Tras el empate en el Bernabéu, periodistas españoles e ingleses coincidieron en sus elogios hacia Mauricio Pochettino. «Me atrevo a decir que este partido convierte a Pochettino en candidato a entrenar algún día al Madrid», afirmó el reputado Guille Uzquiano en Twitter tras el encuentro. Jamie Redknapp aseguró en Sky Sports que «Pochettino podría dirigir a cualquier club del mundo». Siendo ciertas todas estas afirmaciones, resulta curioso que se produzcan el día en que los Spurs renunciaron a los principios que les han llevado hasta aquí.
Pochettino ha construido su modelo de juego en torno a tres pilares: solidez defensiva (han sido el equipo menos goleado en las dos últimas ediciones de la Premier League -35 y 26 goles en contra, respectivamente-), posesión (ha sido el tercer equipo con más posesión en las dos últimas ligas inglesas, con 55,3% y 57,4% de media respectivamente) y pressing en campo rival. Tres pilares a los que los Spurs renunciaron, voluntaria o involuntariamente, en el Bernabéu. Los Spurs solo acapararon el 33,6% de la posesión y recibieron 21 disparos en contra, ocho de ellos entre los tres palos. Solo la providencial intervención de Hugo Lloris evitó un gol seguro de Karim Benzema que habría supuesto el 2-1.
En defensa de Pochettino hay que mencionar, además de la entidad del rival (el Real Madrid no pierde un partido de fase de grupos de la Champions League en casa desde 2009 cuando cayó 2-3 ante el Milan) y la magnificencia del escenario (el «miedo escénico» de Jorge Valdano y todo eso), las cruciales bajas con las que el equipo londinense se presentó en Madrid. Esas ausencias obligaron a Pochettino a estrujarse los sesos para resolver el rompecabezas. Las bajas de sus dos laterales izquierdos, Danny Rose y Ben Davies, provocaron el desplazamiento de Jan Vertonghen al carril zurdo. Eso, a su vez, generó que Eric Dier retrasara su posición al eje de la zaga para conformar la defensa de tres junto a Davinson Sánchez y Toby Alderweireld. Las lesiones de Victor Wanyama y Moussa Dembélé atizaron la inventiva de Pochettino, que colocó al joven Harry Winks (un canterano que nunca ha sido titular en un partido de Premier League contra otro de los seis grandes ingleses) como medio centro posicional junto a Christian Eriksen y Moussa Sissoko como interiores. Y, finalmente, Fernando Llorente disputó su segundo partido como titular para unirse a Harry Kane en la punta de ataque.
Harry Winks fue la mejor noticia para Pochettino. El joven, al que Pochettino ha protegido con mimo hasta ahora, realizó posiblemente el mejor partido de su corta carrera como profesional y demostró que está ya para retos superiores. El pequeño Winks fue el jugador de los Spurs que completó más pases (40) y ante la indisciplina defensiva de los dos interiores se multiplicó para tapar las vías de agua que se fueron abriendo en la defensa de los Spurs a medida que transcurría el encuentro.
En cambio, el invento de Pochettino de juntar a sus dos delanteros centros no resultó tan fructífero y acabó renunciando a él mediada la segunda parte. Llorente y Kane, acostumbrados a ocupar en solitario el ataque en sus equipos, se estorbaron y, lejos de potenciarse mutuamente, se anularon. Es cierto que Llorente combinó con eficacia con sus compañeros en la segunda parte cuando su equipo estaba más agobiado y necesitaba alguien para oxigenar al equipo pero la dupla Kane-Llorente estuvo lejos de ser un éxito. Solo en una ocasión combinaron con peligro, cuando Llorente filtró un pase para que Kane se plantara solo ante Keylor Navas pero el guardameta del Madrid realizó una parada llorisesca para evitar el gol. Kane completó solo nueve pases en 90 minutos y disparó dos veces entre los tres palos del Real Madrid. Poca participación para un jugador que llegaba a Madrid entre comparaciones con Cristiano Ronaldo.
El 1 de noviembre, el Real Madrid visita Wembley. Dele Alli ya podrá jugar, una vez cumplidos sus tres partidos de sanción, Danny Rose estará ya en forma tras su lesión y es posible que incluso Moussa Dembélé pueda participar. Entonces podremos comprobar sin atisbo de dudas si el Tottenham exuberante y eléctrico de la Premier League está preparado para codearse con los más grandes de Europa.