Nacho González

Gareth Barry y su pulso contra el tiempo

El jugador con más partidos disputados en la historia de la Premier League no es una leyenda por lo que ha ganado, sino por mantenerse en pie año tras año. Titular indiscutible desde que debutó, más de dos décadas contemplan un récord que ha dejado atrás al mismísimo Ryan Giggs. En una era en la que todo caduca antes de tiempo, Gareth Barry sigue siendo un joven de 36 años.

¿Alguna vez has pensado qué harás o hacías a los 17 años? En 1998, Gareth Barry debutó como profesional con el Aston Villa. ¿Y a tus 36? Él sigue haciendo exactamente lo mismo: jugar al fútbol en la élite nacional. Casi dos décadas de diferencia suelen cambiarlo todo: no tienen nada que ver ese adolescente que se cree invencible sin saber que no sabe nada y el adulto que huye despavorido del calificativo de cuarentón. Barry, sin embargo, aún no ha dado su brazo a torcer en su pulso contra el tiempo. De hecho, puede decir que lo ha aguantado más que nadie desde que la liga inglesa se llama Premier League.

La del 25 de septiembre de 2017 pintaba a otra maldita noche de lunes más, a pesar del intento de los ingleses por hacerla llevadera con un Arsenal vs West Bromwich —sí, he incluido «llevadera» y «West Bromwich» en la misma frase sin que nadie salga herido—. Esta vez, la elección parecía acertada. Aunque no fuese el momento más glamuroso de la semana, la cita quedaba dedicada en exclusividad más allá del resultado a Gareth Barry. No es para menos: el centrocampista se ha convertido en el jugador con más partidos disputados en la historia de la Premier League tras superar los 632 de Ryan Giggs. Sólo con escuchar el dato desde el sofá ya se cansan las piernas.

Es obligatorio matizar que esta estadística se refiere al periodo comprendido desde 1992, año de fundación de la Premier League, hasta hoy. No sólo hay muchos jugadores que sumaron en la era anterior de la Football League más partidos que Barry, sino que el propio Giggs se retiró con 672 jornadas de liga disputadas —632 en Premier y 40 entre 1990 y 1992—. Apuntado esto, al César lo que le pertenece: en el nuevo formato, el rey lleva por nombre Gareth.


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Aficionados del Everton ondean banderas en honor a Barry. Foto: Richard Heathcote (Getty Images)


Se puede bucear en registros espectaculares hasta perderse, como que Barry ha participado en más partidos de Premier League que clubes como LeedsFulham o que ha conseguido más victorias que el Southampton. Pero no es lo extraordinario lo que ha definido su carrera, sino todo lo contrario. Su ejemplo nos ha enseñado que también se puede trascender sin ser una estrella.

A pesar de que en estos años ha sonado para equipos como Liverpool y Arsenal, lo cierto es que siempre ha estado apartado del foco mediático. Sólo en el Manchester City mordió medalla con la FA Cup de 2011 y la liga de 2012. Y aun así, a medida que los citizens mutaban en el gigante multimillonario que hoy conocemos, Barry se marchó buscando un sitio donde le necesitarán más. Nunca pudo dar ese gran salto del que sólo probó unos sorbos en Mánchester, pero ha mantenido su puesto en la Premier League más tiempo que nadie. Su premio, para bien o para mal, están en los pequeños detalles: ovaciones cada fin de semana por su esfuerzo, 53 partidos con Inglaterra, reconocimiento unánime de todo el que ha compartido vestuario con él y ese récord que ya es sólo suyo. Es la vida de un tipo que ha movido en su carrera sólo 15 millones de euros en traspasos mientras su alrededor se volvía loco con las chequeras.


«Colgaré las botas cuando deje de disfrutar y me pregunte qué estoy haciendo cuando voy a entrenar, o si soy capaz de levantar las manos y admitir que ya no estoy al nivel que quiero»


Y es que, siendo francos, no hay nada en Barry que llame la atención del gran público. Hace el trabajo sucio en el centro del campo, adora el ‘tackling’ y no se tiñe el pelo y los brazos de colores. Su estilo tradicional es tan útil para unos como anacrónico para otros. Quizás por eso no se le pueda considerar como uno de los más grandes de la liga, aunque Gareth tampoco necesita esa medalla. Porque su mayor éxito es haberse mantenido en pie.

Si hay un logro histórico que no se puede negar a Barry es haber sido fundamental allí donde ha prestado sus servicios. Una década en el Aston Villa, cuatro temporadas en el Manchester City, cinco campañas defendiendo al Everton y ahora una nueva aventura en el West Bromwich tienen como factor común la titularidad constante del inglés en la medular. Sólo en una temporada —exceptuando la de su debut— ha disputado menos de 30 jornadas de liga, todas en la Premier League. Parece haber educado a su cuerpo para que nunca le pida en un renuncio bajar el listón a Championship o una relajada aventura americana en la MLS.


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Barry, con el West Bromwich Albion. Foto: Shaun Botterill (Getty Images)


El fútbol crea cadáveres cada vez más rápido, por eso el récord de Barry se antoja insuperable en el futuro próximo. Ahora, un fichaje de 28 años se considera viejo y la exigencia física te pasa por encima a la mínima que tu cuerpo te la juegue. Barry y su extraordinaria longevidad sólo se explican con una ética de trabajo privilegiada y un compromiso total con la causa: resistir los cambios —nueve entrenadores y cuatro equipos con aspiraciones muy distintas— siendo siempre el mismo nunca fue tan natural. Hasta estéticamente parece haber pactado con el diablo. Si no, que alguien me explique cómo sigue pareciendo el mismo chaval a excepción del pelo tazón.

«Colgaré las botas cuando deje de disfrutar y me pregunte qué estoy haciendo cuando voy a entrenar, o si soy capaz de levantar las manos y admitir que ya no estoy al nivel que quiero«. Las palabras de Barry, recogidas en una reciente entrevista con Sky, hay que cogerlas con pinzas. Estamos acostumbrados a que muchos ya se hayan retirado a su edad. Viniendo de él, a lo mejor se refiere a sus 50.

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Nacho González