Ander Iturralde

El viaje cuenta más que el destino para los Spurs

Ante la Juventus de Turín acabó sucumbiendo a pesar de ser el mejor equipo durante la amplia mayoría de la eliminatoria. Lo del Tottenham, a pesar del reaccionario ecosistema que muchas veces envuelve al fútbol, no es más que una derrota. En vísperas de su partido de FA Cup contra el Swansea, dejémonos de fatalismos un momento y admiremos lo que está haciendo el Tottenham.

«¡El Tottenham tiene que ganar un título!», es uno de los reclamos más extraños y simplistas que existe hoy en día en el mundo del fútbol. Una cosa es que lo digan aficionados del Arsenal entre una de sus protestas contra Arsène Wenger pero que haya prevalecido más allá es algo un tanto ridículo. Es cierto, el fútbol es un deporte y una competición. En su incepción más básica, se trata solamente de ganar. Pero hay algo más allá. Porque si hay algo que tiene ganar es que, normalmente, te hará ser recordado. Sin embargo lo de que nadie recuerda al que acaba segundo es una de las mayores falacias que existen. O si no, que le pregunten a la Holanda de Johan Cruyff que perdió dos finales mundialistas consecutivas. El ejemplo más usado, desde luego; pero la propia Juventus es otro. Y puede ser cualquiera versión suya de los últimos veinte años exceptuando la que bajó administrativamente a segunda división y la de los cuatro años posteriores al ascenso. Esta Juventus ha ganado ligas, por supuesto, pero también es el equipo más poderoso de toda Italia en cuanto a masa social. En cambio, con Gianluigi Buffon y Giorgio Chiellini no han ganado una Champions League. ¿Por ello no serán recordados como un equipo colosal? No. ¿Por ello serán recordados como un equipazo al que sólo le faltó ganar una Champions? Sí, esto probablemente sea una valoración más justa.


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Mauricio Pochettino durante el partido ante el Bournemouth (Catherine Ivill/Getty Images).


En Inglaterra, quizás porque existen dos torneos coperos, hay una cierta obsesión con los títulos. Pero, ¿quién tiene pinta de que será recordado como el mejor equipo, este último Arsenal que ha ganado tres Copas o este Tottenham? Posiblemente los segundos. Lo cual no es ni mucho menos un ataque al Arsenal: ganar tres copas nacionales tiene un mérito irrefutable. Sin embargo, creo que nos muestra que hay muchos caminos a una percibida grandeza, o más bien hacia un lugar en el corazón de los neutrales. Este Tottenham ha construido su propio camino. Lo sigue construyendo, de hecho. Salga como salga el resto de la obra, lo realizado ya es permanente. En lo que a los títulos respectan, existe un ejemplo todavía más gráfico: la Copa de la Liga de 2012 conquistada por el Liverpool. A los dos días ya nadie se acordaba, imaginad a los seis años. Nada de aquel equipo fue memorable. Como mucho, que fue el precursor del siguiente Liverpool. Ya está. Ganaron un título, pero más allá de la grata y efímera experiencia del momento, no logró mayor trascendencia. Ni siquiera entre los aficionados del Liverpool, me atrevería a decir.

Se generó la misma cantinela con el Liverpool de Brendan Rodgers. ¿Que ganar un título, el que fuese, hubiese estado bien? Así es, pero lo memorable de aquel equipo fue el subcampeonato de liga. Para clubes que han sufrido notables bajones deportivos con los años como ha sido el caso del Liverpool, del Tottenham (aunque no de la misma manera) o como tiene pinta de que será el caso con el Arsenal, construir un equipo desde abajo para escalar hasta la cumbre es un logro brutal en sí mismo. Ganar la liga hubiese sido aún mejor, pero no es el factor definitorio. De hecho, de aquella liga se recuerda más el hecho de que el Liverpool estuvo a punto de ganarla que el propio triunfo del Manchester City. Es la liga del resbalón de Steven Gerrard, la liga que perdió el Liverpool, nadie la recuerda como la cuarta liga de la historia del City.

El Tottenham está marcando una época. Pero también es interesante valorar hacia dónde va a partir de aquí. El instinto de supervivencia ha llevado a muchos a empezar a prepararse para lo peor, a dejarse influenciar por fatalismos. Aunque tan posible es que este sea el fin de este Tottenham como que Pep Guardiola, por poner un ejemplo, decida irse del Manchester City a final de temporada. Por poder, pueden pasar muchísimas cosas. Lo que es seguro es que el Tottenham se está adentrando en uno de los momentos más importantes de su historia. La construcción del camino les está obligando a tener que tomar decisiones difíciles pero sobre todo les está presentando retos de una profunda complejidad. Porque de algún modo, los Spurs vivían más tranquilos antes, cuando perdían. Cuando eran la versión premium del Everton actual. Cuando Martin Jol les dirigía desde el banquillo y jugaban de titulares los Pascal Chimbondas de este mundo. Es necesario abandonar esa zona de confort para que los deseos de grandeza se hagan realidad.


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Harry Kane, Heung-min Son y Christian Eriksen celebran un tanto (IAN KINGTON/AFP/Getty Images).


Tener jugadores del montón y un equipo sin aspiraciones permite tener una rígida estructura salarial que propicia beneficios económicos. Ese es el gran problema que muchos auguraban al futuro de este proyecto. Todas sus estrellas han sido moldeadas por Mauricio Pochettino y estos futbolistas ya no son las promesas que un día entraron por la puerta; son realidades a los que habrá que recompensar como tal. De momento, el Tottenham como club parece estar accediendo a esa idea, a hacer de este proyecto algo aún mucho más duradero e icónico. El Tottenham, con la construcción del nuevo estadio que se estrenará la próxima temporada, tendrá una posición financiera suficientemente desahogada para satisfacer las demandas económicas de sus jugadores. No obstante, cuando futbolistas como Harry Kane o Christian Eriksen alcanzan los niveles de juego a los que han llegado, el problema deja de ser las metas presupuestarias para serlo las metas deportivas. El éxito es una llamada para otras potencias del fútbol interesadas en competir por los servicios de dichos jugadores. O entrenadores, como demuestra el aparente interés que ha despertado Pochettino en el todavía aturdido Paris Saint-Germain o en el propio Real Madrid. Ya no hablamos de ganar títulos, sino de ganar una liga o una Liga de Campeones.

Muchas son las cosas que juegan en favor del futuro del Tottenham. Una de ellas es que los jugadores, sobre los que han encontrado la esperanza de trascender más lejos, parecen tener las personalidades idóneas para poder avanzar unidos hacia el mañana. No hay grandes egos, ni fricciones de vestuario. La mezcla perfecta entre incesantes competidores y compañeros modélicos. Harry Kane es probablemente la mayor personificación. De momento, el club ha logrado que su deseo sea seguir construyendo su camino junto al del club que le dio la oportunidad de convertirse en quien es. Sería un golpe de efecto que posiblemente jamás sería apreciado como tal. Un golpe de efecto para que todo pueda continuar. Pochettino, probablemente la siguiente parte más importante. Cómo ha guiado al Tottenham hasta este punto es simplemente inconmensurable. Alguien que también parece que podría ser capaz de resistir tentaciones con la ilusión de dejar una huella que no sería replicable en otro lugar. Christian Eriksen y Mousa Dembele son quienes siguen en cuanto a importancia. Después Toby Alderweireld, Heung-Min Son, Jan Vertonghen… No tanto Dele Alli en lo que a las estrellas del equipo se refiere. Un jugador que desborda habilidad, no tanto necesidad para el equipo. Quizás la persona que más desentona en cuanto al carácter tranquilo, concentrado y decidido que caracteriza a este equipo. Si se llega al extremo de que hay que prescindir de alguien, seguramente él sea la primera opción.


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Los jugadores forman antes del partido ante la Juventus (ADRIAN DENNIS/AFP/Getty Images).


Pero tampoco es cuestión de resolver hipotéticos problemas la semana posterior a la derrota más dolorosa e importante de la historia reciente del club. A diferencia de cuando jugaron la fase final de la Champions League por última vez, allá por 2011, este es un proyecto sólido en su creación, más especial y único en su existencia. Lo que tanto buscaron, lo han encontrado. Deberán encontrar la forma de no dejarlo escapar; de que esta sinfonía pueda volver a emocionar. Su siguiente parada, en Bournemouth, perdiendo por lesión a su estrella a Harry Kane (fuera al menos hasta dentro de un mes), fue otra prueba de que este conjunto de jugadores es especial. Ganaron y lo hicieron sin él. Cada paso, cada pequeño éxito permite seguir construyendo el camino. Así debería ser. Que haber jugado durante el amplio transcurso de la eliminatoria mejor que su rival, la Juventus, finalista de esta misma competición en dos de las tres últimas ediciones, signifique algo. Que estuvieron cerca; un punto imposible de imaginar hace no tanto. Que la gente recuerde contra quién cayeron y no dónde cayeron. Que sólo sea una derrota; no el detonador del miedo al fin. Porque sea cuál sea el futuro, los recuerdos serán oh, tan dulces. Imborrables en aquellos a quienes han cautivado. Han demostrado los Spurs, estos Spurs, que más que el destino, es el viaje lo que cuenta.

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Ander Iturralde