Ander Iturralde

El mercado que no se cierra

El lunes fue Deadline Day. Quitando el pequeño hecho de que, en realidad, no lo fue. Lo fue a medias. En Inglaterra todavía se podrá seguir mercando hacia arriba y hacia abajo durante unos días más. Y se decía que este iba a ser un mercado raro y austero. Lo ha sido únicamente si ignoras que en realidad ha sido uno de los más derrochadores de los últimos años.

Puede que el lunes no fuese el último día en el que poder fichar jugadores. Pero fue el día en la que muchas historias llegaron a su fin. Narrativas que llegaron finalmente a puerto; no siempre el mejor puerto. La mayoría de clubes sí que llegaron a sus objetivos. Hasta un portero nuevo logró cerrar el Chelsea dentro de la casa de los horrores en la que se ha convertido el fichaje de Kepa Arrizabalaga. Más todavía que por el rendimiento que éste haya dado, por la quasi-indecente (¿qué es “indecente” realmente hoy en día?) cantidad de dinero que tuvieron que pagar por él visto el rendimiento posterior. Como a tantos se les olvida de tanto en cuando, un mal fichaje no siempre quiere decir que el jugador en cuestión sea mal jugador. Aunque en este caso preciso posiblemente sea ya complicado discernir una cosa de la otra.

Como decíamos, la mayoría de los equipos de la liga han visto sus deseos materializados, especialmente las mayores potencias de la liga. A excepción, claro, del Manchester United. Otra vez convertido en el hijo bastardo del top-6. Un esplendoroso final de la temporada que ya ha sido arrastrado por la corriente; por esos ríos de tinta virtual. Un par de derrotas, Solskjaer es un inútil, los fichajes son todos horribles, o como mínimo una cortina de humo, y crisis absoluta. Tal es el nivel de frenesí colectivo alrededor de este club que Edinson Cavani, uno de los delanteros más prolíficos del siglo XXI en el fútbol mundial de élite, con todavía 33 años (no 44), ha llegado a ser denominado explícitamente como un mal fichaje. Un delantero suplente de un nivel por encima del que tienen Liverpool, Manchester City, Arsenal, Tottenham o Chelsea. Por su parte, también, Alex Telles podría solucionar la longeva crisis existencial que ha acuciado al puesto de lateral izquierdo en el equipo. Y Donny van de Beek es otro muy buen efectivo para ser el 12º o 13er futbolista de la plantilla.

Pero no es oro todo lo que reluce y menos en el Manchester United y menos todavía en este mercado. Un mercado tan extraño y tan normal al mismo tiempo y, sobre todo, todavía abierto. Lo que ha terminado representando este periodo estival es al club con más ligas del fútbol inglés es que no son capaces de comportarse como una superpotencia. Y ante esa tesitura, en su régimen actual de dueños (Joel Glazer y familia) + director deportivo (Ed Woodward), posiblemente nunca terminen de serlo del todo. Para reforzar esa noción no hay que mirar más allá de los múltiples reportes que han salido a la luz en los últimos días, particularmente en, pero no reducido únicamente a, The Athletic, sobre la saga en la que se han involucrado con respecto a Jadon Sancho.

Una concatenación constante de malentendidos con el Borussia Dortmund. Una mesa de negociación en la que el Manchester United se sentó el primer día y a la semana y media el club alemán se había marchado tan tranquilamente. El United confiado en que 120 millones de libras eran muchos, sobre todo ahora, y que el Dortmund bajaría el precio y se llevarían fácilmente al joven y codiciado (aparentemente no lo suficiente) talismán inglés. Nope. Para el Dortmund 120, supuestamente, ya constituía una significativa rebaja. Y así hasta que llegó el final del mercado y entonces el United tuvo que mover otras piezas para no quedar completamente en evidencia sobre lo “fuera de onda” que parece estar respecto al resto del mundo del fútbol. Y así.

Pero si esta saga, sobre la temprana enormidad de la figura de Sancho, nos enseña algo es cómo el fútbol sigue tan tranquilamente su cauce mientras el resto del mundo real implosiona a un grado u otro. En fútbol, y en particular el inglés, en particular la Premier League, están como si fuesen todos compañías de producción de geles anti-bacteria. Es decir, imprimiendo dinero. Y no tanto, pero el gasto total de los clubes de la Premier en fichajes ha bajado tan sólo un 11% en comparación no con hace diez años, sino en comparación con el año pasado, según David Conn, de The Guardian.

De alguna forma similar a cómo el mercado de fichajes no ha cerrado todavía, a gran escala, de forma metafísica, tampoco lo ha hecho para la Premier League. Es decir, todo el mundo tuvo que echar el “freno de mano” por culpa del confinamiento, pero a la hora de volver a meter la máxima marcha, sin ir más lejos, mientras el resto de las 5 grandes ligas de Europa ha tenido que hacerlo con extremada cautela y sin llegar a hacerlo del todo, la Premier League está nuevamente en su particular velocidad de crucero. Aun lamentando pérdidas de triples dígitos de millones, pero para fichar, para mantener el estilo de vida, siempre hay dinero, aparentemente.

Es un fenómeno curioso y de difícil explicación. Al final, te fijas en lo bonito, en el fichaje Timo Werner o el de Thiago Alcántara, y se te olvidan las preocupaciones. Si algo ha conseguido hacer la Premier es elevar al enésimo nivel el concepto, la idea de que son “más grandes que la vida”. Son una súper productora de entretenimiento. En la peculiar industria del Pro-Wrestling, ese extrañísimo híbrido entre deporte y ficción, esa idea de “larger than life” siempre ha sido recalcada y algo a lo que constantemente se ha aspirado. Juzgando además por el drama de estas primeras jornadas de liga, por los exagerados giros de guion que hemos presenciado, en ese tratar de abstraerse de la realidad lo máximo posible, la noción de telenovela, de que existe cada vez más como telenovela que como deporte, gana más tracción.


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Kai Havertz bebiendo agua. // Fuente: Kai Havertz Twitter.


“Si no pueden entrar aficionados antes de que finalice la temporada, vais a perder un mínimo de 700 millones de libras en ingresos”. “Hmmmm, pero mira este Kai Havertz tan bonito al que tengo aquí”. Y así, la rueda sigue girando. Dentro de una especie de contradicción conceptual, también. Porque la colectiva cabeza del avestruz no está enteramente enterrada en el suelo. Como previamente mencionábamos, el Manchester United quiso hacer la plegaria al Dortmund para de bajar esa etiqueta de precio de Sancho. Pero por otro lado se han gastado, supuestamente, en torno a 90 millones de libras en los mencionados Cavani, van de Beek y Tellés y los jóvenes (es decir: no van a jugar en ningún futuro inmediato) Amad Diallo y Facundo Pellistri. Por ejemplo, el Chelsea por lo menos no ha dicho nada: se ha gastado, según The Guardian, 152 millones libras netos y para adelante.

Otro que vive en esa dualidad de que no hay dinero pero sí hay dinero es el Arsenal. Que, por si no fuera complicado ser uno de los grandes clubes del mundo y ser propiedad de Stan Kroenke, esta semana ha sido totalmente pulverizado por nada más y nada menos que uno de sus jugadores. Por nada más y nada menos que Mesut Özil. Es que te lo inventas y no te sale más gracioso. En un nuevo episodio de (malas) relaciones públicas, el Arsenal rompió los corazones de tantas y tantas personas cuando anunció el despido, o en este caso más bien la extinción, de… Gunnersaurus. La mascota más entrañable de la Premier League. [Esos alienígenas del Manchester City… ¿por qué?] Una de esas constantes en el Arsenal y en el fútbol inglés. Una fuente de confort. Hay dinero para (¿sobre?)pagar a Willian pero no para nuestro eterno amigo platónico.

Pues va a resultar que el mundo sí es un lugar cruel e inhóspito después de todo. Tanto que se nos ha llevado la pandemia y, ahora, encima, Gunnersaurus. Y donde entra Özil en todo esto, de forma hábil, perspicaz y muy inteligente, es cuando dijo el otro día en Twitter que él se haría cargo personalmente del sueldo de nuestro dinosaurio favorito. De cara al público, y a la buena estima del mismo, Özil 1-0 Arsenal. O quizás 2-0 ya, considerando cuánto se lleva limpio de sueldo a casa por la preocupantemente reducida cantidad trabajo que es requerida de él en el club hoy en día.


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Pero mírale qué ojitos y qué entrañable con su camiseta retro del Arsenal tamaño dinosaurio. // Fuente: Gunnersaurus Twitter


Cuál es la meta, cuál es el punto final de todos estos factores, es todavía un enorme misterio. ¿Cómo de sostenible es todo esto? Una pregunta que nos hacíamos con respecto al fútbol actual y, en este caso, con respecto a la Premier League. Ni una pandemia mundial, al menos de salida, puede realmente frenar a este tren. Puedes llegar a la teoría de que este verano-otoño de enorme gasto en fichajes ha sido con el primordial fin de acumular activos (jugadores) antes de que el mercado convulsione más de la cuenta y el caos se convierta en demasiado complicado para navegar. Mejor tener a los jugadores ahora y no necesitarlos luego. Pero incluso algo tan simple como eso parece de algún modo demasiado generoso a la hora de razonar el por qué hemos visto un mercado de fichajes tan “normal”.

No deja de ser la gran liga europea donde más variabilidad en esa carrera en lo más alto en la montaña. Hasta tus Tottenhams pueden unir las suficientes piezas para ganar una liga. No necesariamente la de este año, evidentemente. Pero sí la siguiente, pongamos. Esa competitividad interna acaba propulsándose a sí misma. Y ante ella, pues hay que fichar. Fichar futbolistas portugueses caros, por ejemplo, ya seas el Manchester City, el Liverpool o el Wolverhampton. Si queremos preguntarnos quién ha “ganado” este mercado, como todos los mercados en la memoria reciente, no tenemos ni que mirar más allá de la simple silueta de Jorge Mendes.

Con este mundo tan extraño que nos rodea aún tenemos a la Premier League. Con un mercado de fichajes que en términos prácticos en Inglaterra termina del todo en unos días, pero que en términos más filosóficos, en términos de gasto macro esparcido a lo largo de los años, a pesar de que para la Bundesliga o La Liga sí parece haber cerrado parcialmente, para la Premier League no, el “mercado” no ha cerrado en absoluto. Una bendición y también una condena, quizás. El mundo puede que esté en llamas, puede que vaya a estarlo todavía más, pero oye, mientras tanto al menos podemos ver la Premier League en todo su esplendor en nuestra televisión.

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Ander Iturralde