La autobiografía del extraordinario director estadounidense Frank Capra, autor de obras maestras del cine como «It happened one night» o «It’s a wonderful life», lleva por título «Frank Capra: The name above the title». El nombre delante del título. En una era en que tanto directores como actores estaban sometidos al férreo (tiránico) control de los grandes estudios, el director nacido en Sicilia fue el primero que logró anteponer su nombre al título de sus obras en los carteles promocionales. El público, guiado tradicionalmente por el «star system» desarrollado por los estudios, tenía de repente una nueva referencia: el director. Ya no era una película de Metro-Goldwyn-Mayer o con Jimmy Stewart, era una película de Frank Capra.
Similar tendencia observamos estos días en el fútbol. La inquina entre aficionados de Arsenal y Chelsea no es más que una traslación de la enemistad personal que desde hace muchos años se profesan Arsène Wenger y José Mourinho. Muchos son los factores que enfrentan a aficionados de Barcelona y Real Madrid: políticos, idiomáticos, sociológicos. Pero nunca se había vivido tal grado de enemistad como durante la era de Pep Guardiola y José Mourinho. Ahora nos adentramos en un nuevo capítulo de esa rivalidad que promete engullir el partido. Los nombres antes del título.
Desde el 4 de septiembre, el diario deportivo español Marca ha publicado artículos como estos: «Mánchester ya vive el mayor derbi de todos los tiempos», «Guardiola vs Mourinho episodio IV», «Mourinho y Guardiola, de amigos a enemigos», «Pep-Mou, qué lejos ha quedado aquella amistad», «El derbi de Mánchester más español», amén de una serie especial titulada «La batalla de Mánchester». Y de los consabidos pincha-aquí-si-quieres-saber-qué-le-ha-dicho-Ibrahimovic-a-Bravo, claro. Vídeos, infografías, textos. Eso sí, del partido, poco.
Estamos hablando de dos entidades que suman casi 300 años de historia. Cuando Pep Guardiola nació, el Manchester City acababa de dejar atrás la era más gloriosa de su historia hasta la actual. Joe Mercer tomó las riendas del equipo en 1965 cuando estaba en segunda división. Cinco años después, había ganado el título de liga de primera división, la FA Cup, la Copa de la Liga y la Recopa de Europa. Antes de que José Mourinho fuera capaz de escribir renglones firmes, Sir Matt Busby había convertido al Manchester United de Sir Bobby Charlton, George Best y Denis Law en el primer campeón de Europa inglés.
La historia del derbi de Mánchester es muy rica. El primer derbi se disputó en 1881. Tras varias décadas de cordial relación entre clubes, la rivalidad se acentuó tras la Segunda Guerra Mundial. En parte, a causa del aumento de la asistencia a los estadios de fútbol y también a factores sociales más complejos. La década de los 70 fue quizás la más violenta en estos enfrentamientos debido al auge del City de la mano de Mercer y al difícil momento histórico del United. En 1970, George Best le rompió la pierna a Glyn Pardoe. Al año siguiente, Francis Lee acusó a Best de simular y, para demostrar su punto, se lanzó al suelo ante el árbitro. En 1973, Mike Doyle y Lou Macari fueron expulsados en Maine Road pero se negaron a abandonar el campo. Así que el árbitro suspendió el partido hasta que los jugadores aceptaron su castigo. En la vuelta, el United recibió al City en la penúltima jornada con la necesidad de ganar para sellar su salvación. A los 80 minutos, Denis Law, icono del United, marcó el 0-1 para el City que condenaba a su exequipo al descenso. En los últimos minutos, los aficionados del United invadieron el campo para provocar la anulación del partido. Pero el resultado permaneció y el United acabó en segunda división.
A finales de los 80, el United emprendería su recuperación de la mano de Sir Alex Ferguson mientras el City daba con sus huesos en segunda división. Ya en el siglo XXI se produciría la escalofriante entrada de Roy Keane sobre Alf-Inge Haland que acabó con su carrera. Y el resurgir del City con la llegada del jeque. Y el 1-6 del «Why always me?» de Mario Balotelli. Una historia plagada de momentos inolvidables que de repente se ve reducida a dos hombres.
Centrar el derbi en la figura de dos entrenadores equivale a restar protagonismo al propio partido. En realidad, no es más que otro ejemplo de uno de los graves problemas a los que se enfrenta el fútbol hoy en día. El entretenimiento ha eclipsado al juego. Los temas de conversación han fluctuado desde qué jugadores deberían formar el once hacia la última gracieta de Zlatan Ibrahimovic en Instagram. Los medios más vulgares rememoran hasta la saciedad antiguos enfrentamientos entre entrenadores en lugar de abordar el partido desde el análisis frío y racional. La capa de mugre que rodea al fútbol le ha arrebatado el protagonismo al propio fútbol. El envoltorio parece producir mayor fascinación que el regalo. Quizás estábamos mejor cuando el título ocupaba el lugar preeminente.