El Manchester City de los récords está siendo hasta ahora un fenómeno climatológico para sus rivales, arrasados irremisiblemente sin apenas tiempo para prepararse para el desastre. Ya con un título en su haber, la reciente Copa de la Liga, la Premier prácticamente atada y con un pie y medio en los cuartos de final de la Champions League tras vencer 0-4 al Basilea, Pep Guardiola ha conseguido crear para esta temporada un equipo que golea con la misma solvencia con la que defiende.
Este Manchester City parte de la base de la idea de juego de su entrenador pero con los matices que el año pasado comprobó que necesitaba incorporar a su modelo de juego. El equipo se basa por supuesto en el juego de posición, apostando por el juego por bandas dejando prácticamente fijos atrás a los dos centrales y con más labores de distribuir cerca de la línea de medio campo que otra cosa. Una referencia por delante de ellos (que a veces cuenta con la colaboración de un lateral que se mete hacia dentro, sobre todo cuando juega Fabian Delph en el lateral izquierdo) y, más arriba, ya los interiores, los extremos o laterales incoporados y el delantero (o delanteros). Una especie de tornado con una base «frágil» y muchísimo dinamismo arriba.
En términos climatológicos, un tornado es una masa de aire con gran velocidad angular con un extremo inferior en contacto con la tierra y que a su vez conecta con las nubes para formar el fenómeno ciclónico. Ese epicentro podría ser el mediocentro posicional (pivote, stopper o como queramos llamarlo) que conecta la defensa (la tierra) con el ataque (las nubes) para generar esa energía. En este Manchester City, sin duda, esa conexión es Fernandinho.
El brasileño llegó a Europa a través del Shaktar Donetsk ucraniano con la etiqueta de media punta talentoso pero con buen físico. Sus ocho años en Ucrania le valieron finalmente el pase a Inglaterra para actuar como una suerte de interior que ayudara a Yayá Touré en las labores en la medular. Pero con Pep ha dado un paso más. Fernandinho se ha convertido en un mediocentro al que el catalán le ha entregado las llaves del equipo en toda la extensión, pues sus tareas son las más delicadas en el dibujo del entrenador de Santpedor: tiene que ser el primero en distribuir y el primero en decidir si se presiona de manera agresiva tras pérdida de balón o si, por el contrario, hay que replegar para recuperar el balón de otra manera.
Al hablar de «distribuir» se puede caer en la tentación de entender como tal pases horizontales o hacia atrás sin peligro a la espera de que Kevin De Bruyne, David Silva o los laterales cojan la iniciativa de ir hacia delante. Este año no estamos viendo ese tipo de posesión conservadora salvo contadas excepciones y, desde luego, no es Fernandinho quien la lleva a cabo: es el tercer jugador de la Premier League que más pases hacia delante realiza (1175) y más de la mitad son para recortar distancia con la portería rival (ha dado 2036 pases en total, el segundo jugador que más da en su liga). En un equipo como el Sky Blue es primordial la seguridad, sobre todo en la base de la jugada, y Fernandinho lo sabe: de los jugadores «titulares» (atendiendo a minutos jugados) es el que mejor porcentaje de acierto tiene con un 89,8%. Y es que la labor primordial es saber cuándo acelerar el juego y cuándo no hacerlo, cuándo dar pases hacia delante para amenazar por dentro y que reciban Silva y De Bruyne, y provocar así que el equipo rival se junte ante semejantes amenazas y queden más liberados Leroy Sané, Raheem Sterling y compañía por fuera. Fernandinho tiene capacidad para leer los partidos y aplicarles el ritmo que más convenga a cada uno, demostrando una inteligencia y conocimiento del juego de un valor incalculable para un equipo que quiere jugar así. Aplicar dinamismo para la vorágine de energía que hay por delante de él, que el tornado pueda seguir girando y devorando.

Su otra tarea es la toma de tierra, el nexo con la parte sólida, la parte que sustenta al tornado. A menudo se encuentra muy solo en la medular, así que, sin duda, su momento más delicado es cuando su equipo pierde el balón. Saber estar cerca de la pérdida para apretar al poseedor y recuperar el balón o al menos evitar un contraataque rápido es de vital importancia para su equipo. Fernandinho es agresivo, sobre todo para un equipo de estas características. Como muestra, se encuentra entre los veinte jugadores que más entradas realiza, algo poco común para jugar en un equipo con tanta posesión. Es el jugador que más faltas hace en su equipo, el segundo con más interceptaciones (sólo por detrás de su compañero Nicolás Otamendi) y, para rematar sus funciones sin balón, es el que más duelos aéreos gana, algo primordial en un conjunto cuyos rivales normalmente decidicen apostar por el juego directo contra ellos teniendo en cuenta el perfil poco físico de la mayoría de sus jugadores.


Esta conjunción de seguridad tanto ofensiva como defensiva hacen de Fernandinho uno de los jugadores más valiosos para Guardiola este curso. Tener en el eje de su equipo alguien de tal fiabilidad ofrece los cimientos necesarios para que el resto de compañeros puedan realizar sus funciones con la seguridad de que detrás hay red, o puedan moverse y crear espacios porque saben que tienen detrás a alguien fiable para mover el balón apropiadamente y sin riesgo de perderlo dejando al equipo en una situación delicada.