularse como capitán tras los pasos de Carrick y Rooney. El ex jugador del Real Zaragoza ha mostrado su mejor versión como interior derecho y se ha consagrado como el distribuidor de juego del equipo. No solo clave en la distribución, sino que ofrece precisión en todas las líneas. Baja, permanece en el centro y ataca. Ante el Boro, culminó 110 pases de 116, -tanto en defensa como en ataque- unos números que muestran el auténtico nivel del jugador internacional con España. Siempre buscando el pase, bien posicionado y con una presión voraz que le ha hecho ser un jugador de peso en la Premier.
Su forma de presionar al rival -en cualquier zona del campo- hace mejorar sus prestaciones. El segundo gol de Ibrahimovic en el Estadio de Londres es gracias a la insistencia incansable de Herrera mientras la zaga Hammer intenta despejar. Ander corta en el área contraria y sirve a Zlatan. Un jugador criado en La Romareda y moldeado por Bielsa.
Carrick y Ander son el poso, Pogba es una velocidad más para el ataque. Un gran presente y un futuro brillante. El jugador francés está comenzando a mostrar destellos del potencial que asombró al mundo. Tras desprenderse de toda la presión que se originó su multimillonario fichaje está cumpliendo con la etiqueta de alta gama que le corresponde. Liberado de estar más rezagado, puede atacar y asentarse en una zona más ofensiva. Ante el Middlesbrough se pudo ver al Pogba más desatado, no solo por marcar el tanto final de una gran remontada, sino por como agitó el ataque del Manchester United y las variantes ofensivas que ofrece. Además de cómo se complementa con el resto de jugadores. Es un engranaje más, pero una pieza marca las diferencias por su gran calidad y visión de ataque.
No se podía concebir un Manchester United arriba sin la mejor versión de Zlatan Ibrahimovic. El centro del campo es el termómetro del equipo, pero la sobrenatural capacidad goleadora del sueco es lo que decide los partidos. Esa esencia que alberga el gigante de Maribor para decidir un partido con un gol suyo. Un jugador que marca, asiste -cinco asistencias de momento- y crea abundantes espacios gracias a sus movimientos privilegiados, pese a su altura. El año pasado, el máximo goleador fue Martian con 17 dianas, Ibrahimovic lleva 18 tantos en enero. El sueco lleva once goles y tres asistencias en once nueve partidos, coincidiendo con las siete victorias seguidas de los Red Devils. Números sobresalientes.
Otro factor importante es el rol que Mourinho ha asignado a Marcus Rashford. Ha perdido presencia en el once titular, adquiriendo un peso colosal en las segundas partes. El extremo inglés -que también ha jugado de delantero esta temporada- posee un gran talento, el cual está sabiendo explotar en los tramos finales aprovechando su electricidad por banda. Su carácter incisivo y dinámico permitió desatascar el partido ante el West Ham. Rashford no quedará relegado al banquillo, a este nivel alternará titularidad con Lingaard.
En proceso de recuperación está Martial. ‘Un jugador con cualidades top. Tiene que quedarse aquí conmigo’ dijo Mourinho tras los rumores sobre una posible salida del francés. Su gol ante el Boro dejó claro que es un jugador necesario, además sabiendo que el Manchester United va a pelear la Europa League y está en semifinales de la League Cup -juegan contra el Hull City-.
Una mejora generalizada que comenzó con un cambio en el esquema. Un 4-3-3 que potencia las virtudes de los centrocampistas y se aprovecha del gran estado de forma de sus atacantes. Ibrahimovic como goleador, la irrupción de Mkhitaryan y la mejora de todos los que participan en el juego. Un equipo que gana como un grande y que lleva siente victorias consecutivas. El Manchester United consigue centrarse y divisa las doradas plazas de Champions League.