La primera frase que salió de la boca de Peter Bosz en su rueda de prensa previa a la final de la Europa League no versó sobre tácticas, alineaciones o lesiones. Sus primeras palabras fueron para las víctimas del cruel atentado que solo 24 horas antes había sesgado las vidas de 22 personas en Mánchester. Bosz resumió con precisión el sentir que flotaba en el ambiente en la sala de prensa de Estocolmo: el fútbol es lo de menos en estos momentos y el partido se ha convertido en algo insustancial cuando niñas de ocho años están muriendo por el simple hecho de ir a un concierto de su cantante favorita.
Las reacciones al atentado no se hicieron esperar desde primera hora de la mañana. El Manchester United, que ya había cancelado su sesión de entrenamiento en el Friends Arena con antelación para llevarla a cabo en Carrington antes de tomar el vuelo hacia Suecia, pidió a la UEFA cancelar también la rueda de prensa de José Mourinho y dos de sus jugadores antes del partido y el máximo organismo europeo accedió. Horas más tarde, la UEFA anunció que se celebraría un minuto de silencio en memoria de las víctimas antes del partido y que la ceremonia de inauguración de la final se reduciría a la mínima expresión. Mientras, en casa, la primera ministra Theresa May subía el nivel de alerta de grave a crítico.
En estas circunstancias, el fútbol ha perdido su importancia. Una de las frases más cacareadas de Bill Shankly decía que “el fútbol no es cuestión de vida o muerte, es mucho más”. Es una frase afortunada pero falsa. En comparación con las vidas de niños y adolescentes inocentes, el fútbol se convierte en un entretenimiento frívolo donde otros adolescentes, pero millonarios en su caso, corren en pantalón corto sobre una parcela de césped. Poco más.
Mientras la ciudad de Mánchester se unía para llorar a los suyos, incapaces de explicar los motivos que llevan a un chico de 22 años a odiar de tal forma a sus semejantes y su propia vida para hacerse saltar por los aires, el equipo del Manchester United volaba hacia Estocolmo para disputar un partido que decidirá su temporada. Una victoria significará que el equipo de Old Trafford acaba la temporada con tres títulos y un billete para la Champions League. Una derrota se traducirá en una temporada decepcionante con dos títulos menores y un sexto lugar en liga. Así de importante es el partido para el United.
Muchos se refugian en la religión en momentos como estos. Precisamente el papa Juan Pablo II pronunció una frase bastante más acertada que la de Shankly para definir el fútbol: “De todas las cosas sin importancia, el fútbol es la más importante”. En esa cosa sin importancia, el partido de mañana es capital para el Manchester United. En el gran esquema de las cosas, no tiene la más mínima importancia. Porque, pase lo que pase, hay 22 personas en Mánchester que ya nunca conocerán el desenlace de la final de mañana. Ni de ninguna otra.