Ilie Oleart

El mercado de traspasos entra en la modernidad

Tras la tecnología, es el turno de los mercados de transferencias de entrar en la modernidad. El próximo lustro presenciará cambios drásticos en el mercado de fichajes.

Para un deporte acostumbrado a ser tildado de inmovilista, corren tiempos de vertiginosos cambios para el fútbol. Tras años aporreando la puerta, finalmente la tecnología ha entrado de lleno, primero con el ojo de halcón para la tecnología de la línea de gol y finalmente con el videoarbitraje (VAR). Solo era cuestión de tiempo que la innovación y los cambios llegaran también a los mercados de transferencias.

Aunque parezca una larga tradición, los mercados de transferencias en su forma actual no fueron obligatorios hasta principios de este siglo XXI. Como tantas veces, el fútbol inglés fue el principal impulsor, con el doble objetivo de evitar que los agentes estuvieran revoloteando todo el año en torno a clubes y jugadores, y de frenar los efectos devastadores que la sentencia Bosman prometía generar.

Las normas FIFA solo establecen la duración de los periodos de transferencia (12 semanas como máximo en verano, 4 en enero) pero no en qué fecha comienzan y acaban, lo cual provoca que cada liga sea libre de acabar antes o después. Ese es el primer cambio que la Premier League amenaza con introducir. A principios de septiembre, en su habitual reunión, los dueños de los clubes de la Premier League decidirán su finalizar el periodo de transferencias en Inglaterra antes del arranque de la liga (normalmente, antes de acabar la segunda semana de agosto). Una mayoría de 14 sobre 20 es suficiente para introducir una modificación que técnicos como Arsène Wenger y Tony Pulis llevan años reclamando.

Pero existen cambios más sutiles que se están produciendo ante nuestros ojos. El primero tiene que ver con la postura de los clubes ante los jugadores que desean marcharse. El tópico repetido hasta la saciedad por los aficionados es “cuando un jugador se quiere ir, se va”. En el pasado, esta máxima se había cumplido a menudo. No parece ser el caso de este verano, sin embargo. Riyad Mahrez, Virgil van Dijk y Philippe Coutinho han llegado incluso a solicitar el transfer request para fichar por Roma, Liverpool y Barcelona respectivamente pero, a día de hoy, siguen en sus clubes. El Leicester insiste en que el argelino no se marchará por menos de 40 millones de libras, su valoración actual. El presidente del Southampton, Ralph Krueger, anunció días atrás que “Virgil van Dijk no está en venta este verano”. Es de sobras conocida la postura del Liverpool sobre Coutinho: simplemente, no está en venta.

Los motivos de este cambio son múltiples. Para comenzar, los clubes modestos (en especial en la Premier League a causa de la distribución equitativa de los derechos de televisión y del aumento espectacular del valor de estos últimos) se encuentran en una situación financiera suficientemente sólida como para rechazar cantidades consideradas como exorbitantes hasta hace poco. El Southampton puede rechazar una oferta de 50 millones de libras por un central. Algo inédito una década atrás.

Pero ese no es el único factor. Arsène Wenger, un tipo con décadas de experiencia a sus espaldas y una formación económica que le permite analizar estos asuntos con la precisión de un cirujano, repite a menudo que cada vez es más difícil encontrar talento en el mercado a un precio razonable. Su conclusión es que cada vez será más común que los futbolistas cumplan sus contratos con los clubes, en especial los más codiciados. Su ejemplo con Alexis Sánchez demuestra este razonamiento. Hallar en el mercado un jugador del excepcional nivel del chileno es imposible, así que más vale retenerle en su último año de contrato aunque eso signifique que se irá gratis en doce meses.

Otro de los factores que están cambiando rápidamente son los precios. Una vez enterradas las normas de juego limpio financiero después de que la UEFA cediera a las presiones de los grandes clubes, no existen límites al dispendio en fichajes. La contratación de Neymar por 222 millones de euros marca una nueva era en la que será necesaria una cantidad desorbitada para que las grandes estrellas abandonen sus clubes, por los motivos mencionados en el párrafo anterior. La tendencia será la reducción del número total de fichajes pero el aumento del dinero involucrado.

Una de las consecuencias debería ser la apuesta por el fútbol base o por la detección precoz del talento. Es el caso de Tottenham y Everton, dos clubes que su ubican fuera de los cinco grandes, financieramente hablando (Manchester City, Manchester United, Chelsea, Arsenal, Liverpool) y que lo compensan gracias a la identificación de estrellas en potencia antes de que lleguen a serlo. Así, los Spurs reclutaron a Dele Alli por cinco millones de libras cuando estaba en el Milton Keynes Dons de tercera división, mientras que el Everton lleva años apostando decididamente por la cantera como medio para competir con los grandes. Así lo demuestra la irrupción de jóvenes como Mason Holgate, Dominic Calvert-Lewin o Tom Davies.

El mercado de traspasos sufrirá una profunda transformación durante el próximo lustro. Y aquellos clubes que antes y mejor lo entiendan lograrán una posición de superioridad sobre el resto que puede acabar traduciéndose en una de preeminencia deportiva.

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