A efectos de brevedad y concisión, el título de este artículo es inexacto y engañoso. La auténtica pregunta debería ser algo así como: “¿Los grandes clubes ingleses vuelven a estar al nivel del resto de grandes europeos?”. Porque, si hablamos de la Champions League, es un coto privado para los gigantes del fútbol europeo. Desde que el Everton logró acabar en cuarta posición en 2005, el Leicester es el único equipo de fuera del nuevo big-six (Manchester United, Manchester City, Arsenal, Tottenham, Chelsea, Liverpool) que se ha colado en los cuatro primeros lugares de la Premier League. Así que, cuando hablamos de “ingleses en Champions”, en realidad nos estamos refiriendo a esos seis equipos. Ahora la pregunta es: ¿Han vuelto?
Al tratarse de una muestra tan pequeña (seis clubes, de los que solo cuatro –cinco excepcionalmente este año- participan cada año), los vaivenes coyunturales de cada club pueden afectar significativamente. Lo mismo sucede con el resto de ligas. Cuando Schalke 04 o Borussia Dortmund protagonizaron buenas temporadas en Champions y sumaron sus puntos con los del omnipresente Bayern, la puntuación de la Bundesliga en los ránkings UEFA se disparó. Cuando desaparecieron del panorama europeo, la presencia de la liga alemana se resintió. La Serie A casi logra desbancar a la Premier League en el segundo puesto del ránking en la mejor época de Juventus, Inter y Milan. Cuando los clubes de Milán sufrieron dificultades históricas, esa amenaza se desvaneció.
Así que la mal llamada crisis del fútbol inglés en Europa debe mucho a los periodos históricos específicos de cada club y a sus dificultades concretas del momento. El Manchester United apenas ahora se está recuperando de la era post-Ferguson. El Tottenham se encuentra en proceso de mudanza. El Arsenal vive con sofoco los últimos tiempos de la era Wenger. Pep Guardiola está todavía confeccionando una plantilla a su imagen y semejanza. Y el Chelsea… bueno, el Chelsea sobrevive inmerso en el caos constante.
No existe una crisis global. Lo que sí existen, en cambio, son obstáculos comunes. Mientras todas las grandes ligas europeas se detienen en Navidad, los clubes de la Premier League emprenden un maratón que dura hasta finales de enero. Clubes como Manchester United o Liverpool disputaron nueve partidos en el mes de enero. Mientras, los clubes de la Bundesliga no regresaron a la actividad hasta el día 20 de ese mes. Así que, cuando la Champions League regresa en febrero, los clubes ingleses arrastran un cansancio (y, a menudo, unas bajas) que sus homónimos europeos no sufren.
Es cierto que la propia Premier League no ayuda a sus clubes. Mientras otras ligas organizan el calendario para ayudar a sus clubes en Europa, Sky Sports elige los partidos que transmitirá en función de la audiencia. Así que no es raro ver un Chelsea-Manchester City en el Super Sunday de la cadena de pago aunque luego tengan un duelo crucial en la Champions League el martes. Ligas como la francesa han llegado a desplazar un partido al viernes porque uno de sus clubes tenía un compromiso crucial en Europa el martes siguiente.
Dicho todo esto, ¿vuelven los clubes ingleses? Pues unos sí y otros no. El Manchester United se encuentra en el mejor momento desde que Sir Alex Ferguson se marchó en 2013. Tras el fracaso de la operación Moyes y el estancamiento con Louis van Gaal, José Mourinho parece por fin haber devuelto el espíritu ganador a Old Trafford de la mano de una inversión neta en fichajes que supera los 300 millones de libras.
Situación similar a la de su vecino ciudadano azul celeste. El sueño del jeque de replicar el modelo Barça en Mánchester ha alcanzado su plenitud. Tras contratar a Ferran Soriano y Txiki Begiristain, construir una nueva ciudad deportiva e ir atrayendo jugadores adaptados al juego de posición, la llegada de Pep Guardiola ha supuesto la cuadratura del círculo. El entrenador catalán ha invertido una cantidad equivalente a su rival ciudadano para conformar una plantilla capaz de imitar las mejores versiones que ideó en Barcelona y Bayern Múnich. El Manchester City tiene el grupo de jugadores más caro y talentoso de su historia, uno capaz de competir por todas las competiciones.
Tras una era de inestabilidad, José Mourinho regresó a Stamford Bridge en 2013. En su segunda temporada conquistó la liga pero en la tercera fue despedido de forma fulminante. Tras el breve paso de Guus Hiddink por el club, Antonio Conte tomó las riendas del Chelsea y conquistó la liga al primer intento. Ahora su reto es repetir la hazaña en la Champions League, donde su mejor participación con la Juventus fueron unos cuartos de final. Aunque su plantilla es algo corta para competir en cuatro frentes, lleva más de un año trabajando su modelo de juego con estos jugadores y, como demostró en el Metropolitano de Madrid, es un equipo capaz de competir con los mejores conjuntos del mundo.
El trabajo de Mauricio Pochettino en el Tottenham es digno de elogio. Ha establecido a los Spurs entre los cuatro primeros en las dos últimas temporadas (tercero y segundo) pero competir en la Champions League es otra cosa. A corto plazo, el conjunto londinense debe luchar contra la mudanza de estadio y los costes deportivos y financieros que eso implica. La temporada pasada, el equipo de Pochettino debió jugar la Champions en Wembley por las obras de White Hart Lane, con los resultados que ya conocemos. Este curso disputará no solo sus partidos de Champions sino también los de Premier League en el coliseo inglés, lo cual no invita al optimismo. El próximo curso estrenará el nuevo White Hart Lane pero estará sometido a restricciones financieras graves, así que será complicado verles en las rondas finales de la Champions League a medio plazo.
El Liverpool recuperó parte de la autoconfianza perdida durante años de fracasos con la llegada de Jürgen Klopp pero la expectación generada en 2015 parece haberse ido diluyendo con algunos sonados reveses y la falta de ambición del club en los mercados de transferencias. El club sigue sin resolver algunas de las lagunas de la plantilla y, a menos que emprenda una inversión equivalente a la de los clubes de Mánchester, resulta complicado imaginar al club compitiendo con los mejores clubes europeos.
El Arsenal no está este año en Champions y, de regresar a corto plazo, no esperen verle en fases avanzadas de la competición. La división interna que vive el club a raíz de la continuidad de Arsène Wenger sumado a la austeridad del técnico alsaciano en el mercado de fichajes significan que los Gunners no están en situación de competir con los grandes europeos. Para eso hará falta un nuevo entrenador y una directiva más audaz. Y para que eso suceda quizás falta todavía un lustro.
¿Algún equipo inglés competirá por la Champions League a corto o medio plazo? Cuesta poco imaginar a Manchester City, Manchester United o Chelsea entre los candidatos. Más difícil es en el caso de Arsenal, Liverpool o Tottenham. Así que los equipos ingleses han vuelto, sí, pero solo a medias.